Capítulo 4

3044 Words
A U D R E Y Ya han pasado dos semanas desde que me enteré de que estoy embarazada y siempre que intento salir Chloe o Cameron me descubren. Después de una gran regañada porque sé que no es seguro que salga por mi seguridad, me abrazan diciendo que todo estará bien, pero ya no puedo estar encerrada aquí. Viví toda mi vida en un bosque, corriendo con lobos y siendo libre... Que me arrancaran tan de repente mi libertad es algo horrible que no le deseo a nadie; me siento como un animal enjaulado. Luego de estar como una hora mirando con una mueca las calles de Manhattan desde la ventana de mi cuarto, solté un suspiro y decidí darme una larga ducha para tratar de olvidar todo lo que está pasándome. Mi embarazo, la manada, Ethan: todos esos pensamientos se despejaron cuando me puse a jugar con la espuma de la bañera como si fuera una niña. Al salir ya con un pijama puesto, me acosté en mi cama mirando el techo por algunos minutos. Estar embarazada realmente te quita todas tus energías, más siendo tu bebé un lobo y posiblemente un alfa. Sin darme cuenta, mis ojos se fueron cerrando lentamente hasta que caí en los brazos de Morfeo. "Estaba caminando con Choe por las tranquilas calles de la comunidad que con esfuerzo mis abuelos habían construido, mis padres reforzaron y yo intento no destruir. Los pocos momentos que tenía para relajarme era cuando estaba con mi mejor amiga, por lo que eran los que más apreciaba. Cada omega, beta o alfa que pasara al lado nuestro me saludaba con respeto, a lo que correspondía para después escuchar las burlas que la castaña susurraba causando varias carcajadas por parte de ambas. —Oye. Dicen que el futuro líder de Luna Creciente es muy guapo y tiene tu edad, Audrey. —comentó con ojos pícaros, lo que me hizo rodar los míos. El futuro líder es el hijo del Alfa James Montgomery, quien ha estado años tratando de unir nuestras manadas para "fortalecernos" según él. Pero cada vez que lo decía, sentía que sus intenciones eran todo lo contrario, por lo que con respeto las rechazaba sin estar dispuesta a poner en riesgo a mi gente. Aparentemente él le cederá el cargo a su único hijo Ethan, al que jamás me he cruzado porque, por lo que me contó su padre una vez, él estaba resolviendo problemas con otras manadas. Y al parecer mi amiga tiene razón, ya que todas las omegas que lo han visto dicen que es muy guapo; pero a mí el único chico que me interesa conocer es a mi mate, al cual realmente no creo llegar a encontrar. —Sabes que no me interesan los chicos más que para una aventura de una noche. —le recordé encogiéndome de hombros, por lo que ella suspiró. > pensé con frustración sabiendo que se avecinaba un largo discurso sobre las razones por las que debería abrir mi corazón a alguien nuevo. —Audrey, cuando encuentres a tu mate, estoy segura de que olvidarás todo esto que estás diciendo ahora mismo. Y quizá lo encontrarías más rápido si me dejaras usar magia en ti. —Cuando era pequeña le dijeron a mis padres que él no existía, que era posible que haya muerto. No voy a hacerme ilusiones para romperme yo misma el corazón cuando él siga sin existir. —confesé mordiendo mi labio inferior y seguí caminando con ella detrás de mí, seguramente avergonzada. —Emily te llama "solterona" y hay veces en que me encantaría arrancarle esas extensiones pelirrojas que tiene. —dijo con odio en su voz poniéndose a mi lado. Emily no es una beta de mi manada para su fortuna o la habría desterrado hace tiempo. Es más una perra que una loba en mi opinión ya que se pasea por las casas de varios alfas de aquí buscando quien la marque, sin tener éxito. Debo admitir que los rumores de cómo les grita a los alfas con los que se acuesta para que la marquen son mi show favorito; es inofensiva, así que no hay problema con que se quede aquí. —Sabes que no podemos hacer nada, ella no vale la pena. —Lo sé, solo que odio que te diga así. —declaró seriamente, por lo que la abracé por los hombros sonriendo. —En su momento justo obtendré mi venganza. Tú solo espera. —le guiñé un ojo sonriendo." Fue cuando me desperté de ese sueño. Mejor dicho, un recuerdo de unas semanas antes de conocer a quien fue mi peor demonio y ángel a la vez. Sí tuve mi venganza de alguna forma: presenciar