Jennifer observó con cautela la minúscula gota de sangre en su dedo, mientras sus ojos se encontraban fijos en Stravros. ―Está bien―susurró con valentía―entrégame las hojas para firmar. Dame el bolígrafo. Ya es hora de comenzar nuestra venganza. Ah… no sabes como odio a Archibald Lancaster, por hacerme ver como una estúpida. Stavros apretó la carpeta entre sus manos, con sus ojos entrecerrados agudizando su expresión seria. ―Debes leer primero, Jenny―respondió con voz algo enojada. Pero Jennifer, confiando plenamente en la experiencia de Stravros, replicó impaciente: ―Pero tú eres un experto, Stav. Confío en ti. ―Ah, empezamos bien mal―murmuró Stavros, con sus palabras cargadas de advertencia―No confíes en nadie. Siempre los que menos esperas son los que te apuñalan en la espalda.

