Max Joder, estaba apunto de tirar a Sara por la ventana si no se callaba la boca, la solté y quité mis manos de su boca, ni loco iba a dejar que Zoe se diera cuenta con quién soy, y menos ahora que estoy pensando en confesarle toda la verdad, mi verdad. —¡Suéltame ya!, puedes estar tranquilo, la insípida de la monja se fue, así que tú y yo tendremos la mañana para los dos solos —exclamó Sara, con su cara llena de picardía —¡Le dije que no!, quiero que te vayas, y ahora mismo —dije, abrí la puerta e hice un ademán con mi mano para que saliera lo más rápido de mi habitación. —Está bien bomboncito, pero está noche volveré, así que espérame despierto. —No alcance a decir nada, la muy lista me dejó con la palabra en la boca, debo hacer algo y lo primero que haré es buscar a Zoe. Acomodé

