Capítulo 2

1235 Words
Volver a ver a Lucas era una experiencia religiosa, ¿cómo no lo sería si él lucia casi como un ser divino? ¿Casi? Ok, era uno puto dios y punto. Como era habitual en esa mansión, había una gran fiesta, un montón de gente estaba reunida en la piscina. Los frescos cocteles desfilaban por la barra de la terraza, capeando el calor del sol que estaba en lo alto. Lo otro de que desfilaba, pero en torno a Lucas eran las chicas con diminutos bikinis. Tenía ganas de tapar sus ojos, y que no viera a ninguna de esas mujeres que se veían como la perfecta mezcla de ángel de Victoria's Secret y modelo playboy, pero no era mi objetivo este día. Había venido desde Texas a buscar lo que era mío, y Lucas no era mío. Tristemente. Él no quiere ser mío. Oh, por favor, ese chico habría dejado que lo marcaras como el ganado. Fuiste tú quien no quiso, ahora no llores. Dejo de escucharla, porque últimamente me da ilusiones sobre cosas imposibles. Camino lo más segura que la sexy imagen de Lucas me lo permite. Sus tatuajes relucían en contraste de la bronceada piel. Estaba metido en la parte baja de la piscina, con los brazos apoyados en el borde, sosteniendo un trago y riendo de algo que le decía Hunt. Las gafas de sol le quedaban de muerte, pero no me dejaban ver sus increíbles ojos. No me vio venir hasta que llegue a su lado. Se quitó las gafas, como si estas le impidieran ver con claridad, mirándome como si fuera un fantasma. Salió de la piscina de un salto, salpicando un poco mi ropa, pero no me importo. Tenerlo todo mojado frente a mí, era demasiado distractor. — Corderito —me saludo tras un suspiro. Él no sabía lo que provocaba dentro de mí, cuando me llamaba de esa forma. — Lucas — no es como si yo pudiera decir algo más. — ¿Qué haces acá? — su pregunta me sorprendió un poco. Hace tan solo unos días estaban en Texas rogándome para que volviera. ¿Y ahora no sabía qué hacía en su casa? Lo que difícil llega fácil se va. Cállate. Aún no me ha olvidado. No sé si realmente era lo que quería hacer, o el simple hecho de probarme a mí misma qué no me había olvidado tan fácilmente. Solo haces lo que has querido hacer desde que te fuiste. Puede que mi vocecita tuviese razón, porque incluso había soñado los labios de Lucas sobre mi piel. Así que hice mis sueños, por una vez en la vida los haría realidad. Me aferre a los hombros de Lucas, y junte nuestros labios. Lo besé desesperadamente, sin importarme quien nos viera, o si él pudiese rechazarme. Se sintió como lo correcto, lo que siempre debió ser, lo que nunca tuvo que terminar. Él no pregunto nada, aferro manos sus manos a mis caderas, acercándome a su cuerpo. Podía sentir todo... todo su cuerpo. Volví a sentir esa seguridad que solo Lucas me ha entregado. Entre sus brazos me volvía a sentir protegida, amada, importante. Puede sentir la risa de Hunt de fondo, pero no mucho más. Lucas me apartó de la fiesta llevándome a la casa principal. — Quiero llevarte arriba — me advirtió en cuanto atravesamos la puerta. Increíblemente no había nadie en el interior, la música apenas si se escuchaba, dándonos un poco de privacidad. Aun así, no dijo o hizo nada. Se quedó muy quieto y callado esperando a que dijiste algo, sin embargo, yo no podía formular palabras. Tiré de su mano, guiándolo por las escaleras. Llegamos a ese lugar qué había sido nuestro último paraíso privado, su dormitorio. Seguía igual que la última vez. No es como si hubiesen pasado años desde que pisé este cuarto, pero me impresionaba como estaba todo intacto. Lo que más me sorprendió fue ver sobre una silla la ropa que había usado la última noche que pasamos juntos. Aquellas prendas olvidadas por la prisa y el enfado. Ni siquiera las recordaba, pero ya estaban dobladas cuidadosamente sobre la silla cómo si esperar a mi regreso. Lucas se dio cuenta lo que estaba mirando sonríe con timidez — Son de las pocas cosas que dejaste... es lo único que huele a ti. Lucas no era de las personas que decían ese tipo de cosas para complacer a otras, no las decía y punto. Que me las dijera a mí, significaba algo. Él seguía amándome, así como me lo demostró en Texas. Aun me miraba de esa forma tan apasionada, como si tuviera que estar siempre frente a él para darle paz. Era lo que tenía ahora frente a mí. Un hombre apasionado y en paz, en paz, porque yo estaba de vuelta. Y eso a su vez me daba paz a mí, pero no dejaba de ser consciente que lo tenía semi desnudo frente a mí, y que las ganas de recorrerlo me estaban matando por dentro. Y precisamente hoy, yo no quería morir. Toque su pecho, tan firme y perfecto como siempre. Mi dedo recorrió el borde de los engranajes que tenía tatuado en el pectoral izquierdo. — Si me sigues tocando así, no llegaremos ni a la cama — se ríe. — ¿Quién dice que iremos a la cama? — ¿El sofá? — coquetea. El sofá de su cuarto es amplio y cómodo... ya lo hemos probado, pero necesito la amplitud de la cama para degustarlo como llevo semanas deseando. ¿En qué momento se me ocurrió que era buena idea dejarlo ir? No importaba cuando durada esto, sería más que suficiente. Lo tenía decidido, ya no me importaba lo que había pasado con Maggie, aprendí que mi enfado era con ella, y la supuesta "traición" de Lucas, nunca habían estado conectadas. Y que si fuera el caso. Lucas solo había demostrado que era un hombre de confianza y su palabra se haría valer, aunque tuviera conflicto con ello. No podía hacerlo responsable de algo que no tenía culpa, ni responsabilidad. Mucho menos podía pedirle que rompiera una promesa, que había hecho antes de conocerme. — Cama — ordene. No espere su respuesta, lo lleve a ella, empujándolo hasta que su espalda reboto contra el colchón. Me senté a horcajadas sobres sus caderas, sintiendo su bulto, en ese lugar delicioso entre mis piernas. Intente tener paciencia, pero las ganas de sentirlo, me gano. — Corderito, ten piedad de mí — suplicó. — ¿Quieres que deje de moverme? — le pregunte, aunque no deje de rozarnos. — Mujer, te pido piedad... si dejas de moverte me matas por completo. Ya no era necesario que yo me moviera, él, como siempre, tomaba las riendas cuando teníamos sexo. — Levanta — me ordeno con la respiración agitada. Despegue mis caderas de las suyas, solo para darle el espacio necesario para que se bajara el bañador. Nunca había agradecido tanto en mi vida haber elegido un vestido. Cuando estuvo libre, listo para darme el placer que tanto necesitaba, no perdí tiempo en desnudarme, solo corrí mis bragas para darle acceso a mí. Y cuando estaba entrando en mí, cuando por fin volvía a sentirlo... desperté. Mierda, él seguía siendo solo un sueño para mí. *** Espero que estés disfrutando de esta historia No olvides comentar y dejar tu voto ❤❤❤
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD