Al ver bajar al chico que bajaba del carruaje Tanner no podía creer que ese fuera su hermano, tenía una aura que emanaba seguridad, estaba un poco más alto, su cabello castaño relucía con fuerza y sus ojos demostraban unos deseos de llevarse al mundo entero por delante. Ya no era aquel chico de diecisiete años que se había marchado hace dos años, este joven se veía más maduro, confiado y elegante.
Al apearse del coche hizo una pequeña reverencia y caminó con paso firme hacia la puerta de la mansión donde lo esperaba su hermano Steve quien lo miraba confundido, Austin le sonrió extendiendo los brazos y el pequeño sin dudar se abalanzó sobre él depositando un beso en su mejilla. El padre veía conmovido desde la puerta aquella escena, ver a su hijo nuevamente le llenaba de nostalgia, después de la partida de este se arrepintió de haberlo enviado allí, pero ya era demasiado tarde para enmendar su error.
Cuando el castaño alzo la mirada hacia él hizo una simple reverencia.
—Hola, padre— Le pasó por el lado para dirigirse a su habitación.
El señor Owen no podía discutirle nada a su hijo, no tenía derecho a reclamar sus actitudes, merecía eso y más ya que dentro de él albergaba una gran culpa. ¿Cómo le daría la noticia?
Austin no planeaba pasar más de una semana en esa casa, simplemente empacaría sus cosas y se marcharía a otra región donde pudiera llevar la vida que tanto anhelaba, ir allí fue simple formalismo, por él hubiera salido del internado hacia otro sitio.
Cuando iba por el pasillo, camino hacia su habitación, se encontró a Tanner quien lo miro de arriba a abajo, un silencio incómodo se formó entre ellos.
—Austin—empezó a decir el mayor —, me alegra mucho verte de vuelta.
El pequeño asintió
—Sí, es bueno regresar —dijo con desdén continuando su camino.
—Siento mucho lo ocurrido, yo... lamento mucho no haberte ayudado, no haberte creído — dijo.
—No te preocupes, el miedo muchas veces actúa por nosotros—dijo, mirándolo a los ojos.
El mayor se sintió indignado por esas palabras, Austin definitivamente estaba diferente, hace dos años lo hubiese gritado y golpeado, pero ahora estaba ahí indiferente a sus palabras.
—Si lo que te preocupa es mi perdón puedes tranquilizarte—continuó diciendo, no podía ser duro con él, era su hermano después de todo.
Tanner se acercó temeroso a abrazarlo, no sabía cómo reaccionaría y temía que le hubiese perdido el cariño. El menor al sentir el tacto le correspondió y le dio un beso en la mejilla.
—Lo siento mucho—dijo el mayor—, no debí permitir que te fueras, Austin, yo no podré soportar tu partida, no de nuevo.
El pequeño se sintió extrañado ante estas palabras ¿Sabría algo de sus planes de huida? Prefirió no darle importancia tal vez era producto del momento, se apartó y tomó a su hermano de la mano conduciéndolo a la habitación donde se sentaron a platicar.
— ¿Entonces estas con el hijo de los Scott? —dijo Austin, mirando sorprendido a su hermano quien solo asintió— ¿Pero, cómo?
—Bueno... pues veras... después de lo sucedido con Beatrice se rompió el compromiso, Dylan se enteró y me ofreció su consuelo, nos volvimos cercanos, ya sabes empezamos a hablar... conocí a su familia, les agrade y un día simplemente lo besé.
—Wao—Dijo Austin, haciéndolo sonrojar— Eres bueno en eso hermanito
—Todo fue gracias a ti, si no hubieras gritado esa noche a Seoloca en este momento sería un fugitivo de mi padre—dijo, riendo.
— ¿Cuándo es la boda?
—Bueno, yo aún no he pedido su mano, pero planeo hacerlo pronto así que ¡En seis meses estaríamos juntos!
— ¿Y si no te acepta? — dijo Austin, dudoso.
