Con una determinación que emanaba de lo más profundo de su ser, Stavros alzó el cigarrillo, impidiendo que Jennifer lo llevara a sus labios. Un brillo peculiar iluminó sus ojos mientras respondía con suavidad a su sorprendida petición.
―Eh, mejor no fumes. Si has pasado un año sin hacerlo, tal vez sea mejor que no regreses a este vicio. Creo que lo mejor será que apague el cigarrillo.
―¿Vas a dejar de fumar? ―preguntó Jennifer, sus ojos brillando con gratitud y cariño.
―Eh... no ―apagó el cigarrillo con la lengua― Pero trataré de no hacerlo cuando estemos juntos. No quiero que te conviertas en una fumadora pasiva ―respondió con suavidad, sintiendo cómo la sonrisa de Jennifer se volvía más ancha.
―¡Está bien, Stav! ¡Eres tan adorable! Te confieso que soy propensa en caer en adicciones,
