A U D R E Y
Dos meses habían pasado ya. Dos meses desde que me escapé de las garras de mi peor pesadilla. Dos meses desde que perdí mi libertad. Dos meses desde que descubrí que estoy embarazada. Hablando de eso, mi bebé ya tiene tres meses y en este mes comenzó a patear, sucede cada vez que alguien le habla a mi vientre ya que parece reconocer nuestras voces; los embarazos de lobas solamente duran seis meses, por lo que en tres meses más finalmente tendré a mi lobito o lobita en mis brazos. En el cuarto mes podré saber su sexo.
Aunque estos últimos dos meses me la he pasado encerrada, los días son soportables gracias a mi hermano y a Chloe... Excepto en la noche. Hay un recuerdo que lleva tres días seguidos torturando mi mente: cuando decidí hacerle un lugar en mi corazón a Ethan.
Ese día fue a mi manada para disculparse conmigo por el accidente de la fiesta y en el mismo instante en que lo hizo comenzó a arruinar mi vida. Yo realmente no sabía lo que hacía, solo me dejaba llevar por mis emociones y las cosas que él me hacía sentir con un simple toque.
"Me encontraba revisando el tratado de paz que haría oficial una alianza con los vampiros tras décadas de estar en constante guerra con ellos por el territorio. Al ser la manada superior entre todas las que existen en el mundo, recaía en mí la decisión de firmar ese papel o no, lo cual obviamente hice. El tratado venía ya con la firma del rey de los vampiros y por alguna extraña razón la miré más de lo necesario.
'Dimitri De'Ath' podía leerse claramente en una letra cursiva algo antigua.
Desafortunadamente, los vampiros y lobos no podían estar juntos en una misma habitación. Ya lo intentamos, pero nuestro instinto animal no nos lo permite debido al olor característico que ellos tienen y que nos hace sentir en peligro. Es por eso que lo firmamos por separado.
Volteé al escuchar que tocaban la puerta de mi oficina y la figura de Mark, uno de los omegas vigilantes, aparecía en mi campo de visión. Rápidamente hizo una reverencia a lo cual asentí con la cabeza como respuesta.
—El Alfa Ethan Montgomery de la manada Luna Creciente está esperándola en la sala. Dijo que tenían una cita, alfa. —informó Mark, a lo que fruncí levemente el ceño.
¿Una cita? ¿Con Ethan? No recuerdo que en la fiesta me haya pedido una cita cuando la mitad de nuestra charla fue una pelea y después... el toque. Ese toque único de unos segundos en los que nuestras manos encajaron perfectamente. No pude sacármelo de la cabeza a pesar de las semanas que habían pasado.
—Gracias por avisarme, Mark. —dije con una sonrisa y él solo asintió para automáticamente irse a seguir vigilando la puerta.
Me dirigí a la sala de estar donde supuestamente me esperaba Ethan y lo vi sentado en un sofá individual con una taza de alguna bebida caliente en las manos, de seguro preparado por una de las amas de llaves.
—Hola, Alfa Audrey. ¿O debería llamarte "mate"? —cuestionó sarcásticamente, mirándome con una pequeña sonrisa maliciosa plasmada en su rostro.
—Dime rápido lo que querías decirme, estoy muy ocupada y no tengo tiempo para cosas tontas. —respondí cortante, posteriormente me crucé de brazos.
—¿Una "cosa tonta" es haber encontrado a tu mate? —alcé una ceja ya cansada de ese asunto—. Está bien, lo discutiremos luego. Solo venía a pedirte disculpas por el inconveniente de la fiesta. Me quedé pensando bastante en lo que me dijiste.
—Solamente te dije la verdad. Los omegas son el doble que los alfas o betas y no lograrás muchas cosas sin tenerlos de tu lado.
—Sí, y fue cuando me di cuenta de que... te necesito a mi lado. Necesito a mi mate a mi lado para mejorar en mi actitud. Te necesito, Audrey. —remarcó esa última frase, provocando un escalofrío desde la punta de los dedos de mis pies hasta el más pequeño vello de mi nuca.
