A U D R E Y
Desde que me fui de la manada me he sentido extraña, creí que sería por el tiempo que he estado separada de mi destinado ya que no estaba acostumbrada... Pero tengo la sospecha de que no se debe a eso, sino que es algo más, algo diferente. No, seguramente solo estoy enferma y paranóica por todo lo que he vivido esta última semana. Náuseas y mareos abundantes; debe ser sólo fiebre o algo parecido.
Es por esa razón que hoy iré a visitar por primera vez luego de un año a mi mejor amiga, a la que por ser tan estúpida dejé de lado. Creo que el por qué la dejé es claro: a Ethan no le agradaba porque ella intentaba quitarme la venda que tapaba mis ojos. Es ahora cuando me arrepiento de todo lo que hice, lo que dejé atrás y también lo que no me atreví a hacerlo.
Chloe Wilson, una bruja de mi misma edad, es mi mejor amiga desde que me nombraron Alfa con solo 16 años y siempre estuvo ahí en cada momento que la necesité, aunque los demás dijeran que nuestra amistad era extraña por la enemistad de los lobos con brujos, pero no nos importaba ni un poco... Esas son las personas que valen la pena, las que no supe apreciar, las que espero ahora, un año después, acepten mis sinceras disculpas por haber sido una idiota enamorada. Necesito a Chloe en mi vida para volver a ser la Audrey de antes, la verdadera, la feliz.
Cuando quedé justo frente a su puerta me congelé, no sabía qué hacer, no había planeado qué decir cuando la viera nuevamente. Había pasado tanto tiempo, ya seguramente ella me habrá olvidado porque la última vez que la vi tuvimos una fuerte discusión en la que Ethan fue protagonista; Chloe me decía la verdad, yo lo defendía a él. Hasta hoy me arrepiento de haber hecho oídos sordos a la verdad.
Finalmente tras soltar un suspiro toqué tres veces la puerta de madera, pasando saliva nerviosa en el momento que se escucharon pasos suaves y un "¿Quién es?" de su parte.
—Chloe. —salió un susurro de mi boca en cuanto quedó frente a mí, completamente sorprendida de verme.
Esperé cualquier cosa de ella, un grito, una maldición, que me cerrara la puerta en la cara o hasta un golpe. Lo que recibí fue lo contrario: un abrazo tan fuerte que hizo que quisiera llorar como una niña pequeña entre sus brazos cálidos. ¿Cómo es que me está aceptando después del daño que le hice a nuestra amistad de toda la vida?
—Te extrañé tanto, Audrey. —admitió en un susurro con la voz quebrada y a punto de llorar. Negué con la cabeza, abrazándola con aún más fuerza.
—Tenías tanta razón, Chloe... El cuento de hadas se terminó, la burbuja se rompió y caí en la realidad. Ethan me lastimó. —murmuré sollozando, por lo que ella besó mi frente.
—Te juro que odio tener razón en este momento. Entra, vamos a hablar de todo. —se separó para hacerse a un lado y permitirme entrar a su casa.
Nos sentamos en el sofá de la sala y negué con la cabeza mirando un punto fijo en el suelo. No iba a llorar, ni por él ni por nadie. No puedo hacerlo, no quiero.
—¿Quieres... hablar acerca de lo que pasó? —preguntó amable pero también algo insegura, seguramente al pensar que rompería en llanto como hacía antes cuando extrañaba a mis padres. Claro que eso no pasará.
—Lo diré de la forma más simple posible... Ethan me tendió una trampa en la que inocentemente caí con dos palabras de amor. —respondí suspirando y echando la cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldo—. Debí ser un poco más inteligente para darme cuenta.
—No fue tu culpa. ¿Sabes a cuántas lobas he atendido que vienen llorando porque su alfa les rompió el corazón? Tantas que no podría contarlas con todos mis dedos. Luego de mucho tiempo decidiste por primera vez abrirle el corazón a alguien que no fuera tu hermano, la manada o yo. No fue tu culpa lo que pasó.
