Cariñosos

1630 Words
Después de saludar al grupo de Mary, Valentina intercambio unas breves palabras con ellas, antes de que la puerta se abriera de forma abrupta, y Richard, entrara sin previo aviso. —Vaya, esto si me ha tomado por sorpresa —dijo Richard, mientras miraba al grupo de Mary, reunido en la sala de Donald, al mismo tiempo en que Valentina subía las escaleras una vez más, para evitar ser vista por Richard con las ropas que tenía anteriormente. — ¿Por qué? ¿No nos querías aquí? Ustedes nos invitaron —dijo Anna, mientras se sentaba en uno de los sofás, que estaba en la sala de Donald, al frente del televisor, el cual era bastante grande. —Las invitamos, pero si mal no recuerdo, fue solo a dos, no a todo el grupo, ¿Dónde vamos a meter a tanta gente? —dijo Richard. —Pues ahora, nos invitaron a todas nosotras, cuando invitan a una de nosotras, eso significa que todas iremos, y tendrán que buscarnos un lugar, porque no pienso dormir en el piso —dijo Isabel, mientras se sentaba al lado de Anna. —Santo Dios… habrá que ver como acomodamos a otras siete personas, con todas ustedes somos di… nueve, nueve personas —dijo Richard. —No trates de ocultarlo, ya sabemos que Donald, tiene a una mujer aquí —dijo Teresa. — ¿Lo saben? ¿Cómo? —pregunto Richard. —La acabamos de ver medio desnuda antes de que llegaras —dijo María, mientras se sentaba junto con Anna e Isabel, al igual que todas las demás. —Así que ya lo saben, bien no había forma de ocultarlo de todas formas —dijo Richard. — ¿Ocultarlo? ¿Por qué lo ocultarías? —pregunto Mary. —Bueno, solo llevamos unas dos semanas saliendo, o quizás un poco más, no quería que la conocieran tan pronto —dijo Donald. — ¿Y entonces por qué nos invitaste a venir? —pregunto María. —Bueno, solo eran dos, si ella se quedaba en el cuarto, no la iban a ver, pero tuvo que bajar en el peor de los momentos, y a pesar de que le dije que no lo hiciera —dijo Donald. —Eso es el problema de tratar con gente adulta Donald, no siempre te hacen caso —dijo Teresa. —Como sea, no importa, no empiecen a interrogarla o hacerle preguntas incomodas cuando baje —dijo Donald. — ¿Por qué no? Si no lo hacemos ¿Cómo la vamos a conocer y saber que no es una arpía que quiere lanzarte sus garras? —dijo Mary. —Creo que puedo cuidarme solo Mary. — ¿En serio? ¿Por qué será que no te creo? Tienes cara de ser alguien al cual van a estafar en algún momento —dijo Mary. —Oye, yo sé cuidarme, me ha ido muy bien hasta ahora —dijo Donald. —Sí, eso se nota, más importante, ya que no quieres que la interroguemos, entonces te lo haremos a ti —dijo Anna. — ¿Cómo? —murmuro Donald, confundido. —Claro, tenemos que saber cómo se conocieron, y en qué forma y que han hecho hasta ahora, así podremos saber si es una arpía o no que quieres clavarte las garras y desplumarte como a un pollo —dijo Isabel. —Después de todo, eres nuestro Donald —dijo Isabel. —Ustedes —dijo Donald, sin saber que decir. —Claro, nadie puede sacarte dinero aparte de nosotras —dijo Anna. —Eso me pasa por pensar bien de ustedes por un segundo —dijo Donald, mientras miraba a Anna e Isabel. —Pero ya hablando en serio Donald, ¿Cómo se conocieron? —pregunto Mary. —Nos conocimos por Internet —dijo Donald. — ¿Internet? —murmuro Mary. —Sí, le dije a Donald, que ya era hora de que se consiguiera una novia, en vez de andar con… ciertos “tipos” de mujeres, y le encontré una página de citas y el resto fue cosa suya —dijo Richard. —Una página de citas —dijo Anna, con cierto tono de decepción. —Esperaba algo más… que solo eso —dijo Esperanza. — ¿Creen que los noviazgos son como en las películas? Nos conocimos por internet, nos gustamos y empezamos a salir desde hace más de dos semanas atrás, eso es todo —dijo Donald. —Cielos, llevan tan poco y ya se queda en tu casa, estas llevando las cosas muy rápido Donald —dijo Teresa. —No vive aquí, solo se queda por esta noche por… bueno… ya saben —dijo Donald. — ¿Qué sabe…? —dijo Mary, antes de callarse, al parecer dándose cuenta de lo que quiso decir Donald. —Bueno, a no es de sorprenderse, a fin de cuentas eres un hombre —dijo María. —Por favor, ¿Me vas a decir que alguna de