6 Rachel

1451 Words
Me pongo un atuendo casual para el día de hoy, un blusa blanca con un corazón rojo en el centro y pantalón roto de mezclilla, es mi día libre en los dos trabajos así que iré por un café y a leer un rato. Es un gusto que mi madre me dejó y que disfrutó bastante. Hace dos día que no voy a la cafetería, el primer día porque mis cólicos aparecieron y como Lucero los conoce le aviso a Teresa que no podía ir por enfermedad, y ayer porqué tuve mi cita con el médico que supervisa mi estado hormonal. Nada de que preocuparse hoy. Me bajo del bus y camino en dirección a la cafetería, hay pocas personas el día de hoy. Así que es fácil reconocerme entre las personas. Es sábado en la tarde y bueno, algunas empresas abren. —¿Cómo te sientes?—me pregunta Susan. —Bien... Sólo con algunos mareos pero bien. —Qué bueno... Ven... Me conduce a una mesa, sabe a qué vengo y me sirve de mi café de siempre, Teresa nos regala el café mientras no estemos en hora de trabajo, lo cual es bueno. Siempre vengo y me tomo dos tazas mientras devoró un libro. —Alguien pregunto por ti ayer—dice contenta. —¿Quién?—Andrew se sienta junto a ella y se nos une. —El galán que atendiste hace dos días. —¿El pelinegro?—asienten contentos. —Ha venido los dos días—comenta Andrew mientras bebe un poco de refresco. —El primer día se vio decepcionado por qué no estabas y sólo compro el café... Ayer vino... A la misma hora... Y cómo no te vio pregunto por la bella chica de cabello cobrizo. —Le respondimos que no sabíamos y que probablemente vinieras hoy... Pero no ha venido. Duramos hablando un rato más hasta que se retiran para seguir trabajando, ruedo los ojos cuando Marco me lanza un guiño, niego y saco mi libro para continuar con mi lectura. Léelo unos minutos hasta que de reojo veo como se sientan frente a mí, no pongo atención por qué la trama me encanta. —Me gusta más el primero—bajo el libro despacio después de escuchar esa voz—. Pero claro que los demás son bastante atrayentes... Pero prefiero la otra saga. —Una Corte de Rosas y Espinas—asiente mientras bajo el libro—. Es la primera vez que leo este... —Mil disculpas por interrumpir tu lectura—me sonrojo un poco, nadie se había disculpado antes por interrumpir mi lectura. —Mmm... —¿Cuál es tu nombre?—pregunta y yo no encuentro lugar en mi silla. -¿Mi nombre?-me muestra una sonrisa que de verdad calienta. -Por supuesto, quiero saber el nombre de la chica que ha rondado mi cabeza por dos días-hago una ligera línea con mis labios. -Me llamo Raquel. -Un palcer... Raquel. Un nombre fuerte. -¿Y puedo saber el nombre del chico que me ha estado buscando?-aveces odio que mis hormonas me controlen. Sonríe y asiente. -Bastián. -Lindo nombre... Italiano. -Veo que sabes de dónde proviene mi nombre. Hablamos unos minutos que se vuelven horas y de ahí creo que nos echaran por la hora en la que estamos hablando. Le digo y asiente, nos levantamos y le pido mil disculpas a Teresa por la hora pero no me dice nada, sólo que me cuide. Bastián y yo vamos hablando sobre diversos temas, unos más de literatura, caminamos en dirección a alguna parte. Pasamos por la empresa que era de mi propiedad. Suspiro al verla. La foto de mi padre está en la entrada, camino hasta ella y veo al fin un recuerdo de él, no es sólo de mi padre, también está mi madre. De la cual tengo el cabello. Nuestros amados fundadores, al momento de abrir las puertas de este edificio. Puedo ver la pancita de mi madre al estar esperándome. Paso mi mano por su foto y suelto un suspiro. -¿Los conociste?-me olvida de él. Vaya que sí. -Siempre tenían tiempo para su pequeña-susurro-. Sí, ambos eran sensacionales... Los mejores padres que alguien podría desear. -Dicelo a su hija-lo miró extrañada-. Desapareció después de su muerte, abandonó esto y se lo dejo a su primo. Hijo de perra. Me las pagará un día de estos. -Sus razones tuvo...