Eduardo se dio media vuelta para ver de frente al hombre que lo estaba encarando. No podía negar que tenía agallas para enfrentar a un extraño para defender a alguien más. Sin duda era un idiota por hacerlo al no saber con quién se estaba metiendo pues él era superior en fuerza y velocidad.
“Eduberto” acercó su rostro con una mirada intimidante hacia Robin para evitar seguir siendo cuestionado. Sin embargo; se topó con la sorpresa de que el chico le sostuvo la mirada, una mirada llena de coraje ante una aparente “injusticia” hacia Killian. Escudriñó en la mirada del joven aventurándose en custionar y saber cuánto sabía en realidad sobre él.
— ¿A qué te refieres? —preguntó Eduardo con toda la serenidad del mundo.
— A que eres un simple “empleado”, un “empleado” que tiene la habilidad a
