El pecado de enamorarse

—Pero es que no puedo lidiar con él, mi señor — Trataba de explicar el joven Dominick al señor Owen mientras caminaba tras de él. Dominick era un joven de veintiocho años que llevaba sirviendo a la familia Owen desde que tenía memoria, su madre había sido nana de la fallecida señora Owen y ahora a él le correspondía ser el tutor de los hijos del matrimonio, pero, no era tan fácil como pensaba, el joven Austin no hacía más que causar daños y desobedecer órdenes, era incapaz de comportarse como la etiqueta lo ordenaba, no tenía modales y su comportamiento era más de un plebeyo. Austin era el polo opuesto a sus hermanos, Steve quién era el menor con 15 y Tanner  el mayor con 18, es cierto que con ellos había ciertas dificultades, pero no eran al grado del chico, al menos, en las reuniones se comportaban y no eran objeto de burlas por su conducta malcriada, Austin se le estaba saliendo de las manos y por supuesto no quería eso. Así que ya tenía una solución a ese problema: un internado. —¿Internado?— inquirió el marqués. Dominick asintió. —Por favor piénselo, mi señor—continuó diciendo Dominick—, el señorito Austin se esta saliendo de nuestras manos, aún estamos a tiempo de enderezarlo y un internado me parece una buena opción. El marqués se quedó pensativo, meditando cual seria la decisión correcta, si su señora aún estuviera con vida se negaría rotundamente a esa preposición pero tenía que ser realista, ella ya no estaba junto él y no contaba con el tiempo suficiente para estar a cargo de sus hijos los negocios no daban espera, tenia una familia, tierras y bienes que mantener. —¿Has pensado en alguna opción? —Sí, mi señor. Al norte de la región hay un internado para los jóvenes de la realeza. He recibido buenas recomendaciones y considero que es ideal para el joven. El señor marqués analizaba la situación. —Lo pensare, ahora márchate—dijo, haciéndole una señal para que se marchara. Dominick salió enojado del despacho y caminó airado por los pasillos de la gran mansión, tenía que hacer algo por Austin antes de que fuera demasiado tarde era un joven indomable. Sólo pedía que su señor recapacitara y tomara una buena decisión. — ¡Dominick!—gritó una voz a lo lejos. El nombrado giró en dirección a aquella voz. Era Taeyon. —Dominick, ha venido la modista a traer los trajes de los señoritos para el baile de mañana—dijo un poco agitada—,te está esperando en la sala. Taeyon era una joven más que servía en la casa del marqués igual que él, en total habían ocho criados los cuales se dividían las diversas labores del hogar , los tres jóvenes daban bastante trabajo. Dominick se dirigió a la sala, allí lo estaba esperando una señora mayor con unos trajes en sus manos. Al verlo, le dedicó una dulce sonrisa y extendió las prendas hacia él. —He puesto mi empeño en ellas, espero que sean del agrado de los jóvenes para la noche del baile. —Gracias por tomarse el tiempo de traerlos hasta acá, sé que los señoritos los disfrutarán y serán el centro de las miradas mañana — dijo, sonriente. Mañana sería el gran baile anual que ofrece la familia Owen, era prácticamente un ritual familiar que que era bien acogido por las personas que asistían a este, principalmente familias de título y renombre tanto de esa región como de las vecinas que fueran invitadas esperaban ansiosas esta ceremonia de renombre, tenía la esperanza de que todo saliera bien y que el joven Austin no cometiera una locura. Se despidió cortésmente de aquella señora y se dirigió a la habitación de los jóvenes donde se los encontró jugando a las cartas. Esos chiquillos eran como sus hermanos, quería lo mejor para ellos, aunque a veces lo sacaran de sus cabales especialmente Austin. —Chicos —dijo, extendiendo los trajes hacia ellos—, ya llegaron sus atuendos para mañana—Tanner y Steve se acercaron entusiasmados mientras que Austin frunció el ceño. — ¡Qué lindos están!—gritó Steve tomando el suyo. —Esta vez la señora Anastasia se ha lúcido—dijo, Tanner examinando el traje. — Austin, ¿por qué no miras el tuyo?— dijo Dominick, extendiéndoselo. —No quiero—giró su vista hacia la ventana —, no me interesa asistir a ese baile. Dominick soltó un suspiro. — ¿Por qué, Austin?—dijo Steve interponiéndose entre la ventana y él. —Porque no y punto. —No le contestes así a tu hermano, Austin—dijo Dominick, hizo una pausa—Sabes que asistir al baile no es una opción, estas en la obligación de hacerlo como un Owen así que desde hoy no asumas esa actitud. Austin sólo escuchaba el sermón mientras que Tanner observaba divertido la escena ¿Cuántas veces había discutido Dominick con Austin a cerca de sus obligaciones con el nombre de la familia? —Voy a dejar el traje en tu habitación, No olviden que las criadas los van a ayudar a arreglarse—dijo Dominick, saliendo de la habitación. Los dos chicos se quedaron observando a su hermano rebelde que parecía divagar en sus pensamientos. —Voy a llevar el traje a mi habitación—dijo Steve y salió de allí. —Austin—dijo Tanner Este ni siquiera lo miró. —Yo sé que es difícil para ti todo esto, pero por favor sólo te pido que mañana te comportes y no hagas nada indebido, más que la reputación de la familia Owen es la tuya la que pones en juego- se acercó a su hermano y lo abrazo—sabes que pronto tendré que casarme y tú algún día también lo harás, ¿No queremos que piensen mal de nosotros, cierto? Austin asintió. —Eso pensé—dijo Tanner, sonriendo—. Mañana vamos a ser los más guapos del baile. Se separó de Tanner y fue a la soledad de su habitación el único refugio que tenia, allí Austin pensó en todas las cosas que lo rodeaban, en el fondo se sentía sólo y con un vacío que no conseguía llenar, muchas veces trataba de hacerse el de la vista gorda con sus problemas pero al intentarlo resonaban en sus oídos los comentarios de las personas "Miralo de los tres hijos es el menos agraciado" "Él será el que vestirá santos" murmuraba con descaro delante de él. Sabía de sobra que nunca se casaría, al menos no con alguien que lo quisiera, es por eso que se tomaba tales libertades con su comportamiento, a nadie le importaría.  Tanner estaba comprometido desde la niñez con Floyd Beatrice y en un año se consumaría el matrimonio, Steve era un chico realmente guapo por lo cualquier persona estaría encantado de ser su pareja, al contrario de él, el chico del que todos blasfemaban y burlaban por sus delicadas facciones, en el fondo deseaba estar equivocado y creer que sí había alguien dispuesto a amarlo, pero no podía ser iluso, eso no sucedería nunca. Se puso en pie y se asomó por la ventana que dejaba a la vista un hermoso paisaje verde que era capaz se capturar su tristeza y llevársela lejos.  Mañana sería el gran baile y quería mostrarles a todos el gran hombre que podía llegar a ser, pero sentía miedo de fallar en su intento de hacerlo, no quería decepcionar a su padre, a Dominick, a Tanner o Steve no lo merecían. Por eso tenía que hacerlo bien, mañana sería el gran día, el mejor de su vida, daría lo mejor por ello.