ustedes no se ha acostado con un hombre en la primera cita? —dijo Donald. —Oye… yo nunca eh hecho eso —dijo Esperanza. —Yo tampoco, no generalices —dijo Mary. —Yo tampoco eh hecho eso —dijo Anna. — ¡¿En serio?! —dijeron todos los presentes al mismo tiempo. —Oigan ¿Por qué todos se sorprendieron cuando yo lo dije, pero no cuando Mary o Esperanza lo hicieron? —dijo Anna, al parecer ofendida por la reacción de todos los presentes. —Bueno… francamente… tienes cara de ser… —dijo Richard, sin saber cómo continuar. — ¿Tengo cara de ser que, Richard? —pregunto Anna. —De que eres alguien que se lanza a cualquier cosa, y además de ser impulsiva, francamente yo nunca pensé que no habías hecho algo así —dijo Isabel. — ¡Ustedes! —dijo Anna, enojada por las palabras de Isabel. —No te ofendas Anna, es solo la verdad, y Donald, cierto que yo me he acostado con hombres en la primera cita, pero solo porque me han gustado, ¿Me vas a decir que tú no te acostarías con una mujer en la primera cita? —Claro que lo haría —dijo Donald. — ¿Entonces por qué está bien para ti y no para nosotras? —pregunto Isabel. —Nunca dije eso, solo quería que no etiquetaran a los hombres como “perros” —dijo Donald. —Bien, ¿Qué hacemos ahora? —pregunto Teresa. — ¿Qué hacemos? —murmuro Donald, mientras miraba a Teresa. —Claro, obvio que no vinimos aquí a dormir, enséñanos los lujos de esta casa —dijo Teresa. — ¿Lujos? ¿Cuáles lujos? —dijo Donald. —No vas a engañarme Donald, no importa lo tacaño que seas, me niego a creer que te prives de las cosas con las que todo el mundo sueña solo por ser tacaño —dijo Teresa. —Oye, yo no tengo nada que… —dijo Donald, antes de ser interrumpido. —Ahora que lo pienso, Donald, tiene una pequeña sala de cine —dijo Richard. — ¿En serio? —dijeron todas las chicas al mismo tiempo. —Así es —dijo Richard. —Pero ¿En dónde? —pregunto Anna. La casa de Donald, ciertamente era grande, tenía tres pisos de altura, y un pequeño jardín en la parte delantera, y ocupaba un terreno bastante amplio, pero le costaba imaginarse que hubiese un cine, por más pequeño que fuese en este lugar. — ¿En dónde? Es simple… bajo tierra —dijo Richard —mientras señalaba hacia abajo. — ¿Bajo tierra? —murmuro todo el grupo de Mary, mientras miraba hacia abajo. —Richard, ya no continúes —dijo Donald. —Vamos Donald, ¿No son tus amigas? ¿Por qué no les enseñas donde pasas tu tiempo libre? —dijo Richard. —Si Donald, ¿No somos amigos? —dijo María, mientras miraba a Donald, con una cara que se asemejaba a la de un gato triste. —Cierto Donald, ¿Creí que éramos amigos? —dijo Anna, haciendo la misma expresión que María. —Bien, bien, maldición, vamos —dijo Donald, mientras empezaba a caminar. — ¡Hurra! —dijo Anna, mientras se levantaba del sofá, y caminaba para seguir felizmente a Donald. — ¡Diablos! Me olvide de Valentina, Richard, tú llévalas mientras voy con ella, espérenme allá —dijo Donald. —Claro, pero, no se pongan cariñosos, y nos hagan esperarlos allá abajo, recuerda que solo tú tienes el control de la pantalla —dijo Richard. —Sí, sí, no tardare —dijo Donald, mientras caminaba para subir las escaleras, para ir al segundo piso. —Señoritas, por favor síganme —dijo Richard, mientras caminaba para ir, al patio trasero de la casa de Donald. —Un cine en casa, es la primera vez que veo uno —dijo Anna, mientras seguía emocionada a Richard. —Dios, tampoco es para tanto, ¿Qué tiene de diferente de un cine normal? —pregunto Esperanza. —Que está en casa, eso es lo que lo hace diferente —dijo Isabel, la cual estaba al lado de Esperanza. —Sigo sin verle lo especial. —Richard, ¿Por qué Donald, hizo un cine bajo tierra, y en su patio trasero? —pregunto Mary. —Pues obviamente no tenía espacio arriba, y no quería que nadie se enterara ya que si no, los vecinos vendría y querrían ver películas aquí, así que era mejor que nadie se enterara —dijo Richard. —Ya veo —dijo Mary, antes de detenerse, junto con Richard, mientras poco después, este último, caminaba para abrir algo parecido a una puerta de un sótano, que había en el piso, invitando poco después al grupo de Mary, a entrar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD