La conversación

1027 Words
Salgo de la cama tan rápido como acordamos que tenemos que hablar. En este momento no me hace sentir bien estar bajo las sábanas con él. Un gran golpe de realidad me azota porque estoy siendo la amante de un tipo casado —y además a conciencia —y sufro porque esta aceptación es más dura que cualquier otra cosa. Estoy haciendo algo horrible y no hay forma de que se vea mejor. De hecho cada vez luce todo peor. Porque nada puede mejorarlo pero, ¿qué hago con lo que siento? O peor, ¿qué hago con lo que él me hace sentir? Y encima su mujer es maravillosa y no se merece esto que le estamos haciendo. Cada cual por sus propias razones pero, en el fondo, todo es una basura. —No sé por qué no me juzgas porque lo que iba a hacer con ... Me quedo en silencio de repente incapaz de seguir. Me quito las sábanas de encima y aunque sé que me ve desnuda recupero la bata de algún lugar del suelo en el que fue a parar en medio del caos que desatamos. Desde el principio de esta historia entre los dos me pregunto lo mismo. Camino hasta la ventana y dejo que mi vista se aleje de él mientras se sube el pantalón y abrocha su cinturón. Es tan viril, tan hombre. Tan fuerte. —No te juzgo porque es natural en estos tiempos que unas mujeres ayuden a otras a ser madres —explica y lado la cabeza sin mucha emoción —. Porque tienes tanta culpa como yo de todo lo que nos pasa y porque el simple hecho de tratar de impedir que nos pase lo que nos pasa te hace mejor persona. Es feo, si...pero no lo puedo evitar. No consigo hacerlo. Tampoco creo que puedas tu pero respetaré que quieras intentarlo. Abrazo mi propio cuerpo con la intención o no de suplantar la ausencia de sus manos por todo mi cuerpo pero creo que lo nota y se une al gesto. Se pone detrás de mi y lleva las manos justo por encima de las mías, haciendo el mismo camino que hice yo con las mías y luego acomodando su cabeza en mi hombro. Los dos miramos así de serenos el paisaje urbano que se dibuja más allá de las ventanas. —Me encanta tenerte entre mis brazos —su voz es muy suave, tranquilizadora —. Y me gusta más todavía ver como te hace sentir en paz. Como te para los pies, te deja la mente serena. —No te equivocas en nada y es extraño, ¿sabes? —me doy la vuelta en sus brazos —. Es extraño que todo esto sea tan complicado y se me haga muy sencillo estar contigo, contra todo. Eso es justamente lo que me hace dudar de que podamos soportar esta situación. Y el solo hecho de plantearlo es un poco absurdo. —Nosotros no hemos buscado esta situación —pego mi frente a su pecho —, la vida nos ha puesto en medio de todo esto. Esté bien o esté mal es así. Llama alguien a mi teléfono y me acerco para responder. Salirme del confort de sus brazos es desolador. Pero lo peor llega cuando respondo a su esposa. Es su bendita esposa quien me llama. Mientras yo miro a su marido a los ojos, sabiendo que todavía siento su semen dentro de mi cuerpo. Mientras yo le tengo desnudo en mi habitación le confieso a ella que estoy dispuesta a vernos a solas. Le aseguro que no es ningún problema para mi hacer una cita con ella y me siento la mujer más deplorable del mundo. El ser más rastrero del planeta y me moriría de vergüenza si alguien pudiera ver mi cinismo ahora mismo. —Es una buena persona —le reclamo nada más colgar el teléfono y lavarlo en mi cama —. Que no merece algo así y te lo pido por favor...por favor, no me pongas otra vez en una situación así. Yo no soy una zorra, no me hagas tratarme como a una. Y ayúdame a no dejarme llevar por esto que me.hacew sentir. Por favor. Él me mira y me mira por un rato. Se lleva las manos a la cintura y sabe y entiende que tengo razón. Que todo esto es como mínimo miserable y que estamos dejando en claro que somos débiles, que nos ponemos en situación de tentación y los dos caemos. Acepta mantener las distancias pero no sabe si lo conseguirá, incluso desconfía de que no sea él quien más aguante y yo sin embargo en algún momento cruce esa línea. Pero tenemos que hacerlo. Nos hemos dado cuenta de que hay algo fuera de lo común entre los dos, que somos pocos opuestos que no consiguen dejar de atraer se pero también quiero pensar que seguimos siendo gente respetable y que respeta y vamos a poder con esto. Uniendo fuerzas así será. —Si puedes mantener las distancias podré darle esa satisfacción a ella. William —explicó aunque el concepto no me guste. —No puedo prometer que vaya a lograrlo pero... –Tendrás que hacerlo —le interrumpo y él se empieza a poner el reloj y la camisa después —, porque si quieres que finja por dos meses que voy a darle mi hijo a tu mujer, tienes que renunciar a hacerme esto. Yo pondré todo de mi parte para alejarme de ti pero no ayuda que vengas detrás de mi. Esta es la última vez, prometelo o le cuento todo a Elena. La lentitud con la que se viste es insultante. Se acomoda los gemelos de su camisa mientras yo le miro envuelta en una bata que me cubre poco. No ayuda a que confíe en él con esa actitud chulesca pero está guapo a rabiar y eso me desconcentra un poco. Para cuando se acaba de vestir y camina hasta mi sé que la conversación ha acabado y solo hay una cosa por hacer...entonces repito con exigencia en mi tino: —¡Promételo!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD