Una persona especial necesita atenciones peculiares.
(Maestra Laura)
En mi vida no han dejado de chapotear amarguras desde que tengo uso de razón. No fue fácil salir adelante después de que las fuerzas subversivas desplazarán a mi familia. Nos mudamos a la ciudad en busca de algún organismo que nos pudiese acoger.
Mi padre, que era un hombre muy ágil, consiguió un buen trabajo en una zapatería y con mucho esfuerzo nos sacó adelante.
Aprendimos a trabajar desde muy jóvenes y yo fui muy inteligente para el estudio, por esa razón papá me pidió que estudiara educación. Para ese momento era una buena opción.
Seguí alimentando la idea y le cumplí su sueño. Luego se llegó la compleja realidad del sistema, así que lo más viable que encontré fue trabajar en una institución privada. La paga no es buena, pero me permite pagar mis gastos.
Me conseguí a un hombre que resultó ser un aprovechado. Quería vivir gratis conmigo sin trabajar. No podía tolerar eso y terminé echándolo de mi vida.
A decir verdad fue un gran alivio, haber tomado esa decisión. Creo que aguante esperando ver un cambio que nunca llegó. También estaba la idea de que ya se estaba alejando mi juventud y que me iba a quedar sola de por vida.
Pero todo tiene límites, aguante mucho y ahora me arrepiento haber perdido mi tiempo de esa forma. He mantenido mi mente ocupada en la formación de mis niños y emocionalmente estoy bien.
Quiero mudarme porque todo está lleno de recuerdos que de vez en cuando me causan bajones de ánimo.
Varios días falté al trabajo porque el proceso de separación fue difícil. Por ende tuvieron que avisarles a los estudiantes cuál era la razón de mi inasistencia.
A veces nuestra vida privada no puede permanecer como tal. Los niños del curso que dicto son especialistas en hacer interrogatorios, así que decidí exponer lo que estaba viviendo.
A partir de allí mejoraron su comportamiento y eso me agradó. Era un grupo muy humano y estaba dichosa de que estuvieran a mi cargo.
Entre ellos tenía a las mellizas Oliviero Fazzolari, las sobrinas de un hombre de ensueño que era italiano. ¡Todo un tipo inalcanzable! Y es que era un empresario reconocido, joven, atractivo y como si eso fuese poco, multimillonario.
Las demás maestras bromeaban y decían que les dejara entregar las evaluaciones de las mellizas. El primer encuentro que tuve con él fue vergonzoso, hasta me fui de indiscreta y lo invité a cenar.
Me pareció muy difícil, por más de que me le insinué, no conseguí nada. Para mí, esos hombres solo buscan aprovechar cada ocasión. Pero me equivoqué, me rechazó muy sutilmente.
Llegué a la casa y me observé en el espejo. «¡Seguía siendo bella!» De pronto prefería tipas más exhibicionistas, mi atuendo era muy formal y no enseñaba mucho.
Bueno, lo volvería a ver obligadamente en la entrega de calificaciones o reuniones escolares.
Aunque ignoró mis mensajes, a la mañana siguiente recibí una caja de bombones. Esperé todo el día el mensaje preguntando si había recibido el obsequio, pero nunca llegó.
Ese gesto me hizo mucha ilusión, al igual que las flores que me había regalado, escudándose en que eran sus sobrinas las que las habían comprado para mí.
No sé que deba hacer, pero a ese hombre necesito conquistarlo. No me importa que no sea el indicado, es un gusto y no debería dejar pasar la ocasión. Por lo menos para darles de que hablar a las demás compañeras de trabajo que se burlan porque ahora soy una mujer divorciada.
Para nuestra segunda cita, que también fue casi que por obligación me mostré muy receptiva, aproveché cada vez que estuve delante de él para sacar el trasero y ver si lo capturaba observándome.
Y así fue, lo vi a través de un espejo perdido en mis piernas. Solo necesitaba más confianza. Pero no sabía si ser directa y mostrarme antojada de él o si, por el contrario, era más ético esperar a que diera el primer paso.
Mientras él me daba su opinión de los apartamentos que estábamos viendo, lo único que yo quería era soltarle esa camisa botón por botón y pasar mi lengua por su pecho.
Pero no pasaba nada, cuando me despedí de él mientras me abrió la puerta iba dispuesta a besar esos labios, pero vi que su respiración se agitó y se me ocurrió que podía jugar con él, así que nada más le di el beso en la mejilla y corrí hasta mi apartamento.
Por ser un conjunto privado teníamos un código, si yo presionaba el botón de emergencia el portero no dejaría salir a nadie del conjunto residencial, hasta que el dueño del apartamento se acercara.
Corrí al baño y me asee mi zona íntima con toallitas húmedas y cepille los dientes. ¡Uno nunca se imagina que se le pueda presentar!
Agarré el intercomunicador y le avisé al portero que le comunicara al chico del auto n***o que se le había olvidado algo importante.
Fue decepcionante para mí oírlo decir que ese auto había alcanzado a salir antes de que sonara la alarma.
—¡Qué porquería! —grité enfadada porque lo había dejado ir por andar pensando en misiones imposibles.
Al día siguiente de nuevo una caja de bombones. Esa era su firma, no me quejaba porque amaba el chocolate. Pero debería ser más expresivo.
—Gracias Leah, pero dile a tu tío que no debe tomarse tantas molestias conmigo. —le dije a la melliza cuando sacó de su mochila el paquete.
—No te preocupes maestra. Mi tiito narizón estaba tan contento por haber salido contigo que no podrás creer las cosas tan bonitas que decía. —Me sonrojé porque jamás consideré que surgiera semejante ilusión en él.
—Gracias niñas, como ustedes son sus cómplices, díganle que estaré esperando una nueva invitación. —Solo que ahora el almuerzo sería él, había que activar la diversión de las citas. Suelo ser un poco pervertida, supongo que Megan Maxwell, Noe Casado y Jodi Ellen Malpas fueron culpables de poner a arder mis pensamientos.