Mientras tanto, Jennifer, aún absorta en su teléfono, esperando que Stavros le abriera la puerta, parecía cautivada por las llamadas insistentes de Archie y los mensajes de Jade. Por otro lado, Stavros desde afuera suspiró y refunfuñó en su interior, resignado a regresar hacia el auto. «Ah, maldita sea, ahora debo abrirle… lo que tengo que hacer para arrebatarle la empresa al marica de Lancaster»―murmuró molesto mientras caminaba hacia el vehículo. Y luego con su rostro molesto le abrió la puerta a la mujer. Al abrirle la puerta, allí encontró a Jennifer, enfrascada en su teléfono, con la mirada fija en la pantalla, distraída de su entorno sin enterarse que Stavros estaba afuera molesto.Luego, ella al ver que Stavros le abrió, salió del auto y le agradeció sin saber el dilema que te

