CAPÍTULO VII

1664 Words
— ¿Qué haremos ahora? — habló, metiendo su mano abajo de la sabana. Lo escuché hablar, pero no me sentía bien para contestarle, tampoco me sentía bien para seguir a su lado, así que poniéndole un alto, me levanté de la cama y comencé a vestirme. — Chris...— se recostó de lado, sosteniéndose con su codo. — ambos sentimos lo mismo, nos amamos. — no… no es amor, — sacudí mi cabeza. — no puede ser amor cuando estás comprometido con mi hermana y haces esto… yo no debí… Se levantó, tapó mi boca y me sentó sobre el gavetero, con mis piernas abiertas, metiéndose en medio y volviendo a entrar en mí. Fue sencillo, pues estaba llena de él, cosa que no pareció incomodarle, pero a mí sí. — Ya te dije que lo único real para mí, eres tú. Sollocé y lo abracé, me aferré a su espalda, mientras él me tomaba de nuevo. — te vas a casar… — pero no he hecho nada con ella… no hay nada entre nosotros… Jadee. — pero es mi hermana, y mi familia no verá bien esto…— limpié mis lágrimas, me corrí y lo sentí llegar al mismo tiempo que yo. Tomé un tiempo para recuperarme de aquella explosion de placer y cuando me sentí decidida, me alejé de él y me encerré en el cuarto de baño. Aarón tocó la puerta, me llamó y parecía estar igual de afectado que yo, pero después de diez minutos ya no insistió más. Dijo en un murmuro un "te amo" y se alejó de la puerta. Me metí a la ducha, encendí la regadera y me deje caer al piso, queriendo sacar todo el dolor que llevaba en mi pecho de una vez por todas, pues aunque no quería aceptarlo, yo también lo amaba todavía. No importaba si él y Cindy eran o no eran una pareja real, ante mí familia, ante la sociedad, ante el mundo entero, ellos se iban a casar y eran felices, lo demás, no interesaba. Se había repetido, lo podía sentir todavía, aún tenía la sensación en mi cuerpo de cada toque de sus manos, de su cuerpo pegado al mío, pero era lo único que me había quedado y debía romper de tajo todo desde ahí. Me levanté, me terminé de duchar y volví a cambiarme, a vestirme tal y como estaba antes de que Aarón entrara a mi cuarto y me hiciera suya una vez más, pero mi sorpresa fue cuando al salir de la habitación, él seguía ahí. — No podré estar alejado de ti. Lo miré con indiferencia. — pues deberás acostumbrarte. — pase por su lado y me detuvo tomándome de la mano. — Te acabo de tener y ya quiero volver a hacerlo, eres mi adicción, Christin White. — me pegó de nuevo a la pared. Las palabras de Christian y de Susan llegaron a mi mente, así como un rayo, veloces y fugaces, pero igual de intensas y dolorosas. Así también llegaron los recuerdos de lo que había pasado en Londres y la forma en la que había terminado todo. — espero que esto jamás se repita. — lo aparté. — si te me vuelves a acercar le diré a Cindy y a todos lo que pasó, aunque me gane su odio. No me detuvo cuando me alejé, ni cuando comencé a bajar las escaleras, no dijo nada el resto de la noche. Bajó veinte minutos después que yo, pero nadie lo notó, ya que cinco minutos después llegó Cindy. Para ellos, estaban juntos. Me senté sobre el tronco seco de un árbol, al lado de Susan y Ethan, quienes no paraban de hablar sobre trivialidades y sobre la mala suerte que me acompañaba. Al menos ellos la estaban pasando bien a mi costado. — Regreso en un rato, chicas. — Ethan se levantó, le guiñó un ojo a mi amiga y caminó hasta la cancha de voleibol de playa, en donde se encontraba jugando papá, Christian y el tío Axel. — dos contra uno me parece injusto. — exclamó el castaño, parándose a un lado de su padre. Los primeros dos puntos del set los ganó papá, pero luego Christian pareció distraerse y no recibió bien ninguno de los saques de Ethan. — es extraño. — pensé en voz alta. — Christian es un experto en el deporte. — supongo que no tanto como lo presume. — espetó la castaña, mirando mal a mi hermano, luego su atención se posó sobre mí y noté una pronta arruga en su ceño. ¿pero sabes qué es lo que a mí me parece extraño? — negué. — que fui a buscarte hace rato al cuarto y la luz estaba apagada, escuché ruidos raros y podría asegurar que la voz de un hombre… ¿Tienes algo que decirme?. Sí. — no, bueno, sí. — dime qué no lo volviste hacer. — me miró esperanzada. Era una lastima que no pudiera decirle lo que ella quería escuchar. — lo hice… — ¡Chris! — ¡Lo