Con la boca aún abierta porque estaba sorprendido, se dio cuenta de que Melisa notó su presencia en ese lugar, por lo que colgó el teléfono y se acercó a él. —Buenas tardes, señor. —Lo saludó cortésmente. Había decidido mentalmente que no diría nada que pudiera molestarlo, para que todo pasara rápido. De esta manera podría regresar al hospital y estar al lado de su hija. —Buenas tardes... —Alex parpadeó un par de veces, hasta recuperarse—. Ya veo que un buen baño no le hace mal a nadie, ¿eh? —dijo mirando a Fábio, con tono burlón. Por mucho que Melisa hubiera captado la indirecta, prefirió no decir nada y fingir no entenderlo todo. —Si ambos estáis listos, tomemos las fotos. Tenemos poco tiempo —dijo Fábio, tratando de revertir la situación—. Por favor, allá dentro, comportarse como

