SÁBADO.
Evelyne observaba por la ventanilla del auto el lugar en el que estaban ante su vista era desagradable, casas de maderas y ladrillos que en cualquier momento podrían colapsar por lo descuidados que estaban, personas en las esquinas rogando por dinero sin abrigo y con trapos viejos como ropa.
En su país casi siempre hacia frío, ella iba bien abrigada y aún que miraba tal escena deprimentes no le afectaba en nada .
—¿En qué zona estamos?— Le pregunto a su chófer.
—Ivanovo, señorita.— Respondió.
—¿Cuanto tiempo falta para llegar?— Volvió a preguntar.
—En menos de cinco minutos, señorita.—Respondio.
Evelyne no dijo nada más.
MINUTOS DESPUÉS.
Su chófer abrió la puerta del auto ayudándola a bajar.
—Que desagradable lugar.— Murmuró.
—¿Mande?— Preguntó su chófer al pensar que le había hablado a él y por distraído no la había escuchado.
—Saca mi mochila y las dos bolsas.— Ordenó, caminado hasta la puerta de aquella casa de ladrillos y pintura desgastada.
Al no ver tiembre tocó con sus nudillos, la puerta tardo algunos segundos en ser abierta.
Dejando ver a Beliel.
—Si viniste.—Dijo sin poder creer que la chica estuviera ahí.
Evelyne alzó una ceja.
—¿Por qué no lo estaría?— Preguntó.
—Oh, bue....
—Señorita, su mochila y sus bolsas.— Interrumpió el chófer entregándole las cosas. —La estaré esperando acá afuera.— Se inclinó un poco para darse la vuelta y subir al auto.
Volvió su mirada al gemelo.
—¿Me dejaras pasar o haremos la tarea acá afuera?— Pregunto.
—Si, perdón pasa por favor.— Se hizo a un lado dejándola pasar.
La casa por dentro era mucho más deprimente, los sillones desgastados al igual que las paredes opacas y con moho.
—Toma asiento por favor.— Beliel quito algunas prendas que estaban en el lugar sacudiendo un poco a su paso. —Mi hermano no tarda en venir podemos ir adelantando un poco si quieres.— Dijo nervioso.
—Bien.— Respondió sentándose dejando las bolsas a un lado de ella, sacando de su mochila algunos libros.
UNA HORA DESPUÉS.
La puerta se abrio, era Cannan junto a una mujer algo desaliñada y ropa desgastada.
—¿Que hace ella aquí?— Pregunto cannan.
Evelyne sonrió.
—Buenas tardes.— Saludo a la mujer quien se sorprendió y avergonzó.
—Buenas tardes.— Respondió mirando a otro lado para que no se pudiese notar lo hinchado y verdoso que tenía el ojo izquierdo.
—Vino hacer tarea.— Respondió Beliel.
—Entonces iré a mi habitación para no molestar, un gusto conocerte.— Dijo la mujer despidiéndose de Evelyne.
—Igualmente.— Hablo, aquella situación le parecía divertida.
—Eso debe dolor.— Le hablo a Cannan quién mostraba algunos moretones en sus brazos y en su rostro.
—Si duele o no, eso a ti no te importa o ¿si?— respondió brusco.
Evelyne volvió a sonreír.
—La verdad no.— tomo sus libros para guardarlos. —Bueno es hora de ir me, para ser sincera no creo soportar este olor tan repugnante por más tiempo— Volvió a su rostros sin expresión.
—¿Y la tarea?— Preguntó Beliel nervioso.
—Yo la terminaré, toma.— Le entrego las dos bolsas. —Nos vemos el lunes.— Se despidió pero fue detenida por cannan.
—¿Que es?— Preguntó desconfiado.
—Si miras dentro lo descubrirás.— Quiso caminar pero cannan la sostuvo del brazo.
—Llevate, no lo queremos.— Ordenó.
—¿Y creen que yo quiero que me estén vigilando todo el día en el colegio?— Dijo soltándose, dejando sorprendidos a los gemelos. —¿Creen que no lo sabía?— Rio. —Ustedes llevan vigilándome desde hace tres casi cuatro años.— Comentó sería.
—No sabemos de qué hablas.— Contesto Cannan.
—Si, claro. nos vemos el lunes.— Se despidio.
Salió de la casa, el frio golpeó sus mejillas pero era algo que le gustaba.
El chófer al verla salió deprisa para abrirle la puerta.
Había sido un día muy entretenido.
En casa de los gemelos los dos guardaron silencio no podían creer que habían sido descubiertos.
—¿No fuimos cuidadosos?— pregunto asustado Beliel. —¿Estamos en problemas?— Pregunto con miedo.
—Tranquilo, no lo estamos.— Hablo Cannan. —¿Que es lo que tienen las bolsas?— Pregunto para cambiar el tema y distraer a su hermano.
Beliel abrió la bolsa sacando de ella dos uniformes.
