PRESO

2. EL RECHAZO

Einar había observado a Maria José con detenimiento y sin ninguna prisa, tal como lo haría una leona a su presa, esperando el momento oportuno de abordarla, no se fijaba en la sonrisa de la joven cada vez que saludaba a alguien, ni en lo arreglada que iba hoy, no, él había investigado tanto de ella, que sabía a lo que había ido, a buscar marido, es todo lo que hacían las mujeres de su edad y Marijo tenía solo 23 años, la edad justa para encontrar un esposo adinerado, el trato que le propondría la haría muy feliz

Espero pacientemente a que Marijo entrara a la sala de ajedrez, la interceptaria en el pasillo, ahí nunca había nadie, excepto ella y alguno que otro chico que, al igual que él, esperaba el momento oportuno para invitarla a salir

-señorita Narvaez -pensó que la chica le dirigiria una sonrisa, pero no ocurrió, supuso que la sorpresa le ganó a la felicidad, y así fue, al menos la parte de la sorpresa

-Señor vondant, ¿le puedo ayudar en algo? -Marijo estaba tan asombrada de que el hombre le dirigiera la palabra que ni siquiera reparó en que el tipo llevaba una cajita en la mano

-digamos que nos podemos ayudar ambos, usted debe saber que es imperativo para un empresario como yo encontrar una esposa y he encontrado en usted la esposa más adecuada, su carácter sumiso y su cordialidad me han hecho inclinarme por usted a pesar de saber los estados financieros de su familia -Marijo había fruncido el ceño y en este momento se sintió dentro de una de sus novelas favoritas, orgullo y prejuicio, pero ella no era Elizabeth Benett y ese hombre frente a ella distaba mucho de ser Mr Darcy, además era poco probable que la timidez sea el móvil por la que este tipo no tuviera amigos, era evidente el desdén que mostraba por todos, a sus 34 años aún no se le conocía novia alguna y Marijo lo atribuyó de inmediato a su falta de modales y su inclinación por regodearse de humillar a los demás

-Me siento muy honrada, pero…

-aún no le he contado los beneficios -interrumpió el hombre mirándola, no conocía una sola mujer que no se dejase llevar por el dinero y todo lo que ello representaba -en cuanto nos casemos tendrá total acceso a mis cuentas bancarias y podrá disponer de ellas como mejor le plazca, por supuesto obtendrá todo lo que una Vondant debería, autos, joyas, propiedades, cuanto pueda imaginar, es un trato muy bueno, incluso puedes disponer de tu tiempo, siempre y cuando pases cada noche en la mansión, por supuesto que espero intimidad aunque

-disculpe señor, creo que va muy rápido -interrumpió Marijo, apenas asimilando lo que el hombre le propone -debo declinar su oferta -contesto tajante, no entendía qué tipo de “acuerdo” quería hacer con ella, pero estaba equivocado si pensaba que ella era como aquellas chicas que solo pensaban en el dinero

-¿necesitas que agregue más al acuerdo?, por favor hazme saber tus demandas -María José sonrío a pesar de la rabia que desfilaba campante por todo su cuerpo, que ilusa habia sido al comparar a este hombre con Mr Darcy, suspiro sintiendose idiota y le miro fijamente, sin un atisbo de ese caracter sumiso del que él habia hablado

-no soy la persona que busca, se lo aseguro, solo me casaré cuando conozca a la persona con quien me sienta a gusto de compartir mis intereses y sentimientos, lamento mucho haberle hecho perder su tiempo, pero no busco un esposo que piense que mi mayor virtud es ser sumisa, créame que tengo muchas más y espero que un día mi esposo lo valore, mucha suerte en su búsqueda, espero pueda encontrar esa persona sumisa, dócil e interesada que busca -Einar pudo leer la furia en sus ojos y algo más que reconoció como indignación, lo había visto muchas veces cuando hablaba con las personas

-en ese caso, espero que las finanzas de su familia le permitan encontrar a ese hombre -dijo con una sonrisa que a Marijo le supo amarga por el simple hecho de entender el significado a través de ella, un día su familia iría a bancarrota y probablemente la única opción que les quedaría a ella y a Maria Fernanda, sería encontrar un acuerdo como el que acababa de rechazar