la mirada atónita de Emily cuando su ex-novio me nombró Luna de la manada... Es ella quien se rió al final cuando me pongo a pensar claramente. E T H A N Pasaba las noches en vela sin lograr dormir por el espacio frío y vacío en mi cama al que no estaba acostumbrado. Tampoco le permitía a Emily dormir conmigo hasta que fuera completamente necesario: cuando la hiciera mi Luna. Recuerdo cuando la conocí, con su carácter fuerte, valiente y testarudo, pero cariñoso cuando entraba en confianza. Siempre preocupada por los demás antes que por ella misma; creo que es por eso que las manadas la aman tanto y la siguen buscando. Fue una buena Luna para todos ellos. "Estábamos celebrando Aiden y yo con unas cervezas que mañana me nombrarán Alfa de esta manada, me darán ese lugar que tanto merezco. Mi padre finalmente se dio cuenta de que soy la mejor opción para ocupar su puesto porque me he esforzado mucho para convencerlo. Pero aún si logré eso, su orgullo es algo aún más difícil de conseguir. —Felicidades, amigo. —me dijo Aiden con una sincera sonrisa llena de orgullo. Él en ningún momento ha sentido celos de mí a pesar de que también le habría gustado tener el puesto de Alfa de la manada; es por eso que será mi beta y mano derecha, además de por ser mi mejor amigo. —Mi padre ya al fin me dio lo que merezco... He trabajado tan duro y aún así no está orgulloso de mí. —murmuré bajando la mirada y jugando con la botella de alcohol en mis manos. —Oye, estoy seguro de que en realidad él sí está orgulloso. Sólo que no lo demuestra porque no quiere que se te suban los humos a la cabeza, conociéndote como te conoce. —dio una excusa que ambos sabíamos era falsa, pero igual le sonreí asintiendo con la cabeza. —Gracias. Solo espero poder encontrar a mi mate cuando me nombren Alfa... La he estado esperando por mucho tiempo, es hora de que aparezca. —confesé esperanzado. —Debes ser paciente y seguir buscando. Seguramente la encontrarás pronto. —aseguró mi amigo tan optimista como siempre; una de las razones por las que lo quiero es esa. (...) Ya hoy era el día de mi nombramiento como Alfa de esta manada; estoy seguro de que lo haré bien, debo estarlo. Había algo que debía hacer para impresionar a mi padre: llegar a un acuerdo para unir las manadas con el Alfa de Moonlight. Ese ha sido su plan desde que tengo memoria, pero jamás lo ha logrado debido al rechazo del Alfa de esa manada. Bueno, me tocaba a mí convencerlo, sea como sea. Vinieron Alfas y betas de todo el mundo para la ceremonia como es tradición —además de claramente los miembros de mi manada—, pero la más importante es la nombré anteriormente. Han sido los más poderosos y temidos por todos durante siglos. Al morir el antiguo, Alexander Thompson junto a su Luna Lovely, le dejaron el cargo a uno de sus hijos: el más inteligente al parecer, ya que ha sabido hacer buenos tratados con otras manadas. Muchas, excepto la nuestra; lo que pronto cambiaré. Mi padre hizo que pusieran una silla en el escenario que estaba en medio del parque —donde decidimos hacer la celebración por la gran cantidad de personas que asistieron estuvieran cómodas— para poder decir su discurso y luego yo el mío, el cual llevo semanas perfeccionando y practicando. —Bienvenidos y muchas gracias a todos los presentes que se tomaron la molestia de venir, es un honor tenerlos a cada uno de ustedes aquí. Hoy estamos reunidos para el nombramiento como nuevo Alfa de la manada Luna Creciente debido a mi retiro a mi único hijo, Ethan James Montgomery. —Empezó a decir mi padre su discurso—. Quiero decirles que le dejo mi manada a mi hombre de mayor confianza y que estoy seguro lo hará bien. Eso es todo, ahora tú di unas palabras, hijo. Cuando mi padre me llamó, pasé saliva por los nervios que me invadieron. Mis pies se movieron sin que les diera la orden hasta el centro del escenario, donde él con la falsa sonrisa me dio unas palmadas en la espalda y me pasó el micrófono, el cual tomé con mi mano casi temblando. Aclaré mi garganta, quitándome los estúpidos nervios y puse una sonrisa segura en mi rostro. —Hola, y gracias a todos por asistir a uno de los días más importantes de mi vida. Es un honor para mí poder ser su Alfa, poder ayudarlos en todo lo que necesiten y mejorar