— ¡Lo hará!—contestó, firme.
Después de charlar unos minutos más se abrazaron nuevamente.
—Te dejo, debes estar agotado por el viaje, descansa y baja a cenar con nosotros— Dijo Tanner cerrando la puerta tras de sí.
Cuando quedó solo Austin echó un vistazo a la habitación, abrió su armario y pudo ver que toda su ropa estaba intacta, reviso sus cajones sorprendiéndose de ver todo en su lugar, incluso su cama estaba tal cual como la había dejado, nada había cambiado allí, solo él.
Tomó sus maletas organizando lo que tenía dentro de ella, revisó la ropa y pertenecías que tenía decidiendo que se llevaría con él, no quería cosas innecesarias pues sería un viaje difícil. Al terminar se dirigió al comedor donde lo aguardaban su familia, sonrió tomando asiento y se dispuso a comer sin decir una sola palabra.
***
Al día siguiente Austin se sintió algo incómodo, la luz se filtraba a través de la ventana iluminando aquella habitación, la brisa mañanera llevaba consigo un aroma a comida que le abrió el apetito automáticamente, definitivamente ya no estaba en el internado. Se había acostumbrado al frío y al olor de la humedad.
Se sentó y examino aquella habitación repitiéndose mentalmente que no era un sueño. Miles de recuerdos vinieron a su mente, esos dos años en el internado fueron buenos durante el tiempo que estuvo junto a Levi, pero después de ello no lo fueron tanto, se sentía agobiado por los constantes gritos y órdenes que les impartían, pero eso ya era parte del pasado.
Cuando se hallaban en la mesa desayunando pudo notar a su padre un poco nervioso dirigiendo su mirada a él por momentos, Tanner por el contrario le sonreía junto con Steve quién le contaba todo lo que había ocurrido en su ausencia.
¿Cuántos momentos junto a sus hermanos había perdido? ¿Cuántos se perdería de ahora en adelante? Se quedaría unos días para estar junto a ellos, no quería arrepentimientos.
—Austin—interrumpió su padre—, por favor ven en la tarde al despacho.
El pequeño asintió mientras que sus hermanos guardaron silencio.
Después del desayuno salió a recorrer la casa, quería mirar los cambios que había sufrido pero se decepcionó al ver que estaba igual, cuando recorría el jardín sintió unos brazos que lo estrujaban con fuerza.
—Te extrañé tanto—dijo una voz tras él, se giró con dificultad y miró a Emmet a los ojos.
—Yo más—dijo, correspondiendo al abrazo.
—La última estabas diferente—Se separó.
Y era cierto aquella última vez que se vieron había sido poco después de la partida de Levi así que no estaba muy bien que digamos.
—Sí, eran tiempos difíciles—dijo, evitando la mirada de este.
—Veo que te ocurrieron muchas cosas allí—dijo mientras llevaba la mano hacia el cabello del pequeño para acariciarlo—, espero que no te hayan hecho daño.
—No, no te preocupes—Tomó la mano de Emmet que se hallaba sobre su cabeza entre las suyas—. Más bien dime, ¿cómo has estado tú?
—Bien—Aspiró aire fuertemente—, han sido dos años largos, ocurrieron demasiadas cosas.
—Oh ¿Qué cosas?
—Yo no soy el indicado para hablarte de eso...
— ¿Así de graves fueron?
—No, así de importantes son.
—Nadie me ha dicho nada— dijo, haciendo una mueca.
—Tal vez después lo hagan...
—Tienes razón—Respondió dudoso.
Al entrar al despacho Austin vio a su padre sentado mirando al vacío sin notar su presencia, carraspeó y el señor Owen alzo la mirada regalándole una sonrisa.
— ¿Me necesita? —dijo el pequeño, cerrando la puerta.
—Pasa, Austin. Necesito hablar contigo.