Chloe es una clase de "bruja doctora" que revisa y cura a lobos que llegan heridos de alguna guerra contra los rouges; eso lo hace gratis ya que le gusta ayudar a las manadas, las cuales la aceptan gustosas. Por lo que sí cobra es para borrar recuerdos o curar corazones rotos.
—Me alegra estar de nuevo contigo.—admití con una pequeña sonrisa, la cual ella correspondió.
—Lo mismo digo, Thompson. Al fin volvimos a estar juntas y no permitiré que otro idiota nos separe. —murmuró abrazándome.
—No más amor para mí. —declaré suspirando pesadamente.
Entonces las ganas de vomitar se hicieron presentes, pero con mucho esfuerzo las contuve y acaricié con una mueca mi vientre que estaba comenzando a dolerme un poco. La castaña me miró con preocupación, por lo que le di una forzada sonrisa para decirle que estaba bien.
—Acuéstate sobre esa camilla, voy a revisarte. —ordenó sin rodeos y señaló una vieja camilla de metal en la que atendía a sus clientes que se encontraba del otro lado del comedor.
Sabiendo que no me libraría de esa revisión, obedecí acostándome ahí y Chloe empezó a decir unas palabras en latín que no entendí, puso sus manos sobre mi vientre hasta que en un momento miró al techo con los ojos abiertos pero éstos estaban blancos mientras decía más palabras que comprendí ni por casualidad.
—Estás embarazada. —susurró en voz baja cuando volvió a la normalidad. Sin embargo, alcancé a escucharla por lo que abrí los ojos como platos.
—¿Estoy embarazada? —cuestioné incrédula, negando con la cabeza repetidas veces.
—Muchas felicidades, Audrey. —dijo completamente feliz y me abrazó.
Yo aún no podía reaccionar ante esta noticia. Las brujas no mienten, no son como los test de embarazo en ocasiones. Voy a ser mamá, ahora mismo hay una vida creciendo dentro de mí... algo con lo que jamás me hice mucha ilusión debido a que se suponía que mi condición no me lo permitía.
—Cuando apenas había nacido algún enemigo mis padres me puso una fuerte maldición, por lo que me llevaron con unas brujas que no pudieron revertirlo debido a lo fuerte que era ese hechizo. Un lobo puede tener hijos con quien quiera, sea su alfa o no, pero yo no podría con nadie que no fuera mi pareja destinada. Aún cuando intentaron localizarla no lo lograron... Entonces desde muy pequeña me hice la idea de que jamás podría tener ni una pareja ni un bebé. —conté bajando la mirada y jugando con mis manos—. Resultó que Ethan unos meses menor que yo, fue eso por lo que no pudieron encontrarlo. Él aún no había nacido y no volvieron a llevarme con las brujas para averiguar si existía algo que pudieran hacer por miedo a que saliera lastimada con el resultado.
Fue cuando empecé a sollozar, pero sin soltar ni una lágrima. Acaricié con dulzura mi vientre, mirándolo con una sonrisa y luego volviendo la vista a mi mejor amiga, quien solo se encontraba callada prestándome atención.
—Ahora tendré al hermoso bebé que siempre he deseado, pero no tengo a mi pareja. ¿No es irónico? —pregunté soltando una risa sin gracia.
Ella sólo negó con la cabeza cruzándose de brazos. No sabía qué responder, me di cuenta. ¿Quién sabría qué decir en esta situación? Absolutamente nadie. Aunque algo me quedó muy en claro a pesar de estar hecha un desastre de emociones: este bebé va a estar en mis brazos en un par de meses. Será mi bebé, mi precioso o preciosa, mi milagrito.
—Chloe, ¿puedo pedirte un favor? —la miré con algo de dudas y ella asintió en respuesta—. Por favor, no se lo digas a nadie.
—Audrey Savannah Thompson, nos conocemos desde que escuchábamos Queen juntas y sabes que yo jamás te traicionaría, ni aunque tuviera que morir por protegerte. Además, es mi sobrino o sobrina de quien estamos hablando.
