Paciencia (Segunda parte)

2069 Words
― Ya van tres días, desde ese día ― Susurró al oído de su pareja. ― Amor, no deberíamos hablar de eso, aún. A él ya no le parecía prudente continuar con la relación luego de enfrentar a su esposo. No por él, muy poco le importaba lo qué el hombre quisiera hacerle. Era por ella, por el riesgo inminente, de seguir durmiendo a su lado. ― Está bien ― Andrew levantó las manos en señal de resignación y Juliana lo miró sorprendida. ― ¿Qué haces? ― Pregunto asombrada. ― No quiero seguir más en esto. Tampoco quiero sentirme culpable si algo te pasa. Te dejaré libre Juliana.―Se levantó ante la mirada de los comensales con quienes también disfrutaron de un almuerzo en el restaurante. ― Siéntate mi amor, por favor ― Rogó con sutileza y una sonrisa demasiado forzada. ― Me voy ― Sentenció, tirando sobre la mesa, la servilleta de tela qué reposaba en sus piernas y estuvo apunto de caer cuando se levantó de golpe. ― Eres libre. ― ¿De qué hablas Andrew? Siéntate, por favor ― La sonrisa no se desdibuja mientras ella intenta convencerlo sin hacer un alboroto. ― No voy a estar a tu lado cuando ese hombre te haga algo, solo por qué no quieres terminar el matrimonio falso qué llevan ― Ni siquiera bajó el tono de voz y eso rebosó el enojo qué se había ido formando en su vientre. ― ¡Ya cállate! ― Grito enojada. ― La qué se va, soy yo ― Señaló con rudeza. Se levantó de la silla sin importar el ruido o llamar la atención. En realidad estaba molesta y eso no disminuiría pronto. Andrew procesaba la reacción de Juliana, en su mente, ella optaría por terminar la relación de matrimonio, al notar qué él estaba por dejarlo todo. Sin embargo, en realidad, ella era la qué estaba terminando, pero con él. Juliana caminó sin ver atrás, la ira le impulsaba casi a correr por qué estaba segura qué el imprudente hombre le seguiría y justo en este momento, era lo qué menos quería, aunque él pudiera pensar lo contrario. Se arrepentía del café, en aquella primera ocasión, de la sonrisa y de quererle como lo hace ahora. De no haber mantenido la distancia con su jefe, esto no la estaría atormentando. ― Juliana ― Finalmente la voz de Andrew, le alcanzó. ― Espera, por favor. Era inútil que pidiera eso sabiendo qué podría alcanzar el paso de la mujer, sin mayor esfuerzo. Andrew era de piernas largas y brazos musculosos, su apariencia física tan armoniosa, era similar a su mentalidad. Era un hombre con grandes logros, carreras profesionales y doctorados. Excelente en su campo y con mil bondades más por señalar. Juliana se sentía menos a su lado y ni siquiera comprendía por qué se fijó en ella. No era exactamente la mujer voluptuosa o profesional, qué se esperaría al lado de él, aún así insistía en seguir a su lado, aunque estuviera amarrada en una relación, qué al parecer, no era capaz de abandonar. ― Espera, por favor. ― Rogó mientras le sujetaba el brazo con delicadeza ― Solo espera. ― No tiene sentido Andrew, es una locura. Un desastre total ― Golpeo su frente frustrada. ― Lo siento, no debí presionarte. Es solo qué no entiendo… ― Sé lo qué piensas, eres un gran hombre, para mi. ― Sollozó ― Y, yo lo sé. Lo tengo claro… ― No pienses así ― Negó con la cabeza ― Quiero decir, no es así Juliana. Eso te lo he aclarado ya. Es solo qué, yo si quiero estar a tu lado. ― Perdóname por no ser fuerte. ― ¿Qué te ata a él? Dímelo… ― No es eso. ― ¿Te golpea? ― Preguntó con cautela. Él sospechaba de los moretones en sus piernas, pero preguntar, era invadir su privacidad. ― No es eso Andrew. ― Quiso seguir caminando pero él mantenía su brazo sujeto. ― Dime, quiero ayudarte. ― Rogó. Juliana quería gritarle qué el temor de ella, era abandonar su hogar, el qué llevaba un compromiso moral y religioso de por medio, para arriesgarse a una relación donde no tenía claro su papel. ― Soy tu amante, Andrew. Soy la amante del director de la compañía donde trabajo. Se menos de ti, qué tu secretaria. ― Llevamos dos años Juliana… Dos años ― Repitió frustrado. ― Dos años en la compañía, viéndonos en los rincones, sonriendo de lejos y escapándonos para disfrutar en tu apartamento o en un motel, si es que el tiempo no está a favor. ― ¿Qué quieres? ― Conocerte, pero de verdad. Salir a tu entorno, a la vida qué llevas lejos de la empresa y conocer a tus amigos, a tu familia. Saber si encajo. ― Es eso lo qué te preocupa Juliana. Eso siempre ha sido lo qué te preocupa. Encajar en un estrato social qué solo tú diferencias. ― No es sólo eso Andrew, no lo veas así. ― Ven conmigo, viaja a mi lado y conoces a mi familia. ― Y ¿Qué les digo? … Hola, soy Juliana y acabo de dejar un matrimonio de diez años por escapar con su hijo. ¡Ah! Por cierto, soy estéril. ― Cuántas veces hemos hablado de eso ― Soltó el agarre de su brazo y dio media vuelta, quería gritar, el enojo lo embriagaba y necesitaba desahogarse de alguna manera. ― Mi amor ― Se acercó a él y lo abrazó por la espalda ― Tal vez ahora no, eres joven, lo somos. Pero en unos años querrás tenerlos y yo… yo no puedo. ― Tantas opciones ― Se giró para quedar frente a ella. Juliana levantó la mirada ― Yo lo único qué quiero es estar a tu lado, lo demás se irá dando. Mi familia, los hijos… son cosas qué iremos resolviendo, yo solo quiero qué te decidas, qué me elijas. ― Lo hice desde qué te acepté ese café. Lo he hecho desde hace dos años, mi amor. Yo te amo como jamás he amado a alguien. ― Yo también te amo Juliana y puedo darte una vida de ensueño, si solo decides estar a mi lado. ― Quiero saber si lo nuestro, va más allá de los pasillos de un edificio o de la adrenalina de una relación prohibida. Andrew guardó silencio y meditó un poco, quería estar a su lado y era momento de ceder ante ella. ― Si eso quieres, lo haremos. Pero, irás a resolver lo tuyo con Julián. Necesito qué lo hagas, quiero encargarme de hacerte feliz, sin pensar en los lazos qué tienes con ese hombre. ― ¿Lazos? ― Sonrió ― Una cama qué no compartimos desde hace más de un año, un perro qué es más suyo qué mío… ¡Ah! y una planta qué murió, por qué ponerle agua era muy difícil para él. ― Le beso. ―Lazos los qué tengo contigo, nuestros gatos y las flores qué tengo en tu balcón. Esos si son lazos. ― El apartamento te extraña, bonita mía. Juliana anhelaba estar a su lado, como en esas escapadas en qué desahogaba toda la pasión retenida. Lo besó de nuevo, pero esta vez mantuvo el momento, extendiéndolo con pasión, sin importar qué estuvieran en el andén de una concurrida calle. Deslizó su lengua por los labios de él. Andrew sintió el placer de querer tomarla en ese momento. Acarició su espalda y se deslizó hasta sus glúteos para apretarlos con fuerza. ― ¡Eh! ― Refunfuño divertida. ― ¿Vamos al apartamento? ― Eso no se pregunta. Necesito tirarte en la cama, arrancarte la ropa e introducirlo, por lo menos, unas veinte veces, antes de terminar en tu pecho. Juliana saboreaba el deseo mientras imaginaba la escena qué él describe. Tal vez ni siquiera llegan al apartamento. Caminaron al auto, agarrados de la mano, añorando un momento de privacidad. Salieron del restaurante y una idea se le instaló a la deseosa mujer. ― Toma la avenida. ― Sonrió ― La de la variante. ― ¿Por qué? ― Hazlo, mi amor. No siempre necesitas tener toda la información. Condujo casi diez minutos antes de entrar a la variante. Esa avenida era principalmente desolada y ella había fantaseado en ocasiones, con detener el auto de Andrew y ofrecerle una divertida felación qué le dejara sin aliento. ― Allí ― Señaló una bahía de estacionamiento, en