Killian al sentir el repentino ataque de Eduardo, se plantó sobre sus pies deteniendo la embestida. No estaba tratando con un humano, y quien mejor que él para detener el ataque de su agresor. — Oh, ¿es que acaso no puedo tener un momento de tranquilidad ni en mi oficina? —Killian se quitó a Eduardo de encima, aventándolo con fuerza en dirección a la puerta. El príncipe se acomodó su traje— ¿sabes que mi traje está hecho de los materiales mas finos y dignos de mí como para que un estúpido mapache salvaje lo arrugue? Al ver que Eduardo se levantaba con la intención de atacarlo nuevamente, Killian alzó su mano en señal de alto— creo que no lo sabes aún entonces, ¿qué esperaba de un murciélago sin cerebro después de todo? — ¿Saber qué? —preguntó Eduardo reincorporándose. Killian caminó