Miro sorprendió a su hermano, las prendas eran nuevas y se veían de sus tallas, abrió la otra bolsa donde habían dos cajas con zapatos también de sus tallas.
—Hermano.— Lo llamo al no saber por qué le habían dado aquello.
—Guardalo, se lo regresaremos el lunes.— Dijo sin saber que era lo que planeaba Evelyne.
—Tambien hay una nota.— La saco. —Ni se les ocurra regresarlo al menos que me quieran ver realmente molesta, úsenlo por su propio bien.— Leyó con voz temblorosa.
—Esta loca.— Dijo Cannan.
LUNES.
—¿Cómo estuvo tu fin de semana Evelyne?— Pregunto una de sus compañeras.
—¿Podemos almorzar juntos?— Preguntó otro.
—Te vez muy linda.—
—Vamos a almorzar todo juntos.—
Evelyne sonrió.
—Claro, almorcemos juntos.— Contestó. —Y mi fin de semana estuvo bastante aburrido para ser sincera.— Respondió.
El salón guardo silencio al ver a los gemelos entrar, no podían creer que los pobretones llevarán uniformes nuevos.
—¿A quien se los robaron?— Preguntó un chico con burla.
Todos rieron a excepción de Evelyn.
Los gemelos no respondieron solo fueron hasta sus asientos.
—¿No crees que eso fue grosero?— Evelyne le pregunto al chico quien la miro sorprendido.
—Solo fue una broma.— Respondió avergonzado de que la chica más popular lo haya reprendió.
—¿Broma? ¿fue en verdad eso?— Se levantó de su lugar. —Las personas que molestan a otros me desagradan.— Se acercó hasta el de forma sería.
—Yo...yo no lo dije en encerio, lo siento.— Se disculpó.
—¿Por qué te disculpas conmigo?— lo miró, todo el salón estaba en silencio sintiendo la tensión que había en el ambiente.
—Disculpate con los gemelos — Ordenó una chica.
—Es verdad tienes que disculparte.— Grito otro.
—No solo el lo debe hacer.— Dijo Evelyne.
Se escucharon murmuró para después todos acercarse a los gemelos.
—Lo lamentamos.— Dijeron todos casi al mismo tiempo.
Los gemelos solo miraron a Evelyne no sabían del por qué el cambio tan repentino hacia ellos.
—Ahora me agradan mucho más—Mintio. —Saben reconocer sus errores, es por eso que hoy les voy a invitar el almuerzo.— Sonrió por lo patéticos que se veían.
Tomo su mochila para tomar el asiento que estaba enfrente de los gemelos.
Todo el grupo se sorprendió pero no dijeron nada para no hacer pasar un mal momento a Evelyne todos querían verla feliz.
El Profesor llegó comenzando la clase como siempre.
—Saquen el libro que les encargue que compraran.— Ordenó el profesor. — Leean los párrafos de la página 113 y 115, harán un resumen de lo más importante— Dijo para sentarse y mirar uno de sus libros sin prestar más atención.
Evelyne volteo para mirar a Beliel.
—¿Tienen el libro?— Pregunto en voz baja a lo que el gemelo negó sin mirarla.
El costo del libro era bastante elevado para ellos.
—Toma, pueden compartirlo por lo mientras.— Le entrego el suyo.
Beliel la miró.
—¿Y tu?— Preguntó.
—Ese libro ya me lo he leído bastante veces, asi que es muy sencillo para mí.— Respondió para darse la vuelta.
Media hora después.
Se levantó para entregar el trabajo.
—Muy buen trabajo señorita Evelyne— El profesor la felicitó. —Y como siempre la primera en entregarlo.— Dijo mirando con reproché a sus alumnos.
—Es gracias a ustedes ya que es un gran profesor.—Mintio.
Era algo detestable tener que estar fingiendo pero su padre le había enseñado que era la única forma para que nadie sospechara de ella y la tuvieran en un pedestal.
Pasaron los minutos y los siguientes en entregar fueron los gemelos sorprendíendo por segunda vez a sus compañeros.
El sonido de la alarma sonó todos soltaron el aire de sus pulmones la clase había terminado y podrían descansar y comer por un rato.
Todos se levantaron esperando a la chica más linda del salón.
—Adelantense.— Ordenó de forma amable.
salieron del salón mientras charlaban entre si.
—Beliel vamos.— Ordenó parándose enfrente del chico.
—¿A donde?— Pregunto confundido.
—A la cafetería ¿donde más?— Dijo algo irritada.
—Mi hermano no irá a ningún lado solo ni muchos menos contigo.— Hablo Cannan desde su asiento.
Evelyne río sin gracia.
—Oh vamos antes no parecía molestarles en seguirme a todos lados.— Hablo —Esto que harán es lo mismo pero con la única diferencia que será cerca— Dijo.
Las mejillas de Beliel se pusieron rojas.
—Gracias pero estamos bien.— hablo Cannan.
