La reunión

1427 Words
Este es nuestro lugar de trabajo, uno en el que estaremos compartiendo espacio juntos, casi sin poder remediarlo porque la intempestiva decisión de dejarlo e irme fue algo del momento. Algo que se me pasó por la mente en medio de la desesperación por toda la locura que esto supone para mi pero no es algo viable. Sé muy bien cuánto hay en juego y mis cuentas se están pagando gracias a este trabajo, no puedo ahora simplemente largarme y menos, si se trata de mi estando embarazada. Mi cabeza es un tremendo caos y me obligó a trabajar la mañana entera para no pensar en todo lo demás. Cuando recuerdo que tengo el móvil apagado lo enciendo y le envío un mensaje de texto a Elena, quedo con ella para mañana comer juntas y espero para entonces tener alguna duda resulta al menos. No quiero ser mala persona, sé que le prometí darle este bebé y sé que al final no lo haré, es mi hijo y ella moriría antes de saber la verdad pero el miedo al proceso es más fuerte que la certeza de este futuro. Esa es la que supone la gran diferencia para mi. Durante el resto del tiempo no lo he visto, ni siquiera ha vuelto a salir de su despacho y agradezco mantener esas tentaciones controladas y lejos de mi. Hemos podido comprobar ambos, que estando a solas, piel con piel...nos perdemos. No sé que tiene él o que se me escapa de mi para que tengamos esta química imparable juntos pero el caso es que es difícil mantener las distancias. Es muy complejo no desear algo que no debemos...al menos por conciencia o humanidad y empatía ante la situación de su mujer. —¡Naia, ya vamos yendo a la reunión con Mcgregor! —la cabeza de Fabio se cuela en mi despacho —. Dicen que está un poco gruñón. Vamos, nena. —Ya estuve hablando con él esta mañana y sí, muy amistoso no está —respondo levantándome y tomando mi agenda —. Ha sido una presentación compleja. —Pues ya ves —me toma de la cintura —. Siéntate conmigo para que no te coma el león. Me hace gracia lo que dice y me río bajito dejándome guiar por él. Hemos hecho buenas migas desde que estoy aquí y aunque he descubierto que está en una relación con un amigo mio de la facultad, nadie en el bufete está al tanto. Es muy cuidadosos de su privacidad pero su amistad ha sido muy importante para mi este tiempo. Y me ayudó mucho con el apartamento cuando me mudé. Fabio es como mi soporte ahora mismo. —Esta noche saldré a cenar y bailar con las chicas, ¿te apuntas? —Con gusto si estoy solo —me dice al oído —. Çerkan ha viajado a Turquía por un familiar que ha muerto. Es puro tramite pero ya sabes que no puedo ir con él, en su país es delicado lo nuestro. —Lo sé. No digo nada más porque justo nos atascamos en la puerta antes de entrar con William. Sus ojos van rabiosos, de los míos a la los de Fabio y terminan en la mano que tiene en mi cintura. Algo en su rostro se contrae tanto que se le ve la mandíbula tensa, y entonces suelta con genio... —Santorini no abraces a la fiscal en horario de trabajo y por favor pasa —mi amigo me suelta con calma pero el padre de mi hijo le indica con un gesto de la mano —, la señorita Fort se sentará a mi lado. Empezaremos ya. Casi suelto un bufido pero me controlo. Fabio se aleja sin rechistar y yo clavo mi mirada incisiva en él que me hace saber que no permitirá siquiera que proteste. Soy la única fiscal del equipo, así como él es el único juez pero los demás abogados de la firma trabajan para esclarecer los casos ante mi, que los discuto con él. Todo es demasiado complicado para que salga bien. Siento que la complicidad que requiere nuestro trabajo es insoportable dada la situación y cuando nos enfrentemos a los diferentes jurados en todos los casos creo, que tendremos más desavenencias. Hasta ahora estuve trabajando con un juez del distrito hasta que él se incorporara pero ahora, ahora empieza la aventura entre los dos. Y en más de una forma. —Tú y yo hablaremos de lo que acabo de ver en cuanto este reunión acabe —susurra acercándose un poco. He tenido que sentarme a su derecha y su muslo me roza el mio constantemente. Creo que lo hace a propósito para que me ponga más nerviosa aún. Todo con él es tan confuso que me preocupa cada vez más el futuro. —No te metas en mi vida, William —mascullo de vuelta para que nadie más oiga —. Yo me relaciono con quien quiera. —Por encima de mi cadáver —casi grita pero termina arrastrando entre sus dientes las palabras. —Por encima de lo que sea. Y déjalo ya que tenemos trabajo. Por favor...para. Carraspea y se pone de pie. Por fin le tengo lejos de mi piel y pasamos las siguientes tres horas organizando el trabajo, los juicios pendientes y las reuniones con las policía y los futuros clientes. Por suerte veo mientras él avanza por el cronograma de trabajo que estamos muy ocupados en los días que vienen y esos me gusta, mientras más tiempo demande mi mi trabajo, menos tendré que estar con él a mi alrededor huyendo o cayendo en la tentación. Para cuando cierro mi carpeta y todos van saliendo mientras me dispongo a seguir a Fabio, el jefe me indica que espere, que él y yo aún no acabamos. Nadie puede desconfiar porque su trabajo y el mío están demasiado ligados y le lanzo un gruiño a mi amigo para que sepa que me quedo un poco más y nos vemos después. Este se va y cuando la puerta se cierra y nos quedamos solos me envaro y poniendo una mano sobre mi cadera me apoyo con la otra en la mesa y me giro hacia él, iracunda perdida... —¿Quién te crees que eres para meterte en mi vida? —Baja la voz. —¡Ah!¡¿Ahora si baja la voz?! —no doy crédito. —¿Que hay entre ustedes? —pregunta con calma. No sé de donde la ha sacado pero me enfurece este interrogatorio. —No es asunto tuyo. —¡Naia...! —advierte y me toma de la cintura poniéndome delante de su cuerpo, entre sus piernas contra la mesa —. Estoy tratando de ser paciente. Mantengo la cordura pero no me presiones demasiado. —No te pertenezco, maldición —intento quitarme sus manos de encima —. Déjame en paz. Es solo un gran amigo. Deja de meterte en mi vida. —Quiero conocerte y para eso tengo que saberlo todo. —Es que no me creo que puedas ser tan cínico —me llevo las manos a la cabeza —. Estás casado. Se supone que voy a darte un hijo para que críes con tu mujer. En teoría tu vida y la mía solo se une por este bebé y que ahora resultaste ser mi jefe. Nada más. —Tú lo has dicho —insiste —, se supone. Todo lo que se suponía que iba a pasar entre tú y yo ha cambiado y ya sabes por qué. Te quiero para más que lo que ya tenemos en común y voy a conseguirte. Cueste lo que cueste te demostraré que sé de lo que hablo. —¿Me lo tengo que tomar como una amenaza? Se aleja, presiona un botón para que los cristales hagan que seamos visibles para todo y entonces culmina la reunión diciendo: —Mejor como una promesa. Y se larga dejándome más confundida todavía y con un nudo en el estomago que llega a ser incomodo. Tomo mia cosas para irme también y cuando salgo al pasillo que llego a mi despacho oigo que dicen a mi espalda... —¡¿Naia...?! Reconozco la voz de Elena y tanto él que está a unos pasos por delante de mi y se da la vuelta para mirarnos a ambas, como yo que aún estoy de espaldas a ella y frente a él nos quedamos sin tener muy claro qué hace aquí...o cómo se tomará este asunto.
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