las relaciones entre todos para una buena convivencia... Espero que todo salga tal y como fue en el mandato de mi padre. Seguramente nos llevaremos muy bien. —terminé mi discurso y algunos de los lobos de aquí rodaron los ojos, por lo que discretamente los miré mal. Soy considerado el "chico malo" de la manada porque me encanta molestar a los omegas débiles en las prácticas para ser protectores de esta comunidad. Pero es que pienso que si no pueden defenderse de un solo Alfa, ¿cómo lo harán con otra manada en la que hay trescientos Alfas más o menos? También tengo las suficientes razones válidas. Tras varios aplausos, felicitaciones y saludos por parte de la mayoría de personas que estaban presentes, solté un suspiro ya harto de las falsas sonrisas que en el fondo decían: "Veamos cuánto durará el niñito de papá antes de mandarlo todo a la mierda". Son hipócritas todos, hasta yo mismo me incluyo. Fue cuando sentí una cálida mano en mi hombro. Solo su tacto sobre mi cuerpo hizo que todas las tensiones presentes en mí se desvanecieran. Volteé encontrando a la dueña de ese dulce tacto. Cabello castaño claro, casi rubio, ojos verdes brillantes, una sonrisa que me dejó embobado varios minutos y unas finas facciones. Simplemente era una obra de arte a los ojos de cualquiera. —Buen discurso, pero ¿qué hay de los omegas que molestas? ¿También serás bueno con ellos o es solo uno de esos típicos discurso llenos de promesas vacías? —preguntó su potente pero a la vez dulce voz que hizo temblar todo mi cuerpo. Sin embargo, al entender sus palabras se fue todo el encanto. Seguramente se trataría de alguna beta a la que se le sale la correa cuando su Alfa no está presente y quiere fingir ser valiente. Bien, dos podemos jugar a ese estúpido juego. Subestimarme no es algo que le convenga ni a ella ni a nadie. —No sé quién eres ni me importa, pero soy superior a ti y deberías respetarme. —hablé con la voz de Alfa, provocando que ella riera sarcásticamente. Fruncí el ceño mirándola, pensando que debería estar asustada y bajando sumisamente la cabeza por respeto a alguien de rango superior. > pensé sin quitar mis ojos de encima suyo. Se me hacía tan... familiar. Y eso me frustraba al forzar mi cerebro a buscar algún recuerdo de haberla visto antes, sin obtener nada. —Debería respetarte... pero no lo haré porque se me hace más divertido pelear. ¿Sabes al menos quién soy? —cuestionó, señalándose a sí misma. —Eres solo una niña tonta que no se da cuenta de que no puede superarme. —respondí de forma egocéntrica, sonriendo con suficiencia. —Está claro que no tienes ni idea de quién soy, lo que me decepciona un poco considerando que tu padre me visitó solo para invitarme personalmente a venir aquí. —suspiró encogiéndose de hombros—. Pero, bueno, me presento. Mi nombre es Audrey Thompson, Alfa de la manada Moonlight. Abrí en grande los ojos mirándola con incredulidad. ¿El Alfa de la manada más poderosa de todas en realidad es mujer? No, eso es imposible. Papá siempre habló de que era alguien fuerte e inteligente... Aunque, recordando mejor, nunca me especificó su género, por lo que obviamente creí que sería un hombre. Acabo de quedar en ridículo y de tratar como basura a la persona a quien debo convencer de que mi manada es la mejor opción para unirnos... Definitivamente soy un idiota. —Para mí también es un gusto conocerte por fin, Ethan. —dijo con burla y una sonrisa—. Tengo una idea. Empecemos de nuevo como si nada hubiera pasado, a cambio de que empieces a tratar con igualdad a la que ahora es tu gente. —Por favor. —murmuré en un tono que hasta me di lástima a mí mismo. Ella sólo negó divertida, cruzándose de brazos. —Audrey Thompson, Alfa de Moonlight. —se presentó nuevamente haciendo una extraña mueca que me hizo reír. —Mucho gusto. Ethan Montgomery, nuevo Alfa de Luna Creciente. —me presenté también extendiendo mi mano la cual tomó con delicadeza. En el instante en que nuestras manos hicieron contacto una electricidad totalmente nueva y excitante recorrió mi cuerpo, provocando que mi lobo quisiera salir. Miré sus ojos que brillaban con mas intensidad, como los míos al.igual debían estar haciéndolo. > gritó mi lobo interior, gruñendo al querer salir, pero no se lo permití. Se me acaba de