Capítulo 2: Comienza un día largo.

1439 Words
Capítulo 2: Comienza un día largo. 【Zion】 Preguntamos al unísono, sin poder creer la coincidencia que nos acaba de dar el Universo. Quizás suene muy esotérico pero que esto pase parece uno en un millón. —¿Qué haces aquí en Ámsterdam?. — Inquiero con media sonrisa, no sé si se me ve a simple vista toda la emoción que me causa está mujer. Ella da una sonrisa, se le borra para poner una cara seria y distante. Empieza acomodar sus papeles que lleva en una carpeta junto a su cartera. —No es de tu incumbencia Zion. — Suelta con veneno, no es raro que me responda así, sin embargo, su veneno no me afecta, es como si yo siempre tuve una protección contra su veneno. —Por supuesto que es de mi incumbencia estas en mi taxi. — Le reprocho, me mira mal y rueda los ojos, molesta y sabe que me encanta hacerla molestar. Como frunce su ceño, como achica sus ojos y si la llevo al extremo tal vez haga un puchero. —Pues si quieres me bajo. — Advierte tentándome a suplicarle, no lo haré, sabe que no lo haré. —No. — Mascullo cerca de su oído, inhalo y con intensión suelto el aire cerca de su cuello haciendo que ella se tense. Una sonrisa se pinta en mi rostro al conseguir esa reacción después de tantos años de no verla. —Aléjate por favor. — Me ordena, yo alzo mis brazos acercándome a la puerta que está a mi lado. Me alegra causar ese efecto en ella después de mucho tiempo y cuando digo mucho es demasiado. Jamás pensé que al mudarme a Ámsterdam por algunos meses, me daría la grata sorpresa de verla después de años, puedo decir que se ve casi igual solo con la ligera diferencia que está más guapa, con más caderas con más pechos y siempre fue delgada pero al parecer le ha metido al gym. Yo no me quedé atrás mientras que aún estaba en la Universidad, le metía al gym constantemente, casi todos los días y por no decir que me he tatuado el brazo izquierdo desde el hombro hasta un poco más arriba de codo. —No quiero interrumpir pero nunca me dijeron adónde van. — Interrumpe mis pensamientos el conductor del taxi, recuerdo rápidamente la dirección del edificio y abro la boca para hablar. —Al Woerden Street, el edificio Wonder de la calle 8. — Decimos nuevamente al unísono y nos miramos confundidos, sonrió pícaro, ella solo se cruza de brazos rodándome los ojos, desviando su mirada a la ventana. Toma su teléfono y empieza hablar con alguien. «Me voy a aprovechar de la situación». Sonrío de oreja a oreja, voy por mi teléfono y le cambio la clave para solo dejarlo sin contraseña, elimino casi todas las fotos de mi galería ya que son muy explicitas y elimino algunas conversaciones que tengo en w******p. Básicamente limpio mi teléfono, hago una llamada a mi querido amigo Zack, después de tanto tiempo aún seguimos en contacto. Responde al cuarto tono. Yo: Alo amor, necesito confirmar algo. Zack: ¿Qué quieres Zion?, son la una de la mañana aquí en Los Ángeles. Yo: Amor dime en la Suite del hotel, ¿Quieres para la noche champagne o vino blanco?. Me volteo para ver la expresión de Paulette la cual me está mirando muy celosa escuchando lo que tengo que decir. Zack: ¿Es una broma bro?, ¿Está con alguien allí?. Yo: (Susurro)… Sígueme la corriente. Yo: Aja quieres vino blanco lo que será una noche locamente salvaje. Zack: Me estás empezando a incomodar. Yo: Amor no digas esas cosas, guárdalas para la cama. Zack: Dios, no me preguntes que color de ropa interior tengo, por favor. Yo: Además, ¿Qué color de bragas tienes?. Zack: Maldita sea, JAJAJA,  debes de estar jodiéndole la existencia a alguien. Recibo un codazo de Paulette en el brazo, me quejo del dolor pero he logrado mi cometido. —Por favor no hables de barbaridades aquí con tu novia. — Me recrimina resentida, por la conversación que tengo con “mi novia”, he hecho mucho hasta ahora me he aguantado las ganas de reír hasta llorar. Zack: ¿Son tu novia ahora?. Yo: Adiós amor te llamó más tarde. Cuelgo la llamada satisfecho, los dos saltemos en el asiento ya que el taxi cayó en un bache y todas la cosas que contiene su cartera se esparcen en el suelo del taxi. Rápidamente la ayudo a recoger, agarro su teléfono y lo intercambio por el mío, al parecer no se nota la diferencia ya que son muy parecidos. Nuestras manos se tocan, una ligera corriente choca entre los dos haciendo que nuestras manos se separen del golpe, me mira con una expresión que puede espantar a más de un hombre pero menos a mí. Por mi bien me alejo, veo que termina de recoger sus cosas para luego alejarse más de mí. Veo por la ventana ya casi estamos al punto de llegar al edificio, suspiro porque me encargaré que esté día sea muy largo para los dos. El taxi se estaciona y salgo de un tiro con mi maletín para abrirle la puerta a Paulette, tomo la palanca y halo hacia mí la puerta, veo que una tras otra sale sus piernas, sonrió porque esa es mi mujer es bellísima. Se levanta y no me muevo ni un poco, ella trata de esquivarme pero la rodeo con mi brazo y la pego más hacia mí, ella intenta zafarse, no la dejo, cierro la puerta y se calma un poco al ver que la pegue a mí por esa razón. Más sin embargo la acorralo entre el taxi y mi pecho, me acerco a su oído. —Bienvenida a la Company Corporation Wine's Agreste. — Me empuja y solo me alejo por cortesía solo se va hacia el edificio. —¿No me van a pagar?. — Inquiere el conductor, resoplo y me acerco a su ventana, saco los primeros billetes que tengo en la billetera. El señor refunfuña un poco lo que ignoro y le sigo los pasos a Paulette. Entro y el aroma a desinféctante de pino embriaga mis fosas nasales, volteo y está Alida la obrera del edificio, me mira y le saludo con la mano. Sigo caminando mientras que saludo cortésmente a los de la recepción. Llego hasta el ascensor donde por fortuna está Paulette junto con una vieja de recursos humanos. Veo que está presionado el botón del último piso donde tengo que ir. Me pongo cerca de ella, ella se remueve incomoda y se pega más a la pared del fondo, me volteo y apoyo mis brazos con el apoyo del ascensor y miro hacia toda la ciudad. Las paredes del ascensor son de vidrío y Ámsterdam no está nada mal. Me le quedo viendo, no ha cambiado mucho solo que se ve más madura, sonrió nuevamente al percatarme que tiene un lunar muy chiquito pero hermoso cerca de su oído casi donde termina su mandíbula. Acerco un poco mi mano, no obstante ella se da cuenta y pone a la viejita donde estaba ella, la viejita me mira pícaramente. Paso mi mano por mi cabello y suena el timbre del ascensor avisando que hemos llegado a un piso requerido. La viejita se va dejándonos a solas a Paulette y a mí. Me froto las manos mentalmente, me volteo al frente para mirarla, aun  no creo que ella pueda estar aquí en mi Compañía. —¿Tienes pareja?. — Interrogo cuando quiero saber algo solo pregunto y si no me dan una respuesta pues me veré obligado a sacárselas por las malas. —No puedes preguntarme eso. Es información personal y no estoy autorizada a dártelo. — Responde fríamente, analizo para ver como contraataco. Sonrío por enésima vez en el día, es raro que cuando tengo a Paulette cerca me la pase sonriendo a cada momento. Relajo mi expresión a una más seria. —Pues… Te autorizo para que me des esa información. — Demando relajado esperando respuesta de su parte, se voltea ofendida. —Y, ¿Quién eres tú?. — Inquiere fuera de sus casillas, justo suena el timbre del ascensor nuevamente para avisarnos que hemos llegado a nuestro destino. Allí mismo viene a nosotros Henry Kaufman, es mi grano en mi culo ya que es mi asistente, siempre se encarga de los pequeños detalles que yo doy por alto, por esa razón no lo despido porque por lo demás es un verdadero grano en el culo.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD