Amor y lujo

2062 Words
Uno de los lujos que Alejandro tenia como millonario, eran su colección de aparatos de tortura. Entre ellos, una soga, brazaletes especiales y látigos. En su casa tenía un sector privado donde jugaba ser el maestro de una muñeca, imaginando que aquella muñeca era Anubis y la disciplinaba como solo un maestro podía hacer con su alumna. Veía como Anubis traía la pulsera cada día y una emoción inmensa surgía en él. Ella no tenía idea de que con ese regalo, podía rastrear cada uno de sus movimientos. Tener el control sobre los demás, era algo que lo fascinaba y más si lo ejercía sobre ella, su alumna preferida. Ese era el apodo con el que solía llamarla. Los rumores decían que Anubis estaba en una relación con un hombre, un joven actor que ingresó a los medios de comunicación recientemente, como lo odiaba. No solo por ser su actual pareja, si no por dejarla plantada innumerables veces. Solo deseaba que se diera cuenta que él no la quería y que solo él era el indicado para ella. Sus intereses por Anubis no se reducían sólo a lo s****l, él en verdad la amaba. Amaba su risa, su personalidad, su espíritu, su mente y su hermoso corazón lleno de bondad. En unos días, se llevaría a cabo una charla en el exterior y a él lo habían invitado para que asistiera a dar su opinión al respecto. Debía llevar a un acompañante y sabía perfectamente quién ocuparía ese puesto. Esperó a que fuera la hora del almuerzo y le pidió a Anubis que se quedara un momento. -¿Qué sucede señor? -Anubis, no es necesario que seas tan formal conmigo, puedes llamarme por mi nombre. -Prefiero decirte señor. -Como gustes, tengo una noticia que te va a encantar, me convocaron a una charla internacional y necesito que vengas conmigo. -¿Quiere que viaje con usted? -Eso dije, ¿algún problema? -No, ¿para cuando seria? -La otra semana. -¿No puede ir con alguien más? -Mi asistente debe ir conmigo, así que es obligatorio que vayas. -Es que la otra semana tengo... -Aunque si no puedes, vete y consigo a otro que te reemplace. -¿A que se refiere? -A que si no vas, te despido. -¿Que?, no puede despedirme por eso? -Soy el jefe, mis padres son los dueños y puedo hacer lo que sea. Entonces, ¿irás? -Si...iré. -Perfecto, ya puedes ir a comer. -Si señor. Se fue un poco frustrada y no pudo evitar sentirme mal, tal vez fue duro, pero era la única forma que aceptara ir. Claro que nunca la iba a correr por no ir a ese viaje, pero se moría de ganas de ver su reacción, verla sumergida en un estado de desesperación le provoca erecciones. Luego de un tiempo Alejandro llegó de frecuentar los sitios donde ella acostumbraba ir y dejó de tener ideas paranoicas sobre él. Un día de la nada, comenzó a sentirse observada por alguien; adonde sea que estuviera. En su casa, calle o empresa, sentía como si alguien la estuviera vigilando y su miedo comenzó a cambiar de dirección. La semana siguiente Daniel quería tomarse vacaciones para pasar tiempo con Anubis, pero debido a su viaje de trabajo, no iba a poder verse con él. -Parece mentira, precisamente cuando tengo tiempo libre, tu estas ocupada. -Es triste que nuestra relación sea así, ¿hay alguna razón para seguir juntos? -Yo te amo Anubis. -Y yo a ti, pero casi no nos vemos y no me gusta tener un novio ausente. -Lo siento, te prometo que cuando vuelvas de tu viaje te recompensare. -¿En serio? -Si-me beso esperando que correspondiera. -No-lo aparte.-no estoy segura en que se basa nuestra relación pero quisiera que funcione. -Haremos que funcione, te lo prometo. Llegó el día del viaje y Anubis se encontraba en su cuarto empacando lo necesario. Su jefe le dijo que solo llevará ropa para una semana, pero para ella era como si fuera por más tiempo. Nunca se lo dijo a nadie pero no se sentía cómoda con él, era un buen jefe pero tenía la costumbre de mirarla con ojos sumamente penetrantes, y eso no le gustaba porque le daba la sensación de que podía leer sus pensamientos. Era increíble, pero antes de que ella le dijera algo, él respondía a sus cuestionamientos y siempre que estaba preocupada por algo, él se daba cuenta enseguida. Con la única persona que tuvo ese tipo de conexión fue con su profesor de teatro del colegio, los comparó por un momento pero se dio cuenta que no podía ser él. Aunque mirándolo de cerca, se parecían un poco. -¿Lista para irte? -No, pero tengo que. -No puedo creer que te obligará a ir con él. -Yo tampoco, pero es mi jefe y ni modo que no lo obedezca. -Daniel llamó hace rato, dijo que no podría despedirte en el aeropuerto. -No me sorprende. -¿Quieres saber la razón? -No, ya me lo imagino. Su trabajo es siempre su mayor excusa. Quizás este viaje me ayude a reflexionar si es buena idea seguir con él o no. -Daniel es un buen hombre, no te enojes con él solo porque no te da atención. -No es solo eso, últimamente ha estado frió conmigo y siento que cada vez está más distante. Tras decir esto, Magali se puso nerviosa. No le dio importancia y solo terminó de empacar para llevar su maleta al auto. Se dirigió al aeropuerto y vio que él la esperaba en la entrada, vestía con ropa casual y llevaba puesto unos lentes de sol que lo hacían lucir como un galán de telenovela. Estacionó el coche, tomó su maleta y caminó hacia él. -Buen día señor. -Ya te dije que no me digas señor, llámame por mi nombre. -Gracias, pero no me siento cómoda llamándolo por su nombre. -Bueno, dime como quieras-se fijó en la pulsera que le había regalado. –Veo que aún lo llevas puesto. -Aún no he podido quitármelo, ¿le pusiste pegamento?-pregunto tratando de parecer graciosa. El se quedó callado y su expresión se volvió seria. Se preocupó por su reacción y pensó que había dicho algo malo, iba a disculparse, pero de repente, Alejandro forzó una sonrisa y soltó una risa bastante fingida. Le dio su boleto y entraron a sentarse mientras esperaban el llamado de su vuelo. Se quedaron hablando de diversos temas y volvió a compararlo con su profesor de arte. De repente él se la quedó viendo fijamente y puso su mano sobre la suya. No supo cómo reaccionar, y la apartó de inmediato. -No sabes cuánto me alegra que hayas venido. No hay nadie más que quisiera llevar a este viaje. Trago saliva y trato de borrar cualquier pensamiento extraño de su mente, cambió de tema y él le siguió la corriente. La pantalla anunció su avión y fueron hacia el. Se sentaron juntos y su incomodidad volvió, él nunca hizo algo que la hiciera desconfiar. En la oficina su jefe era muy responsable y tenía fama de ser un caballero respetuoso, pero cuando la miraba se sentía como si quisiera dominarla. Era una sensación que no podía explicar. El vuelo sería de cinco largas horas y durante ese tiempo, se puso los auriculares, encendió el reproductor e hizo lo posible para que no tengan ningún tipo de contacto visual. El la interrumpió y comenzó a hablarle de bandas musicales. Aquello era un tema que le fascinaba, hablo de obras de teatro que había ido a ver y de actores renombrados. Su forma de hablar y el entusiasmo que demostraba al hablar, le llamaron la atención. Durante todas esas largas horas se la pasaron hablando de arte y no podía desviar su atención de lo que decía, se notaba que era una persona culta y eso le agradaba. Estaban teniendo contacto visual, pero en ese momento, no se sintió incómoda. Llegaron a su destino y bajaron del avión, tomaron un taxi y fueron al hotel. Era un lugar muy lujoso que contaba con varios sectores vip, tenía piscina, peluquería, gimnasio y cancha de tenis. Nuestro cuarto era uno para gente importante y me hizo sentir extraña. -¿Vamos a dormir aquí? -Sí, el cuarto presidencial. -¿Por qué tanto escándalo? Con una sencilla habitación hubiera bastado. -¿Por qué conformarnos con una sencilla si puedo pagar esto? Le molesto un poco lo que había dicho pero no le dio importancia. Vio que solo había una cama y le pregunte donde iba a dormir. -No tengo problema en compartirla-se rió y ella puse roja.-solo bromeo, no te tomes todo tan enserio. -No es divertido, soy una dama, ¿Cómo crees que voy a dormir con mi jefe? El se sorprendió por la reacción de ella y volvió a reír. -Tranquila, si te molesta tanto, puedo dormir en el suelo. -Está bien, no creo que pase nada. Su personalidad fuera de la oficina era completamente distinta. En la empresa era serio y distante con todos, pero cuando lo encontraba fuera, era bromista y agradable. -No tienes que ponerte nerviosa, no haremos nada malo. No podía dejar de malinterpretar la situación. Y sus bromas solo empeoraba la situación. Cambió de tema y él se rió. Dejaron sus maletas en la habitación y él la invitó a comer, el hotel incluía desayuno, almuerzo y cena pero no la merienda, así que, fueron a comer en una cafetería que conocía. Se incomodaba por tener que pasar tiempo a solas con él, pero trato de calmar su mente. La llevó a una cafetería donde vendían los postres más deliciosos que había probado. Todos tenían un precio bastante elevado pero valía la pena y lo mejor era que no tuvo que pagar nada. Pidió un pastel de mora y el pidió uno de naranja, quiso que lo probara y se intentó dar en la boca, ella le arrebató la cuchara y lo probó sola. -Delicioso-dijo devolviéndole la cuchara. -Todo aquí es delicioso. Se puso roja, no sabía si debía malinterpretar ese comentario o no, seguramente hablaba solo de la comida y ella como siempre, era una mal pensada. Terminaron de comer y fueron a recorrer la ciudad, él conocía cada lugar de punta a punta, y conocía también mucho acerca de la historia de esos lugares. No necesitaron un guía, porque él era mucho mejor. -¿Ya habías venido aquí antes? -Tres veces, esta es la cuarta. -Que gusto, de seguro viajas mucho. -Lo hago seguido, es bueno viajar para cambiar de ambiente. La llevó a museos, lugares históricos y sitios de esparcimiento, la miraba embobada mientras hablaba porque no podía creer lo inteligente que era. -¿Eres de leer mucho? -Sí, me encanta la historia y aprender la cultura de todos los lugares. -A mí también. -Lo sé. No recordaba habérselo dicho pero no le dio importancia porque pensó que solo se había dado cuenta de eso por las reacciones que tuvo durante el recorrido. Volvieron al hotel y miro las fotos que se habían sacado juntos, en todas le abrazaba como si fueran una pareja y no pudo evitar sonrojarse. Él se sentó a su lado y le pidió que se las mostrara, pero ella le dijo que no y escondió su celular. -¿Por qué no quieres que las vea? -Es que salgo muy mal. -Eres muy linda, no creo que salgas mal. Le mostró su celular y tenía las mismas fotos que ella. -Esta es mi favorita-dijo mostrándole una en la que simulaba besarse.-la pondré como fondo de pantalla. -No, qué vergüenza. -Ya es tarde-la puso como fondo de pantalla y me la mostró. –Saliste muy bien. Siempre estás bien… Iba a besarla pero se alejó de él. -¿Cuándo comienza la charla? -Mañana. -Entonces ya hay que dormir, no podemos llegar al auditorio con ojeras y menos tú que tienes que hablar. -¿No quieres cenar? -No, creo que dormiré temprano para estar con energías mañana. -Entonces iré a cenar y regresó, ¿quieres que te traiga algo? -No, así está bien. -De acuerdo, buenas noches. -Buenas noches-Se encerró en el baño del cuarto y se quedó allí hasta que su jefe saliera de la habitación. Se puso ropa cómoda y se acostó a dormir.
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