La forma en que el hombre la miró era aterradora e incómoda. Melisa quería tirarle una copa de champán en la cara a ese viejo pervertido. Se acercó a Alex, intentando llamar su atención. —Alexander, ¿podemos irnos ya? —le preguntó suavemente al oído, para que sólo él pudiera oír. —Claro que no, Melisa, la noche apenas comienza —respondió. —No me siento cómoda. —No es lo que parecía, hasta hace unos momentos. —Le hizo una indirecta, recordándole cómo era ella con el capitán del barco. —¿No dije que tu esposa es un poco peculiar? —Los interrumpió Stefani—. Ella habla muy bajo por eso no podemos oírla. La antipatía y la indiscreción de Stefani dejaron a Melisa nerviosa. —Creo que Melisa quiere bailar un poco. —Damián dijo, poniéndose de pie y caminando hacia ella—, ¿bailamos? —Él se a

