A U D R E Y Una vez que el camión se estacionó frente a los grandes muros de mi manada, sentí una agradable sensación hizo que sonriera en grande como hacía meses no hacía. Estaba tranquila aunque fuera por un momento y conocía perfectamente la razón de ello. Volví a mi hogar, mi verdadero hogar. Apenas las enormes puertas se abrieron, tuve la necesidad de bajarme del camión y caminar a un lento paso dentro de mi lugar seguro. Miraba cada pequeño detalle que conocía de memoria, con ese sentimiento cálido que no me abandonaba y por primera vez tomé un largo respiro, sintiendo así que dejaba mis preocupaciones de lado. No faltó mucho para que las personas de la comunidad comenzaran a rodearme, entre murmullos y expresiones tanto de sorpresa como de felicidad. —Yo... lamento profundamen

