Soledad
Desde que prácticamente era una niña, me han internado en una escuela militar, perteneciendo a la familia Dayton, que durante años ha estado ligada a la milicia. Mi padre, mi abuelo, mi tío y mis primos han pasado por el ejército, y yo no soy la excepción.
Sin embargo, de alguna manera, me consideran la apestada de la familia debido a que no soy una Dayton de sangre. En realidad, soy el producto de una infidelidad de mi madre con el mejor amigo de mi padre, con Noah Spencer.
Sí, Noah, uno de los coroneles más jóvenes que perdió la vida a manos del narcotráfico, específicamente, de la mafia italiana. Mentiría si dijera que lo recuerdo bien, ya que solo conservo recuerdos vagos de esa época. Hay algunas imágenes en mi mente en las que él era cariñoso y jugaba conmigo. Sin embargo, nunca me otorgó su apellido ni me reconoció.
Mi madre afirma que enloqueció por una mujer, Nicole Briss, y que ella causó su muerte. Sin embargo, se cuentan tantas historias sobre su pasado que ya no sé qué creer. La sombra de mi origen siempre ha influido en mi vida en la escuela militar, marcándome como una intrusa en la dinastía Dayton.
Me han despreciado en todos los rincones, incluso mi propia familia ha participado en ese cruel rechazo. La única excepción es mi papá, quien siempre me ha amado como si fuera su verdadera hija, sin hacer diferencia alguna con mi hermana biológica. A pesar de su amor incondicional, la sociedad entera conoce mi origen, y sus miradas de desprecio son omnipresentes. Incluso en la escuela militar, varios compañeros han menospreciado mi valía.
No obstante, he transformado esa adversidad en una fuerza imparable. A pesar de las humillaciones, me he convertido en la mejor de la academia. A pesar de mi corta edad, mis hombros pesan varias medallas que he ganado con esfuerzo y dedicación. Recientemente, ocupé el puesto de Teniente, un logro que solo ha reforzado mi determinación de demostrar que mi valía no se mide por mi linaje, sino por mis acciones y capacidades. Enfrento cada día con la esperanza de romper con los estereotipos que me han rodeado, y aunque el desprecio persista, mi firmeza no flaquea.
— ¡Sol! ¡Qué alegría verte! Bienvenida a casa. — Papá me recibe con un fuerte abrazo
—Gracias, papá. No podía perderme el cumpleaños del mejor de los padres.
— ¡Oh, qué halago! Pero en serio, me fascina tenerte aquí. Has estado ausente demasiado tiempo. Aunque ser la teniente número uno no debe ser fácil — Bromea mientras deposita un beso en mi frente
— Ha pasado un tiempo, pero estoy feliz de estar de vuelta. Además, no podía faltar en esta ocasión tan especial. ¿Cómo has estado?
— Todo bien, pero mucho mejor ahora que estás aquí. Hay una gran celebración preparada.
Mi madre estaba ocupada, absorta en una tarde de compras junto a mi hermana Irma. Debido a ello, no pudo recibirme a mi llegada, así que decidí subir directamente a mi habitación para dejar mis maletas y prepararme para la noche que se avecinaba.
En honor a mi padre, se celebraría una fiesta significativa, y se esperaba la presencia de varias personas importantes en la ciudad. Durante las vacaciones, suelo pasar tiempo con mis padres, pero la mayor parte del año se encuentra ocupada con mis responsabilidades en la milicia.
Hace ya un año que formo parte de la brigada del nuevo Coronel, quien resulta ser bastante exigente en sus demandas y estándares. Aunque la dedicación a mis deberes militares consume gran parte de mi tiempo, siempre encuentro momentos para volver a casa y compartir con mi familia en ocasiones especiales como esta.
[...]
Estaba en mi habitación, acomodando mi cabello castaño que alguna vez fue un tono rubio de niña. A medida que crecía, la tonalidad se oscureció, contrastando con mis ojos azules. Algunos dicen que comparto la mirada de Noah; sin embargo, la suya era oscura, mientras que la mía refleja algo distinto.
A veces, desearía conocer más sobre él, pero lamentablemente, toda su familia ha fallecido. Su madre murió cuando era un niño, su padre en la adultez, y no tuvo hermanos. Por lo tanto, no tengo familia paterna, ni siquiera un hermano con quien compartir experiencias.
Todo en mi vida se resume en los Dayton y cumplir con mi deber como militar. En la soledad de mi habitación, me enfrento a la realidad de no tener un pasado familiar tangible, pero mi compromiso con la milicia y la familia que me acogió sigue siendo mi norte.
Salí de mis pensamientos cuando mi madre entró a la habitación. Ella tiene el cabello café que enmarca su rostro con elegancia y unos ojos marrones perfectos que reflejan calidez y determinación. Es simplemente hermosa.
A su lado, se encuentra Irma, quien es prácticamente la viva imagen de mi papá Philip. Sus rasgos, su porte, todo en ella lleva la marca distintiva de nuestro padre. La habitación se iluminó con su presencia, y el fuerte vínculo familiar que compartimos se hizo palpable en el aire.
— Sole, de verdad lamento no haberte recibido en casa, he estado tan ocupada con Irma y todos los trámites para su graduación, el vestido y demás.
Ivana interviene— Pero no te preocupes, hazme Irma el favor de conseguirte un vestido. Obviamente, mi hermanita es una buena soldado, pero se viste horriblemente y podría espantar a todos en la fiesta.
— No te preocupes, iré con un vestido que ya tengo. Algo viejo y cómodo.— Afirmé
— ¡No, Sole! Te compramos un vestido para que te veas hermosa, mi amor. Deberías vestirte mucho más femenina. Con esos ojitos, podrías conquistar a cualquiera. Pero te escondes detrás de ese traje militar.— Me regaña mamá
— A mí me gusta sentirme cómoda. No me gusta "enjoyarme" como si fuera un árbol de navidad.— Bromee
—Ella siempre ha sido rara, y siempre lo será. Definitivamente, nunca se casará.— Bromea mi hermana.
No, definitivamente, no me interesa casarme, usar vestidos ni nada de lo que suele interesarle a las demás chicas de mi entorno, incluyendo a mi hermana, quien solo sueña con casarse y tener hijos.
Lo único que deseo es ascender en mi carrera y llegar a ser alguien importante en la milicia. Darle honor a mi apellido es lo menos que puedo hacer por mi padre después de tener que soportar la deshonra que implica tener una hija bastarda. He planificado meticulosamente cada paso para destacar en el ejército, y sé que, en algún momento, me convertiré en una de las mujeres más importantes en las fuerzas armadas. Mi verdadero anhelo es poner fin a las mafias que envenenan a las personas y contribuir a hacer del mundo un lugar mejor.