— ¡Salud!— gritaron todo, cuando Susan se paró en la gráfica del altar y ofreció un brindis a salud nuestra. — ¿No deberíamos irnos a nuestra luna de miel? — susurró Dave en mi oído, y al ver que mis mejillas se tornaron rojas, soltó una carcajada y negó. — era broma. Ya lo sabía… — Claro, no es como que pensara que tú y yo… — me reí. — noo — formó una mueca. — para nada. — somos libres, estamos casados pero, en libertad. — Sí… — levanté mi mano para que la chocará con la suya. — solo somos ¿Amigos?— fruncí mi ceño, formando un puchero. El castaño asintió y me chocó la mano. Era todo, estamos amigos, nada más que amigos. Ni yo me metería en su vida y él tampoco lo haría en la mía. Él podría salir con las chicas que quisiera y yo… seguiría con mi vida normal. Ese era el trato que

