1- Un trabajo, una ambición.
Pov: Lizandro Beltrán
— Solo serán unos días y volveré, lo prometo —trato de convencer a mi primo; el cual dejé cuidando mi restaurante en Argentina mientras vine en una misión con mi loco padre a secuestrar a mi cuñado.
No pregunten, mi familia no es normal, tampoco me disgusta.
— Por favor, no te tardes, es una locura, el restaurante vive lleno, además, te fuiste así sin más. Soy tu socio, Lizandro, pero, no soy el dueño, tú lo eres y a mí no me hacen tanto caso como a ti, además...
— No lo digas, Adriel, te acosan las chicas —se carcajea.
— ¡No, no es eso, no seas idiota! A las 5 cierro la cafetería y abro tu restaurante, me desacostumbré a dormir pocas horas, voy a morir.
— Vamos, eres joven, apenas tienes 20 años, no vas a morir. A ti lo que te pasa es que no te está quedando tiempo para follar con tu noviecita —no dice nada y su silencio lo confirma, lo cual me hace reír.
— También, estoy sacrificando tiempo con ella por ti, así que solo no te entretengas por ahí con mujeres, Lizandro —me carcajeo con ganas.
A mí las mujeres no me entretienen, yo las entretengo a ellas.
— Tú sí que me conoces, pero tranquilo, no me entretendré con ninguna mujer, después de todo, ninguna llama mi atención, en todo caso trabajaré un poco...
— ¿Es chiste? Se supone que fuiste a Seattle para ver a Cati y conocer a su supuesto esposo ¿Qué onda con eso?
— Nada grave, el chico es un mansito, más bueno que el pan, papá exageró, mejor te dejo porque tengo que hacer algunas cosas en un rato.
— ¿En serio sigues trabajando de eso? —ruedo los ojos porque Adriel un día descubrió por casualidad mi trabajo.
Eso me pasa por dejar mi teléfono abierto.
— ¡Ajam! Me da dinero, Adriel, no hablaré de este tema ahora, por fa cuida el restaurante, ya sabes, las ganancias mientras estés te las llevas tú.
— De acuerdo, nos vemos, ve a hacer tus "Asuntos" —corto la llamada.
Las personas no suelen entender mi profesión, tampoco es como que vaya por ahí diciéndole a todo el mundo de lo que trabajo.
Mi primo no lo entiende porque tiene a su novia de la cual estuvo enamorado siempre, literalmente es el típico niño bonito codiciado por todas pero hombre de una sola mujer, yo no soy ese, yo soy del mundo, me gusta que así sea. Eso creo.
Llevo haciendo esto desde que tengo 22 años, ya casi cumplo 26 y no me quejo, me ha dado dinero, mucho dinero, tengo un departamento increíble, un restaurante hace poco más de un año, puedo vivir sin preocuparme gracias a este trabajo.
Miro mi teléfono donde tengo varios mensajes en la aplicación que uso para contrataciones.
Es muy sencillo, uso una app donde hablo con posibles clientas, a veces solo quieren fotos, video llamadas, a veces solo acompaño a mujeres mayores a fiestas de etiqueta siendo la envidia de sus amigas, solo las escucho, hablamos, bebemos y ya, aunque la mayoría del tiempo me pagan por sexø.
Tengo muchas posibles clientas aquí, solo tuve que poner "Estoy en Seattle" para que varías me hablaran deseando conocerme en persona.
¿Cómo elijo? La que más pagará.
En este caso Hally Doom, casada y con hijos, así que busca discreción, como yo volveré a Argentina pronto, para ella es perfecto y como quiere prioridad pagará más.
¿Me interesa su vida? Realmente no, pero necesito saber el contexto para buscar un lugar adecuado.
Si es alguien con clase y soltera a la que no le molesta ser vista, porque después de todo yo me veo muy bien, puedo llevarla a un hotel mucho más refinado y conocido, pero si es alguien con pareja, es mejor elegir habitaciones rentables que no figuran como hotel, más fácil pasar desapercibidos.
No quisiera tener que lidiar con problemas y esposos locos, yo solo hago mi trabajo.
Confirmo el lugar y el horario donde tendré hoy mi cita de trabajo.
¿Cómo llamo esto que hago? Servicio de compañía, suena más refinado.
— ¡Ey bro! ¿Qué haremos? ¿Volvemos o qué? —miro a Danilo; mi hermano gemelo, lo bueno viene por dos ya saben.
— Yo haré unos trabajitos y volvemos, a menos que surja algo con Catita.
— La princesa si que está dando trabajo, papá se volvió loco, pensé que ese chico sería distinto, ya sabes él dijo: CEO, machista y misógino —me carcajeo.
— El viejo exageró, Catita es más peligrosa que el muchacho —mi hermano asiente, porque eso es una verdad absoluta.
Catita mi hermanita menor es la princesa de la casa, pero es más bien un demonio loco, así que no hay de que preocuparse.
— Entonces, tendré que recorrer Seattle solo —asiento encogiéndome de hombros.
— Aprovecha a ser el periodista chismoso que serás —rueda los ojos.
— ¿No estás cansado de ser un prostituto? —me rio por como le dice a mi trabajo—. A veces pienso que tienes el pene gastado, o sea, ¿Con cuántas has follado, hermano? ¿Tienes sensibilidad aún? —me carcajeo con ganas porque Dan, es un maldito.
— No se gasta, es la mejor parte ¿Por qué me cansaría de mi trabajo extra? Me da mucho dinero.