Se acercó a paso calmado hacia mí y tomó con total delicadeza mi mano. Cuando lo hizo sentí nuevamente esa corriente eléctrica que erizó mi piel. Mis ojos brillaron dejando a la vista mi loba interior, al igual que al suyo cuando nuestros ojos chocaron; Akiba y Eros, así fue como se presentaron. Solo con una mirada, aún sabiendo que querían más que eso.
—¿También lo sientes? Nuestros lobos están conectados, Audrey... Porque fueron hechos para estar juntos, como nosotros. —susurró acariciando con suavidad mi mejilla, haciendo que cerrara los ojos.
En ese punto estaba haciendo un repaso de toda mi vida amorosa. Las aventuras de una noche me habían caracterizado desde que cumplí veinte; a los que me pedían una relación los rechazaba y no volvía a verlos. Tenía una manada y un hermano de los cuales encargarme: no había tiempo suficiente para el amor. Eso llevó a varias "pláticas" hasta tarde con Chloe tratando de convencerme de buscar a mi mate. Ahora lo tenía sin siquiera haberlo pedido, pero aquí estaba.
> pensé inmersa en el cariñoso toque que Ethan me otorgaba.
Me vi obligada a abrir los ojos cuando finalmente me calmé y la parte razonable me invadió. Apenas sabía su nombre, no podía lanzarme tan rápido al amor sin conocerlo primero. Quiero que todo salga bien si en algún momento vamos a tener una relación seria.
—Quiero conocerte mejor antes de todo eso del amor eterno. —murmuré mirando sus profundos ojos azules en los que ya no estaba ese brillo de su lobo.
Asintió forzosamente soltando un suspiro y mirándome con una sonrisa de lado.
—Tienes razón, debemos conocernos. Entonces somos algo así como... ¿amigos? —preguntó con duda, a lo que asentí levemente.
—Amigos. —afirmé y él sonrió.
—¿Puedo quedarme un rato más?
—¿No tienes cosas que hacer en tu manada? —pregunté confundida y nos sentamos en el sofá más grande de la sala.
—Es mi primer día, no van a morir porque yo no esté. —contestó tranquilamente, a lo que rodé los ojos.
—Aún me pregunto cómo es que eres hijo del Alfa James. —negué con una sonrisa y reímos un poco.
—Aún me pregunto por qué eres tan amargada. —contraatacó. Lo miré "ofendida".
—Puedo ser divertida cuando quiero. —dije simplemente, encogiéndome de hombros.
—¿Puedo intentar algo contigo? —preguntó de repente y asentí con el ceño fruncido por la confusión.
—¿Qué... —dejé la frase en el aire porque sentí sus labios chocar con los míos de forma dulce.
La corriente eléctrica volvió más cargada y todos los vellos de mis brazos se erizaron. No le seguí el beso por la sorpresa, acompañada de las nuevas emociones que ningún chico antes pudo provocar en mí.
—Me gustas mucho, Audrey. —confesó cuando nos separamos. Lo abracé sin saber realmente cómo reaccionar y sintiendo mi corazón latir con fuerza.
—Tú también me gustas, Ethan. —contesté sinceramente, mordiendo con fuerza mi labio inferior—. Sin embargo, eso no cambia el que quiera que nos conozcamos mejor.
—Eres muy obstinada, ¿lo sabías? —alzó una ceja mirándome.
—Me lo han dicho un par de veces. Creo que eso es lo que me hace una buena alfa.
—Quiero aprender de ti. Todo.
—No te arrepentirás. —le guiñé un ojo sonriendo.
> Pensé y suspiré pesadamente."
Un mes después no pudimos resistir más la natural atracción y nos hicimos novios; dejé que me marcara como suya ese mismo día. Ese fue el inicio de todos los problemas que tuve por culpa de él con mi familia, mi manada, hasta con mi propia loba cuando comencé a darme cuenta de la realidad, pero ella lo negaba todo con excusas y me las creía por ser una idiota enamorada.
