Hablar de lo molesto que parecía estar papá era poco, teniendo en cuenta de que por lo menos ahora aquella inminente furia estaba repartida entre el chico de hermosos ojos grises y yo. Quise detener el paso de David, poniendo mis manos en su pecho, pero la mirada del castaño no titubeaba ante la mirada endemoniada de papá. — ¿Qué haces? — susurré en voz baja, en un murmullo.— ¡No tienes que hacer esto! Estaba segura de que el chocolate había tenido la culpa, porque si no era así.. ¡¿Qué díantres estaba haciendo él allí? La cara de mis hermanas era de total sorpresa, Susan nos miraba ceñuda, confundida…, y la mirada de Christian era de furia total. El rostro de los demás invitados no me importó, estaba lo suficientemente concentrada en el chico de enfrente, que no me interesó lo demás.

