Elian redujo la velocidad del vehículo y estacionó a un lado de la carretera porque no podía contener aquellas carcajadas estruendosas que salían de sus labios al haber leído el mensaje que le habían enviado a Stavros. No podía con aquella situación absurda según él.
―Jajajaja, ¡qué mujer tan cursi y desquiciada! ―exclamó, sacudiendo la cabeza con incredulidad―. "Osote de peluche", jajaja, si tan solo supiera como eres en realidad.
Stavros suspiró con resignación y decidió responder a Elian, molesto por sus burlas.
―Es inocente e ingenua. Apenas se acabó de enterar que el marido la engaña con la hermana.
―Vas a hacer negocios con una loca jajaja ―rió Elian, agarrándose el estómago.
Stavros lo miró con desprecio, mientras escuchaba a Elian continuar con su burla.
―Ya, ya me calmo―dij