el transcurso de la vía se hallaban un par de ellas, para momentos de emergencia o una parada rápida. Justo lo qué ella necesitaba. ― ¿Qué? ― Detente amor, allí. Andrew obedeció, sin entender a qué se refería. Detuvo el auto y esperó las indicaciones. ― Déjalo encendido. ― Comentó mientras deslizaba su mano por el torso del hombre, ahora comprendió lo qué ella quería. Él buscó sus labios y los saboreo con fuerza y deseos, los ojos de ella se opacaron y su rostro dejó ver el deseo qué le recorría, húmedo y anhelante. Juliana acariciaba el m*****o del hombre mientras él recorría su cuello, dejando sus besos regados. ― Ven ― Le indicó qué subiera sobre él, mientras empujaba la silla hacia atrás y la inclinaba de más, hasta quedar acostado. Eso ella no lo había planeado. ― Primero un poco de cariño para ti ― Le coquetea con una sonrisa maliciosa. Desabrochó el pantalón del hombre, bajó la cremallera y dejó expuesto el m*****o erecto y prominente. Tan solo verlo y pudo sentir como la humedad, de nuevo se hizo presente en su interior. Comenzó pasando la lengua, mientras él gemía desesperado. Juliana disminuyó el contacto y él rogó por más. Lo introdujo todo en la boca, sin dejar de repasar el grosor con su lengua. Ella sabía exactamente lo qué su hombre disfrutaba y se hacía una experta por él. Unos minutos de placer oral y Andrew terminó en su boca, ella lo esperaba y disfrutaba como nunca. Tal vez por el lugar o por qué en realidad, amaba beber lo qué de su m*****o brotaba. ― Ven― Le tiró de la mano. Súbete, quiero qué te termines encima mío. Levantó un poco la falda para qué le permitiera acomodarse sobre él, Andrew estaba listo para introducirse en ella y eso era algo qué ella también disfrutaba. Con él, no había espacio para descansar. Siempre estaba dispuesto y continuaba hasta qué ella lo determinara. Andrew introdujo los dedos primero, quería comprobar la humedad y al hacerlo, la sangre emigró como un estallido hasta su m*****o, endureciendo aún más. ― ¡Oh! ― Gimió ― Estás tan mojada. ― Discutir contigo me excita ― Sonrió ― Lo haremos más seguido. Él masajeó su entrepierna mientras ella gemía de placer, amaba gritar y no refrenar todo lo qué él le hacía sentir, siempre fue así desde la primera vez qué lo hicieron. Fue un clic s****l tan potente como el qué tuvieron al verse. ― Mételo ― Rogó. Retiró la mano y le acomodó para qué pudiera introducirlo sin problema. Ella se descargó sobre su cadera y una embestida los llevó al clímax. Gritaba de placer mientras él arrancaba su blusa para ubicar los pechos de la mujer. Relamía sus pezones y ella pedía más, cada vez más. Disminuyó la velocidad de sus movimientos y levantaba la cadera, hasta casi sacarlo, solo para ver el rostro frustrado del hombre, luego se dejaba caer de nuevo en un golpe sonoro. ― Estoy lista ― Susurro a su oído y busco sus labios para besarlo con pasión, estaba a punto de terminar en un orgasmo anhelante y él lo entendió. Tomó el control sujetándose del asiento le embistió en movimientos repetitivos y sin detenerse hasta sentir como ella terminaba mientras en su interior, el fluido le recubría, uniéndolos una vez más. Ellos disfrutaron del momento, sin la menor de las interrupciones, él agradece por la idea de hacerlo en el auto y ella recuperaba la energía en silencio, pero con una gran sonrisa de satisfacción, dibujada en su rostro. Mientras ignoraban qué, en el exterior, a solo un par de metros de distancia, un hombre y un ángel, esperaban el momento adecuado para intervenir, así como al otro lado, un par de entidades infernales, estaban atentos para enfrentarse a una de las más grandes batallas entre energías contrarias qué se hayan presentado en la tierra.

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