Somos perfectos el uno en el otro. Tocarnos es como nacer en un mundo de placer, de deseo, de lascivia. Neófitos de la pasión. Sus manos se vuelven garras que ansían hacer jirones mi ropa, esfumar las suyas y aunque afuera nos espera su mujer, aquí dentro...entre sus brazos me tiene presa del desenfreno mientras nuestro hijo descansa feliz en vientre. —Will...— intento detenerlo y me besa otra vez, le devuelvo la caricia poniendo mis manos en su rostro, es muy guapo —, tu mujer está ahí. Por favor, no hagamos esto. —Lo siento...lo siento...lo siento. Se lamenta una y otra vez contra mis labios pero sigue besándome. Restriega sus pómulos con los míos y finalmente decido para esto, Elena no lo merece y acabará dándose cuenta de que algo pasa aquí dentro mientras ella espera ahí fuera.

