Pov: Demian
— ¡Dem, mira cómo se mueve! —Penny toma mi mano y la pone en su vientre.
Mis ojos se empañan
Sigo aquí pensando cuál es mi propósito, es difícil pensar en solo vivir, pero he optado por eso; solo vivir, pensar ilusoriamente que todo estará bien.
— Hola, Paz —dice Penny, con una tierna voz.
Ella ha elegido el nombre y no pude solo decirle que no, porque dentro de mi corazón quiero pensar que quizás aquí todo sería diferente.
— Hola, mi pequeña Paz —susurro y beso el vientre abultado de Penny.
— ¿Viste como se mueve? Ella sabe que eres tú —sonrío y me incorporo para besarla a ella.
— Bonita, te amo —sonríe y entrelaza sus brazos en mi cuello.
— También te amo, Dem —me aprieta a ella.
— Bonita… quiero que sigamos teniendo cuidado —frunce el ceño y hace un puchero.
— Me tienes abandonada, la doctora dijo que todo estará bien — suspiro, porque Penny ya entró a los 5 meses y se acerca ese maldito momento cuando menos lo esperemos y no quiero hacer nada para empeorar la situación.
— Tengo miedo, solo las cuido, Bonita —rueda los ojos.
— Dem... —acaricia mi nuca—, un poco de amor no nos hará mal, podemos ser cuidadosos —me mira con esos hermosos ojos que me convencen siempre.
— Bonita…
— Dem, no me gusta vivir con miedo, todo el tiempo dices que temes por mí, por la bebé, pero no es vida vivir atemorizados. Yo solo quiero vivir y ser positiva, quizás eso sea tonto, quizás soy tonta por pensar que todo irá bien, quizás...
— No, bonita, tienes toda la razón, no es vida vivir atemorizado —acaricio su mejilla, ella tiene toda la razón.
Ella quiere vivir, ella está disfrutando esto conmigo por primera vez para ella, yo con mis temores arruino su experiencia, la vida no puede ser todo dolor.
— Dem, solo amémonos, solo disfrutemos de nuestra familia. Todo estará bien, lo siento aquí —toca su pecho—, sé que todo estará bien, porque tú estás aquí, porque nada podrá separarnos. Merecemos ser felices y quiero serlo sin pensar —asiento y sonrío.
Quizás debo vivir sin pensar cuándo volveré o lo que pasará, solo vivir.
— Me encanta tu idea, bonita, me encanta —la beso con ganas y una risita pícara sale de sus labios.
– ¡Qué rápido cambias de parecer, Dem! —la aprieto a mi cuerpo.
– Bastante rápido, ya sabes, no necesito mucho para tener sucios pensamientos de ti —me besa con fuerza.
— ¡Qué mal me pone tenerte tan cerca, Dem! Tú eres la fantasía de toda chica —toca mi pecho por debajo de mi ropa—, me apena estar tan gorda y que tú estés tan... tan divino —me carcajeo.
— Tú estás divina, Bonita —entierro mi rostro en su cuello—, hueles divino —muerdo su cuello—, sabes divino y eres divina.
— ¡Pues muéstrame cuán divina soy! —sonrío por su picardía que adoro.
Solo vivir, sin pensar nada.
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— ¡Dem! ¡Dem! —salto en la cama— ¡Ya es hora! —jadeo asustado y nervioso.
— ¡Ya es hora! —digo sin creerlo.
¡Dios! ¡Ya es hora!
— Sí, Dem, llama a mamá para que venga con Siena, yo... ¡Ay!
— ¿Te duele mucho? ¡Llamar a tu mamá! —busco el teléfono tratando de dividir mi atención entre ella y todo lo demás.
— Tranquilo, solo un poco, nada del otro mundo —asiento mientras marco.
— Hola ¿Quién es a esta hora?
— Mila, ¡Penny ya tendrá a la bebé! —solo digo eso y del otro lado ella jadea.
— Voy para allá —corta la llamada.
Penny respira mientras hace muecas de dolor.
— Dime; si te duele mucho, si sientes algo raro, si sangras, Bonita... —estoy completamente aterrado, porque ni yo concibo que ella haya llegado con su embarazo a término, esto es... es mágico.
