Christine Wang se define a sí misma como una chica sin miedo al qué dirán y con una personalidad explosiva y muy extrovertida. El problema es que toda la vida eso le había jugado en contra a la hora de enamorarse de alguien, pues los hombres solían rechazarla al notar la particular personalidad que se cargaba. Ella pensaba que en realidad ninguno de ellos podía tolerar a una mujer fuerte e independiente a su lado, por lo que nunca le importó no tener un novio formal, o eso hasta que conoció a su jefe, Alexander Williams, por quien comenzó a desarrollar un enorme interés.
Alexander, por su parte, era un hombre relajado, con un sentido del humor muy picante, y que no estaba interesado en mantener relaciones amorosas con nadie, más que alguna que otra noche de pasión sin compromiso que no le generara involucrarse sentimentalmente.
Cuando Christine ve la oportunidad de poder cumplir sus fantasías con el jefe, decide conquistarlo y hacerle ver que las mujeres también pueden tomar el control en esas situaciones y enamorar a los hombres, lo que toma por sorpresa a Alexander, pues en algún punto la relación de ambos se convierte en un tira y afloja, donde ella quiere conquistarlo, y él no se permite caer en las redes de Christine.
Ella está completamente segura de que es el momento en que podrá, por fin, conquistar a un hombre que realmente le llama la atención, por lo que decide jugar todas las cartas que tiene a su favor y arriesgarse a enamorarlo.