siento! ¿Sí?. — cubrí mi rostro con ambas manos y agaché mi rostro. — no pude hacer nada, lo tenía enfrente y por más que traté de luchar con lo que sentía, me pudo. — ¿Te pudo? — me riñó. — ¡¿Estás loca?! — No, bueno, sí. Diría que estaba enamorada, y ante mis testarudos ojos y mi necio corazón, él tenia todo el control sobre mí. — No volverá a pasar. — se suponía que la última vez en londres, no volvería a pasar. — lo sé, pero no más, le diré a Cindy… si no se lo digo, no podré con mi conciencia. Sentí los brazos de mi amiga rodearme y sonreí en mis adentros, porque sabía que aunque todo el mundo me diera la espalda, la tenía a ella. — si se lo dices, que no sea en la cocina, te lanzará los platos, tampoco en el comedor, te sorprendería lo fácil que es levantar una silla cuando estás enojada, y tampoco en la alberca o cerca del mar, hará parecer que te ahogaste por accidente. — levanté mi rostro, con mis nervios más hiperactivos que antes y con mis ojos a punto de salir de sus orbitas. — tampoco se lo digas en la habitación, te puede lanzar por la ventana. — es mi hermana, Su, no creo que ella sea capaz de…— hice una pausa, miré hacia la derecha, a unos diez metros, a la chica de cabello oscuro y ojos azules que reía como loca, cerca de la camioneta de Christian, con Luz, luego de pegar un chicle en la parte trasera y me aterroricé. Si era capaz de hacer eso, sabiendo lo mucho que mi hermano amaba su auto, entonces era capaz de cualquier cosa. — de acuerdo, te escucho. — miré a Susan de nuevo. Ella se empinó la licorera y soltó un jadeo, seguido de un leve eructo. Estaba hasta el copete de ebria. — Si se lo dices, que sea con calma. — continuó con sus consejos de supervivencia. — no se lo sueltes de un solo, podría ser fatal, y trata de que estén solas pero no tanto, si hay alguien en la habitación aledaña sería de mucha ayuda, así intervendrá para que no te asfixie o te haga alguna de las cosas anteriores. Anoté en mi libreta mental todos sus consejos, alguno decía servirme, después de todo, no era fácil lo que iba a hacer y necesitaba la artillería mental de una experta. Susan era buena escapando de los problemas. — bien. — dijo al cabo de media hora. — practiquemos. — ¿aquí?— miré hacia mi lado izquierdo y estaban mis hermanas con mis primos, conversando animadamente, miré hacia la derecha y estaba Cindy, Luz y ahora también Sara, una de mis primas, riendo a carcajadas. En frente estaban papá, Christian, Ethan y el tío Axel, disputándose el último set de voleibol y al fondo mamá, la tía Sam y mis hermanos menores disfrutando de una amena conversación sobre lo poco que aguantaban a sus esposos pero lo mucho que los amaban. Sí, pasábamos desapercibidas. Sin embargo, la castaña me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación, en donde había estado un rato atrás, con el ser que desequilibraba toda mi seguridad. — de acuerdo, será aquí porque tienes que recordar lo que pasó y sentirte culpable, lo suficiente para que sientas que de verdad estás hablando con ella. — cerró la puerta del cuarto con seguro y se paró frente a mí en medio del cuarto. — ¡Vaya! ¡Aquí huele a sexo y del bueno!. ¡Trágame tierra! Con mis mejillas calientes por la vergüenza, negué. — Su, no creo que esto sea una buena id… — ¡Sshh! En este momento soy Cindy! — me interrumpió y se cruzó de brazos. — ahora sí, ¡comencemos!. La incomodidad del momento hacía que mis brazos picaran, que mi mente se volviera olvidadiza y mi cordura corriera peligro, pero si Susan decía que era necesario, es porque entonces, era necesario. — bien… — tomé una bocanada de aire y la miré a los ojos, queriendo creer que a quien miraba en realidad era a Cindy. La imaginación ante todo. — Bueno, dime, hermosa hermanita. Debe ser una broma. — Su. — me crucé de brazos y formé un puchero, al tiempo que fruncía mi entrecejo. — Cindy no es así, si en caso me da la hora y quizá porque piensa que soy Sutton o Summer. Mis otras hermanas mayores, eran gemelas. — de acuerdo, trataré de ser lo más Cindesca posible. — dispuso, hizo círculos con sus hombros, suspiró con sus ojos cerrados y tronó sus dedos, antes de continuar. — ¿hay algo que quieras decirme, Chris?.— abrió sus ojos y me miró con interrogación. No lo estaba haciendo tan mal…
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