Evelyne.

Observaba con curiosidad aquel lugar donde los niños jugaban y reían sin cesar. —Evelyne, ¿Qué haces mirando por la ventana?— La voz de su madre hizo que cerrará la cortina. —Sabes que está prohibido hacer eso.— Dijo con voz molesta. Evelyne de tan solo ocho años de edad la volteo a mirar. —¿Por qué está prohibido?— Preguntó. —Solo quiero saber qué es ese lugar con árboles donde los niños juegan.— Dijo desanimada. Su madre soltó un suspiro, se acercó hasta su hija y se agachó para estar a su altura. —Ya hablamos sobre esto hija, el mundo exterior es peligroso en estos momentos para ti.— Acarició la mejilla de Evelyne. —¿Y cuándo dejará de ser peligroso?— Preguntó mientras la miraba a los ojos. —Hay helado en la cocina, ven vamos te serviré un poco.— No respondió tan solo cambio el tema, dando por terminada la conversación. “ESA MISMA NOCHE.” Evelyne daba vueltas en la cama sin poder dormir, su cuerpo dolía y su garganta se sentía seca. —Necesito agua.— Dijo para si misma levantándose de la cama. Salió de su habitación, caminando por los pasillos. —¡Estoy harta de estoy Nikolay!— Escucho la voz de su madre, se detuvo para ver qué la luz de la habitación de sus padres seguía prendida. Con pasos lentos se acercó colocando su oreja en la puerta para escuchar mejor. —¡Tan solo tiene ocho años y ni siquiera conoce lo que es un parque!— Volvió a gritar su madre. —¡Sabes el por qué! ¡No pienso poner su vida en riesgo!— Está vez escucho la voz de su padre. —¡Pero si ninguno de tus enemigos sabe de su existencia! ¡Quiero que tenga una vida normal, quiero que vaya a la escuela que tenga amigos que sea normal!— El llanto de su madre se hizo presente. No entendía nada de lo que estaban hablando pero sabía que era sobre ella. —¡He dicho que no!— La voz de su padre se escucha furioso. —¡Entonces me largo de esta maldita casa junto con mi hija!— Amenazo su madre. —Señorita Evelyne— La llamo su ama de llaves, provocando que se asustara. —Tengo sed.— Fue lo primero que salió de sus labios. La mujer le dio una media sonrisa. —Vamos, la acompañaré a la cocina.— Le dijo. —Gracias.— Camino hasta ella, mirando por última vez la habitación de sus padres esperando que no hayan notado que había estado escuchando su pelea. “DOS SEMANAS DESPUÉS” —Tiene que aprender a ser más rápida a la hora de esquivar los golpes señorita.— Dijo el hombre de vestimenta negra. Mientras ella se encontraba en el suelo tomando con fuerza su estómago en un intento de disminuir el dolor. —Levántese ahora que aún no hemos terminado.— Ordenó el hombre. Como pudo se levantó Evelyne mirando con odio al chico que tenía enfrente para luego mirar al hombre. Se puso en posición de , al instante recibiendo un golpe en puño del chico el cual pudo esquivar esta vez. Sus clases de entrenamiento duraban cuatro horas, horas en que para Evelyne eran una completa tortura. Después de recibir y dar golpes se encontraba sentada desarmando y armando armas, limpiándolas y aprendiendo cada detalle de ellas. —Señorita su padre quiere que vaya a la sala.— Entró su ama de llaves. En esa casa, solo aquella mujer se encargaba de la limpieza, comida y de su cuidado. Los demás que rondaban tan solo eran guardias que custodiaban fuera que solo pensaban que cuidaban del jefe y su esposa. Dejo en arma para asentir. Camino rumbo a su padre. —Buenas tardes. ¿Me hablaba padre?— Preguntó en cuanto lo vio. Su madre también se encontraba en la sala. —Siéntate, tenemos algo que decirte.— Ordenó señalando el sofá Evelyne lo hizo, tomo asiento sin decir una palabra. —De ahora en adelante vas a ir a la escuela.— Dijo con una sonrisa su madre. —¿Escuela?— Preguntó sin entender. —Es un lugar donde te enseñarán sobre matemáticas, historia y varias cosas importantes.— hablo esta vez su padre quien no se veía para nada feliz. —Son como las clases que yo te doy todos los días, pero esta vez estarás rodeada de más niños de tu edad.— Explicó su madre quien se hallaba feliz. Al final y al cabo lo que ella quería se le era concedido por su esposo así no fuera del agrado de el. —Buscare la mejor escuela privada del país.— Dijo el padre. Pero su esposa negó. —Ella no estudiará en ninguna escuela privada, será en una publica.— Dijo mirando a su esposo, quién no dijo nada ya que no quería discutir de nuevo y que su esposa le volviera a aplicar la ley de hielo por varios días. —¿Cuándo iré?— Se atrevió a preguntar Evelyne. —Pasado mañana.— Respondió su madre feliz. —Ya se en que escuela irás, solo mañana compraré todo lo necesario y listo.— Aviso. —¿Por qué no lo sabía?— El padre miró a su esposa con una ceja alzada. —Ahora lo sabes, ¿No?— Respondió su esposa. Evelyne sonrió un poco, ya que era gracioso ver como un hombre que daba miedo como su padre era controlado por una mujer que emanaba ternura como su madre. “DOS DIAS DESPUÉS “ —¿Sabes las reglas, verdad?— Le pregunto si padre al verla con el uniforme y su mochila lista para su primer día de clases. —No hablar con extraños, no hablar sobre dónde vivo ni quienes son mis padres, no confiar en los profesores ni en los niños de mi edad.— Respondió. —¿Llevas el celular?— Preguntó. —Si padre.— mostró donde lo tenía guardado. —La ama de llaves te llevará y te irá a recoger.— Aviso su madre. Evelyne asintió con la cabeza los nervios la empezaban a invadir lo cual no está permitido sentir. Pero por primera vez en sus ocho años de edad iba a conocer lo que había tras la puerta de su casa. —Señorita, ¿Nos vamos?— Preguntó la mujer de la cual no sabía el nombre ya que estaba prohibido por alguna razón. —Si, lo estoy.— Se acercó a ella. —Nos vemos más al rato padres.— Se despidió. La puerta se abrió, sintió sus manos sudorosas y su corazón acelerado. Dio unos pasos sintiendo el aire chocar en su rostro. Todo era nuevo para ella, los olores, de las flores, el cielo junto con las nubes que solo llegaba a ver cuándo desobedecía a sus padres de no mirar por las ventanas. Los guardias miraron confundidos a la niña ya que no sabían que vivía en esa gran casa que cuidaban. Una nueva aventura empezaba para Evelyne.