Encerrados

1407 Words
Zoe Por poco y mi alma abandona el cuerpo, «Dios» nunca imaginé que precisamente el padre fuese Max, el sobrino de la madre superiora. —¡Zoe! ¿Me estás escuchando?. —Moví mi cabeza rápidamente, estaba tan sumida en mis pensamientos que no me había fijado que la madre superiora me hablaba. —¡Sí madre! —respondí, sin ni siquiera parpadear, creo que necesito confesarme, pero como, con el padre Max, ni loca. —Quiero que le enseñes absolutamente todo al nuevo padre, ah, también enséñale la capilla, creo que el padre estará dichoso de ver la casa de Dios. —Asentí. Gire mi mirada hacia el padre solo para darme cuenta que él estaba mirándome de la misma forma o con más curiosidad que yo lo hacía. Empezamos a caminar, aún no sabía cómo referirme al nuevo padre, «Por Dios lo había visto completamente desnudo» adicional que cada vez que lo miro a los ojos lo recuerdo desnudo. —¡Hermana podemos hablar unos minutos! —habló el padre Max, claramente se para que es, creo que a ninguno de los dos nos convendría. —Se lo que me va a pedir padre, créeme que soy la menos interesa que la Madre superiora sepa —respondí. —No esperaba menos de ti hermana —dijo tomando una de mis manos, la cual retire de inmediato, creo que tendré que ir a enfermería, está sensación que me produce el padre no creo que sea nada bueno. Rodeamos casi todo el orfanato hasta llegar a la capilla, me eché la bendición antes de entrar a casa de Dios, pero mi curiosidad se centró en el padre Max, era como si para él no significaba nada. Lo ví caminar hacia el altar, mover unas cuantas cosas con curiosidad, hasta que su pregunta llamó más mi atención. —¿Dónde guardan el vino de consagración?. —Alce una ceja, se supone que todo sacerdote sabe que es en la sacristía. —Padre usted sabe muy bien que es en la sacristía, ¿Acaso se le olvidó? —pregunte. —¡No! Para nada, solo que me gusta ver que todo esté en su lugar —respondió, mientras sus manos ni siquiera se podían quedar quietas. —¿Y dónde queda la sacristía? —exclamó, ¿Qué acaso estaba bromeando conmigo? O simplemente no sabe. —Está justo detrás de usted padre, pero vamos y le muestro su lugar de oración. —Caminamos hacia el pequeño cuarto. —¡Padre no vaya a cerrar la puerta!, esa no abre, hace mucho está dañada —dije, llevando mis manos a mi cabeza, al ver que el padre acaba de cerrar la puerta —Disculpa hermana, no alcance a escuchar, ¿Qué me decía? —vociferó. —Padre que acabamos de quedarnos encerrados —dije, realmente preocupada, nadie sabe que estamos aquí, Dios nos vamos a azar, con este calor que está haciendo. —¡Que!, ¿Y por qué no me dijo antes?. —Solo rodé mis ojos, y traté de tranquilizarme, soy claustrofobia, y tengo miedo a estar encerrada. ¿Y ahora qué hacemos? Era la pregunta que no dejaba de rondar mi cabeza. Empecé a caminar de lado a lado, mientras el padre Max solo me miraba con curiosidad, o eso parecía. —¡Hermana! Se puede quedar quieta, quiero pensar, y creo que sus pasos no me lo permiten, además parece una gallina buscando a sus pollitos —dijo el padre. De todo tenía ganas menos quedarme quieta, pero hice caso al padre y dejé de dar vueltas como una gallina. Pasó casi una hora y nadie venía en busca de nosotros, me había cansado de gritar, y el calor estaba haciendo de las suyas, subí mi mirada y por poco el poco aire que aún tenía se esfumó al ver el torso denudo del padre. «Diosito, padre santísimo, apiádate de mí» Empecé a mover mis manos con desesperación, apenas podía mantener la respiración, creo que estaba apunto de desmayarme, o en su defecto morirme. —¡Hermana!, ¿Le sucede algo? —preguntó el padre, alce mi mirada solo para encontrarme de nuevo con su mirada fija en mi. —Nada padre —dije, me puse de pie, y empecé a caminar nuevamente, sentí que me estaba quedando sin respiración y más al ver al padre con tan solo pantalón, quien tenía su torso completamente desnudo. El aire estaba apunto de abandonar mis pulmones y mis ojos se empezaron a cerrar, no podía más. —¡Hermana! Por favor no me haga esto, hermana. —Abrí mis ojos con dificultad, solo para darme cuenta lo cerca que estaba del padre Máx. No lo podía creer nuevamente, me había desmayado y ahora estaba en brazos del padre Máx. —¡Me podría bajar padre por favor! —dije casi en un hilo de voz, me bajó suavemente hasta quedar a escasos centímetros de su rostro, tanto así que podía sentir su respiración cerca de mi Su mirada era distinta, está vez estaba más inquieta que nunca, como si hubiera cometido un delito. —¡Padre!, ¡Zoe!, ¿Estaba ahí? —escuche los gritos de la hermana Margarita. Me hice a un lado, y respiré profundo, por fin nos habían encontrado. —¡Si!, aquí estamos! —grité, realmente emocionada. —Padre creo que es mejor que se ponga la sotana, no creo que sea buena idea que lo vean sin ella —dije, me giré y por alguna extraña razón llevé mis manos a mis labios, se sentía distinto, se podría decir que estaban húmedos. —¡Santo Dios! Por fin los encontramos, por un momento pensamos lo peor —exclamó la hermana Margarita al vernos. —Fue un error mío hermana, espero pronto poder conocer todo el lugar —habló el padre, su mirada como cosa rara estaba puesta en mi. Rodé mis ojos, si él tan solo me hubiera escuchado no hubiéramos pasado por esto. Le encargue a la hermana Margarita que terminara de enseñarle todo al padre, la verdad quiero despejar mi mente. Después de darle clases a mi pequeño y tomar mis alimentos me dispuse a retirarme hacia mi habitación, fue un día realmente agotador y lo único que quería era dormir y no pensar más en el padre Alex, quien todo el día estuvo metido en mi cabeza. —¡Hay padre de nuevo!. —Pegue un grito llevando mis manos a mi pecho. —¡Lo siento hermana!, créame no quería asustarla, pero no conozco a nadie aparte de usted —dijo llevando sus manos a los pantalones. —Cualquier pregunta me la hubiera hecho mañana, o en su defecto a la madre superiora —dije mirándolo fijamente. —Lo se, pero primero antes que me diga cualquier cosa, no sé cuál es la habitación de mi hermana, segundos tampoco se cuál es mi habitación, por ello vine contigo —dijo, deje salir una pequeña sonrisa, se suponía que Margarita le diría absolutamente todo, pero por lo visto se le olvidó ese pequeño detalle. —Está bien padre, vamos en este momento le indicó cuál es su habitación —dije. —Hermana una pregunta más, ¿Esos hombres que están armados que tanto hacen? —preguntó el padre. —Ellos se ofrecieron a pintar el orfanato, y por los hombres no se preocupe, solo durarán un mes —respondí mientras caminábamos hacia la habitación del padre. —¿Qué?, ¡un mes! —Me giré y no sé por qué, pero juraría que el padre Max está angustiado. —!¡Hermana esperé!. —Me giré, solo que al girar quedé a escasos centímetros del padre, así que retrocedí unos centímetros, solo que me golpeé contra la pared. Mi pecho empezó a subir con gran fuerza, sentía como si tuviera un caballo a punto de desbocarse por una pendiente. —¿Dígame padre? —dije en un hilo de voz, mordí mi labio inferior al ver que ella mirada de padre estaba justo puesta en mis labios, no, no, son alucinaciones mias. —Eh, no, creo que es mejor entrar a la habitación, si, eso es, hasta mañana hermana. —Arrugue mi nariz, y Vi cómo el padre se metía en la habitación que le había indicado, pero vaya al fin respiré profundamente tranquila, solo espero y mi vida no se me convierta en un infierno con el padre Max
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