El pequeño pasó un poco confundido y tomó asiento frente a él, el marqués se puso en pie acercándose para abrazarlo, pero Austin levanto la mano en señal de que se detuviera.
—Dejémonos de sentimentalismos —dijo fríamente, el Señor Owen lo miro confundido y adolorido, esa reacción por parte de su hijo le dolía—,e l día en que prefirió enviarme a un internado por creer más en las palabras de aquella doncella que en mí, tuve más que claro que tan importante era yo para usted.
Las lágrimas se acumularon en los ojos del marqués, esas palabras de su hijo le dolían, no quería imaginar su reacción cuando le diera la noticia, se había ganado su odio y desconfianza pero ahora lo tenía más que asegurado.
—Austin, hijo, lamento mucho haberte enviado allí hace dos años—inició diciendo
—No nos vamos a lamentar del pasado—suspiró—. Lo hecho, hecho está y punto— miró a su padre— ¿Y Bien?
El marqués tomó asiento nuevamente y jugaba con sus manos nerviosamente.
—Austin—empezó diciendo—, en estos dos años que no estuviste sucedieron bastantes cosas, hubieron tiempos de escasez en los cuales tuve demasiados problemas financieros, el señor Floyd cerró negocios conmigo porque la señorita Beatrice fue comprometida con otra familia, uno de mis socios me estafó en la venta de un terreno dando un gran golpe a mi economía, fueron unos tiempos bastante difíciles en los cuales me vi ofuscado por las deudas que no daban espera. Tuve que vender unas tierras y cerrar negocios para poder asegurar un dinero y no perderlo todo— hizo una pausa mientras que Austin solo lo miraba indiferente—, estaba realmente desesperado nadie extendía su mano para ayudarnos... Pero, un día se apareció en esta oficina el señor Drake Smith ¿Sabes quién es él? —Austin negó—. Bien, veras él es un duque que vive en la región sur, anteriormente había tenido tratos con su padre quien falleció hace más de un año, no éramos los amigos más íntimos pero de vez en cuando coincidíamos juntos en reuniones. Regresando al tema del joven Smith, él es su heredero y dueño de una gran fortuna. Cuando ya no había salida para mí se apareció aquí ofreciéndome su ayuda, como un ángel caído del cielo me prestó la suma de dinero necesaria para cubrir esas deudas que me atormentaban, gracias a él pude levantarme nuevamente.
—Me alegra mucho escuchar eso—dijo, secamente.
— Eso no es todo Austin— lo miró a los ojos mientras recostaba la cabeza sobre sus manos entrelazadas—el Duque Smith se ofreció a ayudarme a cambio de algo.
No, no puede ser
—Pidió la mano de uno de mis hijos — Austin no respondió, lo miraba con enojo esperando que su padre rompiera el silencio antes de que lo hiciera él— Tanner está encaprichado con el joven Dylan, heredero de la familia Scott y tengo conocimiento de que se van a comprometer. Steve es aún demasiado joven para contraer matrimonio, además por ley es a ti a quien corresponde ser el siguiente en casarse...
— ¿Por ley o por descarte?— inquirió Austin, mirándolo con odio, primero el internado y ahora esto...
—No me odies hijo...
— ¡¿Qué no te odie?! Me vendiste — se puso en pie golpeando la mesa —, primero me enviaste a un internado privándome dos años de mi libertad y ahora me casas con el primero que te da dinero.
—Austin no lo veas de esa forma— dijo su padre, tratando de calmarlo.
— ¿Entonces cómo? ¡Eh! ¡No envías a tus otros dos hijos por qué sabes que podrán contraer matrimonio, por eso me envías a mí el que no tiene probabilidades de hacerlo!
—Ese hombre me ayudo... entiende hijo, no tenía opción— dijo, al borde del llanto.
— ¡No me importa! ¡Tú no eres dueño de mi vida! ¿Cómo puede un padre hacerle eso a su hijo?
—Austin...
— ¡No! Me niego
Salió enojado de allí encerrándose en su habitación.