— Pensé que lo hacías para abrir tu restaurante —asiento dudoso ante lo que él plantea—, pero sigues haciéndolo, me da curiosidad, si buscas algo más o quizás solo lo disfrutas —miro el suelo sin saber qué responder.
Mi hermano es mi otra mitad, él me entiende, me comprende y jamás me juzgaría, con él puedo hablar de mi trabajo secreto sin pena.
— Yo creo que sí... lo disfruto —eso creo.
En realidad, su pregunta me ha dejado confundido, porque nunca me lo había preguntado, es cierto, comencé con esto porque quería dinero, lo disfrutaba, además tengo como un superpoder.
— Está perfecto entonces, te dejo, aquí no traigas clientas por favor —ruedo los ojos divertido.
— ¿Me crees idiota?
— No, pero lo aclaro porque ambos sabemos que la idiotez la llevamos en la sangre y el instinto de malas ideas también —sacudo mi mano para que se marche.
Sale carcajeándose y yo busco mi pequeña maleta con la cual salgo siempre, tengo muchas cosas que quizás a mis clientas les gusten, juguetes y eso, nunca se sabe el tipo de fetiche que alguien tendrá, me gusta dejar a mis clientes felices.
Me doy una ducha, me visto y salgo hacia el lugar que rentaré, son de esas habitaciones que todas son iguales en un edificio de varios pisos, donde las puertas todas dan hacia afuera de modo que las ves al llegar, típico edificio donde se ocultan los infieles en las películas.
Gracioso, pero aquí en Estados Unidos, todo se ve como en las películas.
Llego al lugar, acomodo la habitación para generar un ambiente agradable, si bien es muy concreto a lo que vendrá, soy cuidadoso con los detalles.
Cuando la puerta suena, automáticamente me pongo en mi papel, soy bueno mintiendo y por eso esto se me da de maravilla.
— Hola, Hally ¡Pasa, por favor! —la observo en lo que abro la puerta, tratando de ver si ella es de las que habla o solo quiere ir al grano.
Es castaña, alta, sé que ella tiene 45 años, la verdad no está mal, trato de buscar algo que me llame la atención en ella para que esto sea más sencillo. Tiene lindos labios, creo.
— Te ves mejor en persona que en fotos, pareces mayor de tu edad.
– Me lo dicen mucho ¿Tomas algo? —niega.
— Mi esposo no tardará en llamarme así que no tengo mucho tiempo y quiero usarlo al máximo —sonrío porque esto suele pasar.
Me acerco a ella despacio, la observo con intensidad, eso les gusta siempre, tiene un cuerpo que... no está mal.
Acaricio el borde de su camisa rozando la piel de su cuello.
— Eres muy hermosa, Hally —sonríe.
— Tú eres muy encantador —sonrío con picardía.
– Me lo dicen seguido —se carcajea.
— Y vanidoso.
— También, dicen que eso es sexy —suspira cuando me acerco a besar su cuello.
— Lo que es sexy es como hablas y de seguro como te ves sin ropa —soplo su cuello y se estremece.
Pero yo… no.
— Las reglas son así, no puedes besarme en la boca, el resto es libre —voy con mis manos a su camisa.
— Podré con eso, aunque tienes una linda boca, debes tener a todas deseando probarla —sonrío divertido porque es así, pero no veo necesario que eso deba pasar con mis clientas.
Le quito la camisa y acaricio sus pechos para que mi mente se active, no es que no pueda tener una erección, a decir verdad es mi poder, mantener una erección por mucho tiempo.
Comienzo a desvestirla y dejar que todo fluya, que haga lo que desee, como arrodillarse frente a mí y practicarme oral con condón obviamente.
Y me gusta, no es que no me guste, estar dentro de una mujer es de las cosas más placenteras que hay, pero pasado un rato es como si solo siguiera la receta de un platillo, hago todos los pasos que sé la harán venirse varias veces y yo me aburro, estoy ahí moviéndome con una erección que no se baja y estoy aburrido, solo finjo que me corro y salgo de su interior.
Jadea agotada, satisfecha y yo...
— ¿Cómo estuvo? —sonrío y me quito el condón rápido.
— Perfecto, me dejaste agotado, pero si quieres seguir...
— Estoy cansada y creo que pronto se hará la hora —Camino al baño para tirar el condón— Te depositaré y te dejo propina, debo irme ya.
— ¡De acuerdo! —digo desde el baño.
Salgo y ella ya está vistiéndose, tomo mi teléfono y veo que me llegó su transferencia.
— Espero que lo hayas disfrutado, Hally.
— Fue increíble, te recomendaré con mis amigas.
— Encantado estaré de atenderlas —sonríe y deja varios billetes en la mesita.
Camino de nuevo al baño para meterme a la ducha.
Me aseo rápidamente, me pregunto si será un problema, no logro tener una eyaculación, a veces ni siquiera masturbándome. Es molesto.
Pero no puedo hacerlo, no sé qué me pasa. Antes podía, pero hace un tiempo ya no.
Salgo de la ducha y tomo una toalla para salir del baño, escucho la puerta abrirse.
— ¿Te olvi... —salgo desnudo con la toalla en mi mano y veo a una mujer de cabello rojizo entrar y sostener la puerta como si quisiera impedir que alguien entre.
Ella me mira y cubro mi desnudez con la toalla.
— ¿Tú quién eres? —pregunto confundido.