-no voy a llorar así que recuerdo que nos quedamos en una conversación y vuelvo a jugar con fuego-. Nos quedamos en algo, ¿No? Me sonríe y seguimos el camino a quien sabe dónde, pasamos una cuadra hasta que llegamos al estacionamiento de una empresa que salió en las noticias. -Eres Bastián Bianchi-me sonríe y esa es mi respuesta. Subimos a su vehículo que es como los que solía manejar. Me pongo el cinturón y aún recuerdo cómo se siente manejar una bestia de estas. Maneja despacio hasta que nos deja en un restaurante, mi ropa no está diseñada para este lugar. No digo nada. Bastián se hace cargo de algo y luego nos conducen por un lugar en especifico, al llegar veo las hermosas velas y rosas que adornan el lugar. -¿Te gusta?-pregunta subiendo sus manos por mi cintura. -Bastián... Haces mucho para una persona que apenas conoces. -Tal vez... Pero siempre que quiero algo me esfuerzo por conseguirlo. -También haces mucho por un acostón-me doy la vuelta sin quitar sus brazos-. Sí eso es lo que quieres... No tienes que hacer esto... Sólo dilo y terminemos con esto. Se ríe en una risa que da a la de un amante. -No es sólo un acostón lo que quiero contigo-no lo comprendo-. Raquel... Necesito casarme para un par de cosas que necesito... Y como verás no tengo novia... -No por qué trabaje en un café significa que me casaré contigo. -Por eso estoy haciendo esto-señala mi alrededor-. Necesito que te cases conmigo. -¿Por qué yo? -Porque no eres como las demás... Me ignoraste cuando nos atendiste a mi hermano y a mí-por que no quería alterar lo que tengo entre las piernas-. En vez de ver o buscar como llevarme a la cama como lo intentó tu compañera después de que te fuiste-Susan-, te mantuviste serena, y seca... Sólo nos atendiste como si yo fuera uno más en la lista de clientes. -Y eso eres. Pero no... No creo casarme, no así. Me safo de su agarre y tomo mi bolso. -Raquel... -Lo siento Bastián. -No quiero hacer esto por la mala-amenaza, me doy la vuelta para verlo. -Hubieras elegido el acostón-un brillo extraño atraviesa sus ojos-. Adiós Bastián. Salgo del restaurante y camino en dirección a la casa de Gabriela, vive cerca, cuando mis padres vivían siempre me dejaban en casa de Gabriela cuando venían a cenar aquí. Camino las nueve cuadras que son, tocó la puerta de su hogar y la voz de Olga sale por el interfón. -Hola, soy Raquel... ¿Está Gabriela? -Claro, pasa-las puertas se abren y me dejan entrar. Gabriela siempre a estado para mí y ahora la necesito, sus padres me quieren pero por decisión mía no me criaron y ayudaron. Su madre al verme me abraza y no se diga su padre. Los señores Muller son un amor y yo soy otro. -¿Qué haces por estos rumbos?-me pregunta y me encojo de hombros. -Venía a hablar con Gaby... Me dio nostalgia de algo y quería hablar con ella. Después de charlar un rato con ellos Gabriela entra con una sonrisa en su rostro ya que hace mucho que no venía a verla. Grita y baila a mi alrededor, subíamos a su habitación y dice que me hará una trenza o algo así. Le cuento lo que pasó con Bastián y como buena amiga escucha todo lo que le cuento. -¿No crees que exageraste?-niego-Rocky, piensa en lo que él puede ayudarte... -No lo creo, según tú ¿en qué podría ayudarme? -En primera... En sacarte de ese cuchitril en el que vives-una línea aparece en mi boca-segunda, en tratar de recuperar tu imperio... Amiga ese enorme imperio empresarial es tuyo no del tarado de Eduardo. -Firme... ¿Lo recuerdas?-el sentimiento de culpa aparece de nuevo. -Lo sé... Pero ve que Bastián no es un tiburón por nada-buen punto-. Además... Creo que él puede ayudarte a quitarte de encima a Frederick. Bajo la cabeza y mi amiga la levanta con su dedo. -Ese idiota te lastimó y te sigue rondando-bajo mis ojos por qué es cierto-. Sólo prométeme que pensaras la oferta de Bastián... Sino voy y acepto por ti. -Bien... Lo pensaré. -Esa es mi chica.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD