—Cierto, yo hubiera hecho lo mismo, es más… hubiera gastado aún más que eso de haber tenido la oportunidad —dijo Isabel.
— ¡¿Qué?! Solo soy tres años mayor que ustedes, y además, ¿Jóvenes? Ya tienen veintiocho años, ya están cerca de los treinta años por el amor de Dios.
—Pero aún no tenemos treinta, seguimos en nuestro veintes, a diferencia de ti abuela —dijo Anna, mientras miraba a Esperanza.
— ¡Tú! —dijo Esperanza, mientras miraba con enojo a Mary.
—Ya paren las dos, no vale la pena discutir por algo que pasó hace casi cinco años —dijo Mary.
—Ella empezó —dijo Esperanza.
—Solo estaba bromeando, sabes que eres nuestra abuela querida —dijo Anna.
— ¡Lo estás haciendo otra vez! Y deja de decirme abuela —dijo Esperanza.
—Paren ya de una vez, si no daré vuelta al auto, y regresaremos a nuestras casas —dijo Mary.
—Bien, bien, relájate, te estás pareciendo a la… —dijo Anna, antes de que Isabel, le cerrara la boca con sus manos, desde la parte trasera del auto.
Anna, a veces no sabía cuándo parar.
Después de eso, el grupo de Mary, continúo su viaje, hasta llegar a la tienda donde Mary, compraría su vestido, al final decidieron ir a la tienda que Anna e Isabel habían sugerido.
Habían decidido ir allí, después de dejarlo al azar, escribiendo los nombres de los lugares en pequeños papales que sortearon entre las cuatro, y ellas irían al lugar escrito en el papel que Mary tomase, y al final, el resultado… fue este.
—Vamos, escojamos varios y te lo probaras —dijo Anna, justo después de entrar en la tienda.
La tienda a la cual habían ido, era bastante grande, y no solo vendían vestidos de novia, sino que también vendían todo tipo de productos y artículos para las bodas y matrimonios, e incluso vendían distintos “objetos” destinados a la luna de miel de la pareja.
El grupo de cuatro de Mary, avanzo rápidamente a través de la tienda, Anna literalmente tomo cualquier vestido que le gustara en el camino, sin preguntarla antes a Mary si a ella le gustaban o no, Esperanza e Isabel también tomaron varios cada una, aunque no tantos como Anna, Mary, también tomo algunos que les gusto a primera vista, pero no tomo muchos, ya que pensó que con los vestidos que sus amigas habían tomado, eran más que suficientes.
Cuando el grupo decidió que ya tenía suficientes vestidos, decidieron ir a que Mary se los probase uno por uno, caminando todas juntas, a los probadores.
—Ese no me gusta —dijo Anna, a penas Mary, salió con el primer vestido que se puso.
—A mí no me gusta ese —dijo Isabel, al ver el segundo vestido que Mary se probó.
—A mí me gusta ese que… —dijo Esperanza, al ver el tercer vestido que Mary se probó, y antes de que Anna e Isabel, la interrumpieran.
—No ese no —dijo Anna.
—Definitivamente ese no —dijo Isabel.
— ¿Por qué no? A mí me gusta —dijo Esperanza.
—Es mejor que no confiemos en el gusto de una “mama”… pruébate otro —dijo Anna, sin mirar a Esperanza, la cual se molestó obviamente por sus palabras.
— ¿Quieres parar con eso? Que sea mama no significa que tenga mal gusto —dijo Esperanza.
—Sí, si claro, y yo no me avergoncé en varias ocasiones al salir con la ropa que mi mama me compro sin consultarme antes —dijo Isabel.
—Esa fue tú mama, no fui yo —dijo Isabel.
—Pronto tú serás como ella, si es que ya no lo eres, es mejor no confiar en el gusto de una “mama” —dijo Isabel.
— ¡Tú! —dijo esperanza, enojada por las palabras de Isabel.
—Saben, se supone que los vestidos me tienen que gustar a mí, no a ustedes ¿Lo entienden verdad? —dijo Mary, interrumpiendo la pelea de niñas de sus tres amigas.
—Obviamente, tú tienes la última decisión, solo te estamos ayudando a que no la embarres, y cometas un error del cual te arrepientas después —dio Anna.
— ¿Estás diciendo que no tengo buen gusto? —dijo Mary, mientras miraba fijamente a Anna.
—Claro que no, claro que no, dejemos de discutir o si no nunca saldremos de aquí —dijo Anna, mientras le hacía gestos a Mary, para que continuara probándose vestidos.
Mary, a pesar de su disgusto, termino haciéndole caso a Anna, y continuo probándose vestidos, uno tras otro, la mayoría no les gustaba a sus amigas, o no se ponían de acuerdo entre las tres, ignorando la opinión de Mary según parecía.
—Ese me gusta —dijo Anna, siendo esta la primera vez que decía estas palabras, después de ver a Mary probarse casi veinte vestidos de novia diferentes.
—A mí también —dijo Isabel, poco después de Anna, y mientras veía el vestido de Mary, por todos lados.
—Por primera vez, estamos de acuerdo, ese me gusta a mí también —dijo Esperanza, mientras veía a Mary.
— ¿Por qué será que siento que las tres se pusieron de acuerdo para escoger el vestido más caro? —dijo Mary, mientras veía a sus amigas.
— ¿Eso crees? —dijo Anna, mientras miraba a Mary.
— ¿Por qué lo dices? —pregunto Isabel.
—Bueno, francamente, este vestido se ve muy caro, más que los otros que me probé antes, no sé porque pero así se siente.
—Son solo pensamientos, tontos Mary, como podrías saber si un vestido es caro o no simplemente por verlo, todos esos vestidos de novia, francamente se parecen mucho entre sí, ¿Cómo podrías saber cuál es más caro? —dijo Esperanza.
—Y no solo es eso… también esta, otra “asunto” —dijo Mary, mientras miraba a sus amigas.
— ¿Qué asunto? —preguntaron sus amigas, al mismo tiempo.
—Pues, este vestido… me hace sentir gorda —dijo Mary.
— ¿Gorda? ¿Por qué? —pregunto Esperanza.
—Pues, me costó mucho ponérmelo, y… lo siento muy apretado —dijo Mary.
— ¿En serio? —dijo Anna.
—Sí, quizás debería, cambiarlo por otro —dijo Mary.
—No —dijeron sus amigas, casi al mismo tiempo.
— ¿Por qué? —pregunto Mary.
—Tardamos mucho en ponernos las tres de acuerdo, y eso fue después de veinte vestidos, si dejamos pasar este, quien sabe cuándo nos volveremos a poner de acuerdo las tres —dijo Anna.
—Cierto, solo quédate con ese —dijo Isabel.
—Pero ya les dije que me queda muy apretado y ajustado —dijo Mary.
—No importa, todavía quedan alrededor de dos semanas para la boda, te ayudaremos a rebajar para entonces —dijo Anna, mientras se acercaba a Mary, y le hacía gestos para que entrara al probador.
—Vamos, ve a cambiarte, nosotras iremos a ver que más hay en esta tienda, y después iremos a pagar el vestido —dijo Anna.
—Bien, espero no arrepentirme de esto —dijo Mary, mientras se tocaba varias partes de su cuerpo, las cuales eran donde sentía más ajustado su vestido de novia.
—Tranquila, no lo harás, ve a cambiarte y nos vemos en la taquilla de pago —dijo Anna.
—Bien —dijo Mary, mientras entraba al probador.
Cuando Mary, entro, empezó a verse una vez más, en el espejo que había, dentro del probador, y tenía que admitir que el vestido era hermoso, pero le quedaba muy apretado, sobre todo en ciertas partes.
Pero a pesar de eso, decidió hacerles caso a sus amigas, ya que no quería tener que probarse otros veinte vestidos, hasta encontrar otro que les gustara a las tres.
Mary, empezó a quitarse el vestido, parte por parte, pero poco después de empezar... se dio cuenta de que no podía quitárselo, por más que lo intentara.
El vestido tenía cierre, y parecía haberse trabado, y Mary, por más que lo intento, no pudo destrabarlo, así que intento quitarse el vestido por la fuerza, jalándolo hacia abajo.
Pero el vestido, no cedió fácilmente, y Mary solo se lo había bajado por la mitad, cuando descubrió que no importa cuánto lo intentase, no podía bajarlo más.
— ¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición! ¿Por qué me tiene que pasar esto justo ahora? —pensó Mary, mientras trataba de bajar su vestido.
Pero por más que lo intento, no pudo hacerlo.
Mary, considero llamar a alguien que la ayudara, pero le daba demasiada vergüenza que alguien la viera como estaba actualmente, con un vestido de novia, el cual había sido bajado con fuerza hasta su cintura, y con su cuerpo lleno de sudor debido al esfuerzo que realizo.
No quería que alguien la viera en tal situación, al menos no un extraño, así que decidió esperar a que sus amigas volvieran, cuando vieran que no estaba en la taquilla de pago, seguramente pensarían que algo paso, y la volverán a buscar aquí.
Mary, después de decidir esto, se sentó, en el asiento del probador, mientras pensaba que hacer, mientras sus amigas llegaban, y al poco tiempo e sentarse, recordó que se había llevado con ella, el diario de Donald.
Después de casi ser descubierta por Donald, cuando este último llego ebrio a su casa, Mary no había vuelto a leer el libro, ya que no tenía una oportunidad, pero ahora, estaba sola, y sin nada que hacer, por lo que decidió volver a leerlo donde se quedó la última vez.
No sabía porque, pero le daba miedo dejarlo en la casa, y arriesgarse a que Donald lo encontrara, así que en vez de llevar ese miedo con ella, simplemente decidió llevarlo junto con ella, de esa manera podría sacarse un peso de encima, y no pensar en si alguien podría encontrar el diario.