—Pero que fastidio, intento ser amable pero solo me están jodiendo.— Dijo molesta. —Si no quieren aceptar la invitación está bien no rogaré por una estúpido almuerzo pero estoy segura que llevan días sin comer y por tu orgullo tu hermano no tardará en desmayarse.— Hablo sería.
Se dio la vuelta para ir se, su padre tenía razón es mejor ser una mierda de persona.
Camino por los pasillos, dándose cuenta que los personas la seguían en silencio.
Sonrió de lado.
Al llegar a la cafetería se acercó a una mesa bastante grande donde varios de sus compañeros la esperaban.
—Tomen asiento.— Les dijo a los gemelos quienes después de unos segundos decidieron sentarse ante la atenta mirada de todos. —¿Podrían traer nuestros almuerzos?— Le pregunto a un par de chicos. —Aca está el dinero— Les entrego bastante billetes como para invitar a media escuela.
Los chicos aceptaron encantados.
Evelyne tomo asiento junto a Beliel, quien solo miraba la mesa.
Cannon se veía molesto por qué había sido atrapado pero si era para que su hermano tuviera alimento en el estómago aguantaría burlas.
Ya que Evelyne tenía razón llevaban dos días sin probar algún alimento alguno.
No tardaron los chicos en llegar dejando las bandejas a cada compañero.
—¿Te gusta la malteada?— Un chico le pregunto a Evelyne. —Es que te he comprado una con mi dinero.— Se sonrojo.
—Pero que amable eres, gracias.— La tomo dejándola en la mesa.
Ella no comía nada de lo que sus compañeros le daban, si comía lo de la cafetería era por qué su padre había logrado que dos de sus trabajadoras entraras como cocineras en las instalaciones.
Beliel le sonrió a su hermano al probar un pedazo de carne, estaba tan delicioso que se le hacía imposible creer que estuviera comiendo una comida completa.
Cannan comió en silencio solo escuchando como todos conversaban tan felices.
Al terminar todos regresaron al salón.
Evelyne paso junto a un basurero botando la malteada.
Al terminar las clases espero a su chófer como siempre pero está vez fue su padre por ella.
—¿Por qué has venido?— Pregunto con voz y rostro neutral.
—Es solo que quiero que me acompañes a un lado.— Respondió pidiendo el auto en marcha.
El viaje tardo casi media hora en llegar.
Estaba en un almacén.
Cuando entro se encontró con tres hombres arrodillados, amarrados de las manos por detrás de la espalda y otros 2 en sillas.
—Quiero que a esos tres los mates.— Ordenó su padre. —Y a esos dos les saques información.— Los señaló.
—¿Por qué?— Pregunto.
—Solo quiero saber si estás lista.— Contesto. —Hay están las armas y en esa mesa de metal está lo que puedes usar para poder hacerlos hablar.— Dijo llendose a sentar.
—Bien pero tendrás que comprarme un nuevo uniforme.— Hablo llendo donde las armas tomando una y colocando un silenciador.
Se acercó a los tres hombres, apunto a uno de ellos disparándole al instante sin siquiera vacilar un poco para después hacer lo mismo con los otros días.
La risa de su padre llegó a sus oídos al parecer estaba complacido de lo que veía.
Se acercó a la mesa de metal tomando un pequeño taladro.
—¿Quien está listo para una lobotomía?— Pregunto con una sonrisa siniestra.
Se acercó al primero.
—Cada vez que no le respondas una pregunta a mi padre te estaré haciendo un oyó en la frente con esta belleza ¿Entendiste?— Amenazo.
El hombre la miro con terror sus ojos se habían cristalizado pero no respondió a la pregunta sintiendo un dolor inimaginable en su frente soltando gritos desgarradores.
El cuerpo quedó inerte cuando el taladro atravesó todo el cráneo sacándole algunas cosas que podrían servirle.
Evelyne dejo en taladro tomando está vez unas pinzas.
—Cada vez que no respondas te estaré arrancando un dedo.— Dijo sintiendose demasiado bien.
Quien diría que una niña de 12 años pudiera hacer tanto daño y sin remordimientos.
Cuando acábo con el segundo ya toda su ropa se hayaba con grandes manchas de sangre.
—Si no respondes las preguntas romperé algunos de tus huesos.— Tomo un martillo.
Algunas horas después.
Cuando terminó su padre la felicitó habían logrado su cometido ahora sabía más sobre sus oponentes.
—¿Mamá está en casa?— Evelyne pregunto mirando sus manos cubiertas de sangre.
Su padre negó.
—Hice que se fuera de emergencia a una reunión sobre un nuevo proyecto legal.— Río. —Ve con el chófer el te llevará donde podrás limpiarte.—
Evelyne asintió llendo donde su chófer.
Llegaron donde había un baño algo viejo.
Abrió el grifo lavando sus manos viendo cómo la sangre se drenaba.
Había sido un día perfecto, se sentía tan bien que estaba segura que dormiría profundamente.
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"Hay un poco de demonio en sus ojos de ángel."