ocurrir un plan mucho mejor que el que ya tenía en mente. —Alfa Audrey. —interrumpió mi padre haciendo que rápidamente nos separemos, volviendo a la normalidad casi al instante—. Espero que le esté gustando la fiesta. —Créame, me estoy divirtiendo mucho. —murmuró Audrey, mirándome con una ceja alzada y una pequeña sonrisa en el rostro. —Él es Ethan, mi hijo y nuevo Alfa de esta manada. —me presentó ante ella usando esa falsa sonrisa de padre orgulloso de los logros de su hijo. Patético. —Sí, acabamos de... presentarnos, creo. —Espero que no la haya molestado ni nada parecido. Ethan es de hablar sin pensar. —le comentó mi padre como si yo no estuviera presente. —Tranquilo, Alfa James, no digo nada malo, simplemente estábamos charlando. —el celular de Audrey sonó insistente, por lo que con un pequeño "Lo siento" en un susurro para nosotros se alejó para contestar la llamada. —¿Qué le dijiste? Sabes que si ella se enoja con nuestra manada, sería una guerra que nosotros jamás podríamos ganar. Incluso tenemos la oportunidad de tener una alianza con ellos, así que será mejor que no lo arruines. —advirtió seriamente. > —No debes preocuparte por eso, padre. Tengo un plan para asegurarme de que esa alianza y puede que más se haga realidad. —Más te vale. No te cedí mi puesto para que no hagas nada bueno por la manada... Consigue que esa chica se enamore de ti, te dé todo lo que necesitamos y te juro que cada día te diré lo orgulloso que me siento de ti. —susurró eso último en mi oído. Antes de poder contestarle, Audrey se acercó guardando su celular en su bolso y mirándonos a ambos con algo de pena. —Lo siento, pero hay unos inconvenientes entre mis lobos y tendré que irme más temprano de lo que deseaba. —informó haciendo una mueca. —No te preocupes, Audrey, lo entendemos perfectamente y gracias por asistir. —musitó mi padre poniéndose de nuevo esa máscara de buena persona con la que oculta tantas cosas debajo. —Muchas gracias a ambos por invitarme y entender. —antes de irse se volteó a verme—. Ah, por cierto, Ethan, desde mi punto de vista, si dejaras de ser tan arrogante y cruel con los omegas, serías un buen Alfa recibido con cariño por todos. No te creas superior por solo un título, cariño, sin ayuda no se gana la guerra. Ahora sí me retiro, buenas noches y felicidades. Lentamente vi cómo se alejaba con un sensual movimiento de cadera que al parecer es su forma normal de caminar, lo que no me agradó mucho. Una parte de mí se sintió vacío en cuanto desapareció de mi campo de visión. Tras darme una mirada llena de fastidio, mi padre también se fue, pero a eso ya estaba acostumbrado. Unos minutos después llegó Aiden, a quien casi no vi en toda la noche por andar detrás de las betas y alfas de otras manadas, buscando con desesperación a su destinada. Aparentemente, sin éxito alguno en esa tarea. —Oye, lo vi todo cuando fui a buscar algo de beber. ¿Qué pasó con la Alfa de Moonlight? —preguntó curiosamente. —Solo puedo decirte por ahora que tengo un gran plan en mente y ella es lo principal que necesito para cumplirlo. —¿Qué harás? —interrogó aún más confundido. —Solo espero que Audrey esté preparada, porque este será un golpe muy duro para ella. —contesté con una sonrisa cínica en mi rostro." Y pensar que ahora estoy dando vueltas en la cama arrepintiéndome en silencio de cada mala decisión que tomé luego de esa noche. La culpa no me dejaba dormir, su recuerdo mucho menos. Cometí grandes errores con la que se supone es el amor de mi vida cuando ella nunca tuvo malas intenciones conmigo... Debí ser más valiente para decirle la noche del nombramiento a mi padre que debería estar orgulloso de mí para empezar por el hecho de ser su hijo y porque realmente quería mejorar la vida de cada m*****o de esta comunidad. —Una inocente salió herida para que yo lograra mis egoístas metas. ¿Ahora estás feliz, padre? ¡¿Ahora sí soy tu maldito orgullo?! —le grité a la nada llorando entre las sábanas con las que solíamos dormir abrazados. Lo lamento, Audrey. Cuando te perdí fue que me di cuenta de lo que realmente valías. Aunque estando sobrio en el día diga lo contrario, mis consecutivas noches de borrachera para decir la pura verdad son el contrario.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD