El comienzo de una historia interminable

1232 Words
Era viernes por la noche y las amigas de Anubis le estaban organizando una fiesta de cumpleaños en una de las discotecas más populares, la estaba pasando bien pero deseaba que su novio Daniel estuviera presente. El era un conductor y actor conocido en los medios y debido al constante trabajo que tenía, apenas tenían tiempo de verse. Le molestaba un poco pero lo entendía. Las horas pasaban y sus amigas ya se estaban cayendo de borrachas. Iba a retirarse, hasta que llegó su jefe Alejandro, el era un hombre joven y era común que saliera a ese tipo de lugares pero le resultaba incomodo encontrarlo tan seguido, casualmente siempre asistía a las mismas discotecas que ella y aquello le daba la sensación que la estaba siguiendo. Se acercó a su mesa con su grupo de amigos y se sentaron con ellas. -Hola Anubis, que coincidencia encontrarte aquí. -Si, que casualidad. -Un pajarito me dijo que era tu cumpleaños y quise traerte esto-le entrego una caja. -Gracias, no tenías que hacerlo. Le pareció extraño que trajera un regalo para ella, eso le hizo creer que efectivamente la estaba siguiendo y no sabía si debía preocuparse. Ella tenía la costumbre de exagerar las cosas y pensó que solo estaba siendo paranoica. Abrió el regalo y se emocionó al ver una preciosa pulsera, quiso guardarla en su cartera pero él insistió que se la pusiera. Se la puso en el brazo y se pusieron a platicar, luego de eso la invitó a bailar y le pareció atrevido de su parte. Miró a su alrededor para asegurarse que Daniel no estuviera cerca, miró a sus amigas y ellas dieron su aprobación. Se quedó bailando con él hasta que llegó las 3:00 de la madrugada, se quiso ir pero la detuvo y ofreció llevarla a su casa. -No gracias, mis compañeras están ebrias y debo llevarlas a su casa. -Entiendo, me gusto encontrarte aquí. -A mí igual, nos vemos en la oficina. -Cuídate. -Si-quería que le soltara el brazo pero la sujetó con fuerza y se comenzó a asustar.-¿me devuelves mi mano? Bajo la mirada a su mano y se quedó pensando, luego de unos segundos la soltó. Le sonrió y llevó a sus amigas a su auto. Encendió el coche y lo puso en marcha para dirigirse a su casa. La zona tenía poca iluminación y casi no había personas por la calle. Pasó cerca de un extraño bar y tuvo miedo de quedarse en el semáforo, así que siguió de largo. La casa de ellas quedaba algo alejada de la suya y como estaba muy cansada para llevarlas, decidió dejarlas dormidas en su departamento. Llamó a su compañera por el celular y ella salió a los pocos minutos. -¿Por qué llegas a esta hora? -Magali, ayúdame a ponerlas en el sofá. Apenas se podían levantar y era imposible que las llevara sola. -No meterás a esas dos a mi casa. -Esta también es mi casa Magali. -¿Que tal si tienen alguna enfermedad? -No hables así de mis amigas. -Pues tendrán que dormir en el auto porque no las pienso meter aquí. -Magali... Magali suspiro resignada y la ayudó a meter a Elizabeth mientras que ella metía a Jenny, las dejaron en el sofá y luego se fueron a sus cuartos. Su brazo le daba comezón y trató de quitarse la pulsera pero no lo pudo hacer, estaba muy ajustada y podía jurar que sonó cuando intente quitársela. No le dio importancia y se durmió con la ropa puesta. A la mañana siguiente, sus amigas ya no se encontraban en la sala y pensó que Magali las había echado. La busco por todos lados y la veo recorriendo su habitación de un lado a otro. -No se que ponerme, ¿cuál te gusta más?-preguntó enseñándole dos conjuntos de ropa. -¿Para que ocasión? -¿Como que para que?, ¿olvidas que hoy es mi prueba para entrar al canal cinco? -Cierto lo había olvidado. -¿Ahí trabaja Daniel, verdad? -Si, que tengas suerte. -¿Por qué no lo iba a tener? -Por el director. -¿Quién es?, ¿alguien muy estricto? -Es Ricardo. -¿Nuestro compañero es experto en todo? -Si. -¿El sabelotodo?, ¿ese Ricardo? -Si, al parecer es muy buen director y tu te burlabas de él. -Yo no me burlaba de él, sólo me parecía mentiroso. -El de la derecha es lindo. -Tienes razón, me pondré el de la izquierda-se metió en su cuarto y se vistió a la velocidad de la luz. Desayuno rápidamente y luego se fue. Levantó el brazo deseándole suerte pero ella lo ignoró. Volvió a intentar sacarse la pulsera pero seguía sin salir y se dio por vencida. Magali regresó anunciando su nuevo trabajo como reportera y Anubis la felicito, salieron a celebrar y nuevamente se encontró con su jefe, estaba sentado en una mesa delante de ella y decidieron irse a otro lado. -¿Por qué nos fuimos?, me gustaba ese lugar. -Lo sé, pero ahí estaba mi jefe. -Y, ¿eso qué?, no sería la primera vez que te cruzas con él fuera de la oficina. -Justamente ese es el problema, últimamente me estoy topando mucho con él y me da miedo. -¿Miedo de que?, ¿acaso crees que te está siguiendo o algo parecido? -Podría suceder. -Son solo coincidencias, no quiere decir que te esté siguiendo. Lo vio salir de la cafetería donde estaban hace un momento y le dijo a Magali que se alejaran de ese lugar. Subieron al auto y se fueron a una heladería ubicada lejos del centro, era imposible que él apareciera allí porque el lugar estaba muy alejado de su casa. Pero se equivocó, porque justo cuando estaban por pedir sus helados, entró al local y centró su mirada en ella provocando que un escalofrío recorriera su cuerpo. Magali no quería moverse de lugar, así que, nos quedamos a terminar el helado sin prestarle atención. Salieron del local y fueron directo a la casa. -¿Viste eso?, ¿cómo lo explicas? -Era una coincidencia. -Demasiada coincidencia. -Cálmate, eres muy paranoica. Aún no te conté el programa que haré. -Cierto, ¿qué programa harás? -Uno de entretenimiento, la cosa es que conduciré con Daniel. -¿Enserio? -¿Te molesta? -¿Por qué habría de molestarme?, me da gusto que trabajen juntos. Así que lo investigas y ves que tanto hace sin mi presencia. -¿Problemas de pareja? -No es que no confíe en el, lo amo, pero es tan complicado ir a todos los lugares sola y él nunca tiene tiempo para mi. A Veces duro que le importe. -Esas son las consecuencias de estar con alguien ocupado, pero te aseguro que te ama, confía en él, es un buen hombre. Y bueno en la cama. La fulmino con la mirada y se su amiga se echó a reír. -Relájate, solo era una broma. En la oficina Alejandro se comportaba como símbolo de autoridad y no mencionaba nada de sus encuentros accidentales. De vez en cuando, se la quedaba viendo pero nada fuera de lo común. Habían pasado varios días y ella seguía sin poder quitarse el brazalete. Le pregunto de qué material era y le dijo que no sabía. No le dio importancia y siguieron como siempre.
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