—Muchas gracias, Chloe... por todo. —le agradecí sonriendo sinceramente.
—Siempre estaré ahí para ti. Ahora cuéntame... ¿Piensas decirle a Ethan? —demandó saber, por lo que bufé.
Había olvidado por completo que cincuenta por ciento de mi pequeño es suyo. Odiaba ligeramente esa parte, a él en realidad, pero nunca a lo que hicimos juntos. Ethan, aún si nunca lo admitiré en voz alta, me ayudó a cumplir uno de mis sueños y tenía el derecho de saber acerca de nuestro milagro.
—Voy a tener que contárselo. No ahora porque si llego a verlo querré matarlo, pero quizá cuando el bebé nazca porque tiene derecho a saber. Quiero que tenga a ambos padres en su vida como yo tuve la oportunidad de tener a los míos por un tiempo. —confesé jugando con mis manos sobre mi vientre.
—Audrey, sabes que te apoyaré en lo que decidas y si esto es lo que quieres, te ayudaré con él como apoyo moral cuando decidas decirle la noticia. En las buenas, en las malas y en las peores, ¿recuerdas? —sonreí asintiendo con la cabeza y se me ocurrió una idea un poco loca.
—Como todo buen matrimonio. Aún recuerdo nuestra promesa... Amiga, quiero que vengas a vivir conmigo, como siempre quisimos siendo adolescentes. —solté de repente, haciendo que ella abriera los ojos sorprendida.
—¿Qué? ¡No! Yo no puedo dejar este lugar de repente. Tendría que preparar cosas, cosas y más cosas. —dijo empezando a negar con la cabeza.
—Chloe, no necesitarás nada. Tengo aún ese viejo departamento en la ciudad y a Cameron viviendo allí. Créeme, no te faltará nada, pero, por favor, ven conmigo. No quieres hacerlo por mí, hazlo por tu sobrino. —le pedí e hice un puchero poniendo mis manos juntas como ruego.
—¿Por qué quieres irte? —cuestionó sentándose a mi lado en la camilla.
—Si sigo aquí, los omegas de Luna Creciente persiguiéndome sin descanso como ya están haciéndolo, y más si llegan a enterarse de mi embarazo. No pienso volver a ser la Luna de Ethan.
—Está bien, tú ganas. —declaró suspirando rendida. Yo, en cambió, chillé de emoción como niña pequeña y la abracé.
—Muchas gracias, amiga. ¡Eres la mejor!
—Eso lo sé desde hace mucho tiempo, Savannah. —dijo haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
Recuerdos de cuando él me llamaba así solo para molestarme y que "peleáramos" —al principio en broma porque al final fue horriblemente real— llegaron a mi mente.
—Mejor recoge tus cosas y vámonos, será un largo viaje del bosque a la cuidad. Además de todas las cosas que me dijiste que quieres empacar. —expliqué bajando un poco la mirada. Al parecer la castaña no se dio cuenta de ello ya que salió casi corriendo a su cuarto, supongo que para empacar todo lo que ella considera necesario.
"Te amo, Savannah". Esas palabras se repitieron en mi mente, torturándome al oír nuevamente su voz. Negué con la cabeza y tapé mis oídos. > me recordé a mí misma.
—Lo único bueno que Ethan hizo por mí fuiste tú, milagro. Por ahora, serás mi pequeño secreto. —le susurré a mi aún plano vientre sonriendo. Luego de un rato, volvió Chloe con tres maletas muy grandes, por lo que reí levemente. Eso era su "todo lo necesario".
—¿Nos vamos? —preguntó algo emocionada y asentí con la cabeza, manteniendo una leve sonrisa.
Tras estar como media hora peleando porque no me dejaba ayudarla con las maletas ya que "no podía cargar cosas pesadas", finalmente subimos a su auto y ella conducía.
Miraba cómo poco a poco el bosque desaparecía y la carretera se hacía presente en mi campo de visión, mientras me despedía del que por veinticinco años fue mi hogar.
> fue lo último que pensé antes que lentamente mis ojos se cerraran y me quedara dormida.