Sentí sus labios arremeter contra los míos, tan fríos y cálidos a la vez. Se movieron con fuerza, con la intención de lastimarme y pude sentir el sabor de la ginebra en mi propia boca. Era un beso duro, exigente y lleno de mucha, mucha rabia. Intenté apartarlo, pero a pesar de que era fuerte, su fuerza superaba la mía. Adam nunca aplicó la fuerza conmigo, pero parece que hablar de su mamá de verdad hirió sus sentimientos.
Lo empujé de nuevo, pero sólo logré que él tomara mi cara entre sus manos y apretara nuestras bocas juntas. No pude mantener la boca cerrada esta vez y dejé que metiera su lengua dentro para acariciar la mía, sí es que la manera tan brusca en que la movía se podía llamar de esa forma. Era excitante, tenía que admitir, y por increíble y sorprendente que parezca, no me d