Las noches en las que Ethan no volvía a casa porque se estaba ocupando de unos "asuntos" en realidad era porque se estaba acostando con la zorra de Emily. El solo volver a imaginar cómo se burlaban de mí mientras yo gritaba por cómo mi marca ardía cada vez que me engañaba.
—¡Par de traidores! —grité rompiendo varios de los adornos y muebles de mi cuarto sin importarme absolutamente nada.
El estruendo pareció alarmar a mi mejor amiga, ya que corrió a abrazarme por la espalda. Me deshice en sus brazos sollozando, sin llegar a soltar lágrimas. Ninguno de ellos dos las tendrían, no lo merecían.
—Audrey, ¿qué pasa? —me preguntó Chloe algo alterada, guiándome hasta la cama para sentarnos allí. Negué con la cabeza, aún sollozando.
—Lo odio, Chloe. Odio tan profundamente a Ethan por todo lo que me hizo pasar... ¿Cómo pude estar tan ciega? —susurré mirándola a los ojos.
—Él te hizo creer que eras lo esencial en su vida y le creíste porque tu amor sí era real. Entiendo que no puedas olvidarlo porque ahora que tienes algo suyo. —musitó acariciando mi ya bastante notable vientre.
—Estoy dudando acerca de si quiero que Ethan sepa de la existencia de este bebé. ¿Ese es el padre que quiero para mi hijo? ¿El que manipula para conseguir lo que quiere?
—En lo que decidas, yo te apoyaré. Ha sido así desde el principio y eso no cambiará nunca. —sonreí ya más calmada.
—Gracias, Chloe... Pero ahora necesito uno de tus consejos de mamá. Quiero saber tu opinión.
Suspiró frunciendo los labios y tirándose completamente sobre la cama, acción que imité.
—Deberías decírselo cuando estés lista, como ya habías dicho. En este momento estás siendo dominada por los sentimientos, pero quizá después te arrepientas y quieras decírselo.
—Tiene derecho a saber del bebé porque, aunque nuestra relación fue falsa, sigue siendo su padre. Mi milagro merece tener a ambos padres. —ambas colocamos una mano sobre mi vientre sonriendo al sentir una patadita.
—Vas a ser una gran madre. —afirmó, por lo que la abracé—. Ahora descansa, sabes que lo necesitas por lo que acaba de pasar. Mañana limpiaremos el desastre, ya es tarde.
—¿Te quedas a dormir conmigo? No quiero estar sola. —dije con un puchero y ella asintió.
Nos acostamos bien en la cama y agradecí que me abrazara porque hacía mucho frío esa noche. Hablamos de distintas cosas durante una hora hasta que nos quedamos dormidas.
E T H A N
Me desvelaba en las noches porque los recuerdos de cómo la ilusionaba, jugaba con ella y perdonaba cualquier cosa que hiciera me perseguían.
El día que finalmente decidí contarle toda la verdad y terminar con nuestra relación. Su mirada cuando presenció que la engañaba sigue presente en mi cabeza, sin permitirme dormir bien. Las bolsas debajo de mis ojos son la prueba de ello.
"Luego de hacer que Audrey se vuelva mi novia, le conté todo el plan que tenía pensado a mi padre y él me felicitó, alegando por primera vez lo orgulloso que estaba de mí. No se sintió tan bien como esperaba, hasta llegué a sentirme mal por ella. Pero aún así continué con mi plan.
Mi destinada conoció a la manada y todos la querían como Luna de la manada. Sin embargo, cuando estábamos solos, Aiden me habló del tema que más detesto: niños. Normalmente luego de encontrar a tu pareja, la marcas y dejas embarazada, pero yo no. Soy joven aún para ser padre y aún no quiero arruinar mi vida convirtiéndome en uno. Además de eso, Audrey me contó acerca de su infertilidad, lo que me alivió un poco.
Un año había transcurrido desde que el "amor de mi vida" aceptó ser mi novia; en el tercer mes le pedí la alianza de nuestras manadas, lo que aceptó inmediatamente. Nuestra relación, aunque sea falsa de mi parte, iba bastante bien, teníamos varias cosas en común como la muerte de nuestros seres más queridos y llegamos a otro punto. Básicamente la tenía comiendo de la palma de mi mano.
Finalmente llegó el día del fin de toda esta farsa. Le pedí a Audrey que me esperara en el parque de la manada; cuando llegue me verá basándome con Emily, mi ex-novia con la que había vuelto poco después de empezar a estar con mi destinada.
—Ethan, ¿Qué es tan impor... —Audrey dejó la frase cuando nos vio a mi "novia" y a mí besándonos.
Un grito de dolor salió del fondo de su garganta y dirigió su mano hacia donde estaba su marca, tocándola con suavidad. Me separé de Emily al verla así e intenté ayudarla, pero me golpeó antes de poder hacerlo, reincorporándose al instante.
—¡No me toques! ¿Por qué me haces esto? —me preguntó con la voz tan quebrada que rompió una parte de mi corazón, pero sin llegar a llorar. Nunca la he visto llorar en estos doce meses juntos.
—Audrey, yo jamás te quise, sólo te usé para que mi manada tuviera más poder... Y aunque seas mi mate, yo jamás te quise. ¿Todas esas palabras de amor? Eran totalmente falsas. —manifesté con sinceridad, pero una parte de mí sabía que eso no era cierto.
—No quiero volver a verte nunca más... ¡Ni a ti ni a tu manada y mucho menos a tu pequeña perra! —gritó con fuerza, provocando ahora yo sintiera un ardor en mi estómago.
Sabía que Emily se defendería y perdería contra Audrey. Su fortaleza me la demostró desde el principio; hasta entrenamos la mayoría del tiempo juntos. Siempre terminaba ganándome; no quería ni imaginar lo que podría hacerle a la pelirroja.
—Créeme que no querrás pelear contra mí porque perderás. —le advirtió Audrey con la voz de alfa que casi nunca usaba y la contraria se encogió ligeramente, pero aún así intentó arañarla. En un rápido movimiento, mi destinada la tomó de la muñeca y se la dobló, causando que gritara de dolor.
—Audrey, suéltala, por favor. —le pedí con ojos suplicantes y ella me miró con sus ojos amarillos que reflejaban en dolor e ira que sentía, queriendo decirme tantas cosas que no podían ser expresadas con palabras.
—No volverás a verme nunca más en tu maldita vida, Ethan. Gracias por arruinar para siempre la mía. —masculló sarcásticamente y se transformó en su loba, corriendo lejos de mi lado."
Esa fue la última vez que la vi. Lo último que supe de ella fue que le dejó el mando de Moonlight a Abby, su beta —que, por cierto, me odiaba profundamente—. Después ni una señal de vida, desapareció sin dejar rastro, lo que me preocupaba bastante aunque ya no tenía derecho.
El rumor corrió rápido, todas las manadas se enteraron y lo único por lo que no rompieron las alianzas con nosotros fue porque extrañamente la manada Moonlight no lo había hecho. Aún así, mi padre estaba muy decepcionado de mí, mi manada me miraba con odio "disimulado" por el cariño que le tenían a mi antigua Luna y Aiden no me dirigía la palabra más de lo necesario.
Me odié enormemente cuando me puse a pensar realmente lo que hice: lastimé a la persona que debía proteger y amar a propósito. Jamás me perdonaré por eso; el insomnio es mi castigo, pero no es ni una cuarta parte de lo que ella sufrió. Audrey era tan dulce conmigo, me entendía, me amaba y estaba tan ilusionada.
—Donde sea que estés, lo lamento mucho, Audrey Thompson. —murmuré llevando una botella de vodka a mis labios para beber el contenido que pasó amargamente por mi garganta.