Jennifer se quedó cautivada por la presencia de aquel apuesto hombre de tez bronceada con esa aura misteriosa, la cual provocaba una sensual intriga. En ese momento, aquella pelirroja inconscientemente prefirió más la presencia de su nuevo amigo Stavros por encima de, Cameron su antiguo gran amor. «¡Ah, que bueno que está aquí…que alegría!» ―pensaba la mujer a sus adentros teniendo una sonrisa la cual hacia sin darse cuenta. Por otro lado, Stavros, con la mirada clavada en ella, experimentaba extraños sentimientos dentro de sí mismo, algo que nunca antes había experimentado en sus treinta y siete años de existencia y eso no le gustaba para nada. Por lo tanto, en sus pensamientos, se decía a sí mismo mirando a Jennifer: «¿Qué me está pasando con esta mujer? Ahh, no debí haber salido de

