Ámame Por Quien soy

—¡Doctor Butler!— la voz de la enfermera agitada llama mi atención— ¡Tenemos una emergencia! ¿Podría por favor acompañarnos?— dejo de hacer lo que estoy haciendo de forma inmediata, tomo mi bata blanca y le hablo. —¿Qué ocurre, Anita? Para que llegues así, debe de ser algo muy fuerte— le hablo con calma, comprendiendo un poco la actitud de ella. Es recién graduada de la escuela de enfermería, y este es su primer trabajo, así que cualquier emergencia que ocurre hace que ella literalmente se ponga en estado de alarma también. —Acaban de ingresar a una mujer joven de unos veinte años, intento de suicidio, venas cortadas y ha perdido mucha sangre, su pulso es muy débil— habla tan rápido que me tengo que detener a mitad de camino. —Anita— llamo su atención tomando sus hombros—. Debes de mantener la calma, estas cosas ocurren todos los días. ¿Eres una profesional? —ella asiente con los ojos desorbitados— Entonces recuerda actuar siempre como una —le sonrío un poco y ella respira profundo. No es que sea muy empático y cariñoso, para nada, sólo que me estresa trabajar con personas frágiles en un lugar donde hay que tener mucha entereza—. Ahora, vamos a salvar una vida —ella sonríe y ambos caminamos a paso rápido llegando así a la sala de emergencia donde todo es un caos- —¿Qué tenemos aquí? —pregunto mientras me coloco mis guantes de látex y el equipo médico ya está manos a la obra. —Corte de vena en la muñeca con una cuchilla de afeitar. El corte es superficial, pero aun así ha perdido mucha sangre. Signos vitales un poco débiles —asiento pensativo y comienzo a revisar la herida en su muñeca. Limpio con la ayuda de un algodón y alcohol, en efecto la herida es superficial, solo requiere de unas pequeñas puntadas, pero nada que ponga en riesgo la vida de la paciente. Con un tratamiento sencillo y una buena limpieza esa herida sanará. Lo que me preocupa más es el motivo por el cual la joven ha decidido autolesionarse de esa manera. A simple vista se ve que tiene una buena posición económica, viste bien. No es para nada fea, en cambio es muy hermosa, con una belleza algo llamativa. Lo único que puedo notar es que es gordita. Del resto, por fuera se ve bien. —Cuando terminen aquí, súbanla a una habitación. Cuando despierte háganmelo saber, necesitamos saber si lo que hizo fue un acto de autolesión no suicida o tuvo la intención de acabar con su vida realmente. Necesitamos evaluar la intención, la razón y el estado de ánimo de la paciente antes de levantar el alta, para así notificar a sus padres —todos me responde que sí al unísono y se ponen manos a la obra con ella. Salgo de allí y me voy de nuevo a mi consultorio a leer los cientos de informes que tengo de casos que requieren operación inmediata. En este hospital público el más experimentado de todos soy yo, no por ello actuó más que mis colegas, en cambio, les ofrezco mi ayuda siempre que puedo, los aconsejo y estoy siempre disponible para darles mi sugerencia u opinión en algún caso complicado que alguno de ellos pueda tener. Ellos lo saben, por eso acuden a mí cada que pueden y lo necesitan. Yo trato lo menos posible en interferir cuando están pasando consultas o atendiendo alguna emergencia, pero si me llaman, no dudo en prestar mis conocimientos. Este hospital público es uno de los pocos en la ciudad de Valencia, y fue el que elegí para prestar mis servicios sin esperar algún pago por ellos. La medicina es cara, que un médico profesional de mi nivel te atienda en alguna clínica privada o su consultorio cuesta muchísimo dinero. Yo lo sé, lo viví en la niñez, por ese motivo me dediqué a estudiar, a ser el mejor, a enfocarme en aprender y crecer cada día. Deje a un lado las fiestas, las salidas, las chicas, solo para llegar en donde estoy. Por ese motivo, presto mis servicios aquí. Tengo una oficina donde el comité del hospital me pasa informes con nombres y apellidos de los casos más complicados que requieran cirugía para yo elegir cuál hacer una vez a la semana, son cientos las carpetas que tengo en mi escritorio esperando ser leídas y seleccionadas, todas ellas representan a personas de bajos recursos que no cuentan con el dinero suficiente para costear una operación tan complicada y costosa, y es aquí donde entro yo. De forma cuidadosa y dependiendo del estado de salud del paciente, elijo un caso médico para ser tratado en el quirófano una vez por semana, con el apoyo del personal médico de acá, y así logra poder salvar una vida más sin costo alguno. Llevo más de una hora metido aquí adentro, ya mis ojos están pidiendo un descanso. Me quito los lentes de lectura y me froto los ojos con mis dedos mientras me recuesto un poco del sillón. Unos leves toques a la puerta me hacen abrirlos. —Adelante —digo mientras me siento derecho. —Doctor Butler, la paciente ya despertó —Anita entra con algo de nervios a mi oficina. Sé que la intimido muchísimo, pero tiene que entender que acá no estamos para perder el control—. Doctor, yo quiero disculparme por perder los nervios hace un momento, vi a esa joven bastante pálida y la sangre por todos lados que realmente me preocupe muchísimo por ella y por eso entre en nervios —está avergonzada y yo tengo que respirar profundo para no gritarle. —Anita, ¿sabes cuál es tu problema? —ella niega asustada— Tu problema es que eres muy empática y sentimental, a pesar de ser una excelente enfermera y tener una energía inagotable, dejas que tus emociones y sentimientos te controlen. Y eso es un gran error si deseas seguir trabajando acá o en cualquier sala de emergencias —me coloco de pie y me fundo mi bata blanca—. Pudiste ser la mejor de tu clase, pero si no aprendes a controlarte vas a fracasar en lo que amas. —¿Acaso usted nunca sintió miedo? —suelta sin más y yo me detengo a verla impasible. Luego la veo ponerse roja por su arrebato y yo cuento hasta cinco para no ponerla en su lugar. —¿Crees que la primera vez que hice una neurocirugía no tenía miedo? Sude como nunca ese día, mi corazón latía muy rápido, incluso quise llorar horas entes, ya que tenía una vida en mis manos, y si yo me equivocaba en algo, esa persona la pagaría. Pero ¿sabes algo? Nunca deje que vieran mi miedo, mis nervios los controle y mis emociones las encerré bajo llave para poder hacer un trabajo excelente. No soy de piedra Anita, pero no dejo que esas emociones interfieran que mi trabajo, y eso deberías de hacerlo tú también. ¿Quedó claro? —ella asiente pensativa y sale detrás de mí hacia la habitación de la paciente. —Quédate conmigo, puede que tener una presencia femenina la haga sentir más a gusto —ella asiente y entra detrás de mí. Al caminar la veo un poco más a detalle y no puedo negar la chica es hermosa, a pesar de que es gorda sus facciones son finas, su piel es algo bronceada, sus ojos color café oscuros me examinan. Nariz perfilada, cejas gruesas y unos labios carnosos, se nota que tiene unos pechos bien grandes y… Contrólate, Butler, ella es tu paciente.