— Dem, estoy bien, solo son dolores de parto, como con Sieni. —camino de un lado al otro preocupado.
— Tengo que preparar el bolso, debo buscarlo —corro al armario y saco el bolso, Penny solo sonríe.
— Dem, tranquilo —asiento.
Como si no hubiera pasado ya por esto, pero una parte de mí está completamente ilusionada con el hecho de ver a mi bebé, otra aterrada porque quizás el destino se cumpla, pero ahora y yo...
¡No pasará, deseo que no pase!
— Lo estoy, Bonita, solo que —me detengo y la tomo de las mejillas—, veremos a nuestra bebé —ella asiente.
— Así es, mi amor, veremos a nuestra bebé.
Mila llega para quedarse con Siena y vamos al hospital. Penny es muy tranquila a la hora de los partos, mantiene la calma, no se altera, ella solo sonríe y se queja pero nunca enojada.
Siempre he pensado que ella nació para ser madre, por eso maldije mil veces todos los embarazos que hemos perdido, porque no conozco a nadie más que ella que desee ser madre con tanto fervor.
¡Mi dulce Penny, mi Bonita!
¡Dios! Sé que no existe, pero en su defecto ¡Universo, concédeme la dicha de ver a mi niña, de ver cómo hubiera sido en otra realidad!
Yo hice mi duelo, sé que ella no está, que se fue, pero esta ilusión que ahora crece en mí me asusta.
Llegamos al hospital y no tardan en llevársela, la ansiedad por verla, por saber que todo estará bien, yo siento que podría desmayar de los nervios.
Camino de un lado al otro en la sala de espera.
— Familiar de Andrade —me acerco.
— Soy, yo.
— Ya puede pasar a la sala de partos.
— ¿Ya? —¿Tan pronto?
— Sí, ya la han llevado. Debe cambiarse, ella mencionó que quería estuviera —asiento y me llevan por un largo pasillo.
Mis manos sudan y tomo tembloroso la ropa que me dan, la cual me pongo.
Salgo y respiro intentando calmar mis nervios.
Voy hasta la sala de partos. ¡No puedo creerlo, de verdad no logro procesar todo esto, es demasiado para mí! Definitivamente es un sueño, pero ya no sé si es pesadilla o un sueño hermoso.
Ya no lo sé.
— Entre, por favor —asiento tembloroso y nervioso.
Y cuando la veo ahí, acostada en la camilla a punto de dar a luz, soy como un niño porque no puedo detener mis lágrimas.
— Dem... —me acerco y la tomo de la mano mientras beso todo su rostro.
— ¡Bonita, te ves preciosa, hermosa, te amo, mi amor! —sonríe y los médicos le indican que ya está lista.
Todo es como siempre; ella siendo la mujer más perfecta del mundo, trayendo al mundo una nueva vida, pero esta no es cualquier vida y cuando los médicos sacan a Paz, mi corazón comienza a latir con fuerza, no sé si es el miedo, sí, es miedo.
Porque no llora y yo...
— ¡WAAAA! —mi corazón vuelve a latir cuando escucho su llanto.
— Una niña muy sana —los médicos la ponen en el pecho de Penny y yo estoy completamente estático.
No puedo moverme, solo siento mis lágrimas caer.
— Es hermosa, Dem... —no puedo hablar—. Cárgala —me muevo y la tomo en brazos con cuidado.
Esto no es posible, esto es...
Lloro como un niño, no puedo detener mi llanto, mi cuerpo se agita mientras tengo a mi pequeña niña en brazos.
— Paz... —ella frunce en ceño como molesta porque lo primero que está viendo es a un llorón de padre —. Paz, mi pequeña —ella es rubia, muy rubia y sus ojos son grises parecen transparentes de tan claros que son.
— Es hermosa, Dem —asiento porque lo es.
— Es perfecta, Bonita —beso su cabecita y las enfermeras se la llevan para limpiarla.
Soy un mar de lágrimas.
— Dem... —la beso con fuerza.
— Ella está bien, está perfecta, Bonita, es nuestra Paz —ella asiente con sus ojos empañados.
Esto sin dudas es un sueño maravilloso y no importa cuándo despierte, porque yo jamás olvidaré su carita, la carita de mi bella Paz.