un hombre con dignidad

1617 Words
—Espero, que no encuentre otra vez conversaciones acerca de mí, como la última vez, pensó Mary, mientras recordaba la conversación que Miguel y Donald, tuvieron a escondidas, según el diario de Donald. Mary, abrió el diario, y empezó a leer donde se quedó la última vez, y pudo ver que los eventos que Donald escribió en el diario, avanzaron después de su cumpleaños, más o menos tres semanas después del cumpleaños de Mary. Mary, recordó, de forma repentina, que fue alrededor de esa fecha en particular, en que ella y sus amigas, descubrieron que Donald… era rico… y muy rico. — ¿Vas a estudiar leyes Mary? —pregunto María, mientras caminaba al lado de Mary, y Anna, en medio de la calle. —Sí, estoy esperando que las inscripciones se habrán, aunque todavía falta bastante tiempo —dijo Mary, mientras miraba a María. — ¿Por qué ese repentino interés en estudiar leyes? —pregunto Anna. —Pues, no sé, quiero estudiar otra carrera, y me gustan las leyes… supongo —dijo Mary. —Eso lo dices por qué piensas que ser abogada es tan emocionante como lo muestran en esas series de televisión, como la ley y el orden ¿Verdad? —dijo María. —Claro que no es por eso —dijo Mary. — ¿Segura? Un primo mío es abogado, y él dice que la mayoría del tiempo es aburrido, ya que es puro papeleo y asistir temprano a las cortes cuando tienes un caso… él también pensó que ser abogado era emocionante como en la televisión, y se decepciono —dijo Anna. —Ya te dije que no es por eso, simplemente pienso que debería estudiar otra carrera, aun solo tengo veintitrés años, y sería un desperdicio no estudiar mientras todavía estamos a tiempo. —Bien, lo que tú digas, aunque con la profesión que tengo actualmente me basta a mí por ahora, no querría tener que pasar por el mismo infierno otros cinco años —dijo Anna, mientras miraba su teléfono. —Por cierto, ¿Dónde dijo Donald que iba a estar en el cine? —pregunto Mary, mientras miraba a Anna. —Él dijo que iba a estar justo en la entrada, y que lo buscáramos con la mirada —dijo Anna. —Espere que ese sinvergüenza no nos haga pagar su entrada al cine —dijo María. —Querrás decir, esperemos que ese sinvergüenza no nos haga pagar otra vez su entrada al cine —dijo Anna. —Bueno eso. —Ya, no le digan a si, quizás es que su trabajo o lo que sea que haga no le da suficiente dinero para hacer cosas de ocio con tanta facilidad —dijo Mary. —Aun así, no justifica que no le de ninguna vergüenza que deje a un grupo de mujeres pagar sus cosas por él —dijo Anna. —Cierto, además, ¿En qué trabaja Donald? ¿Cómo es que no le da lo suficiente, y siempre está con falta de dinero? —pregunto María. —Pues… no lo sé, ¿Anna, sabes en que trabaja Donald? —pregunto Mary. — ¿No trabajaba en el gimnasio dónde van? —pregunto Anna. —Pues, si, pero creo que renuncio, ya que hace tiempo que no lo eh visto dando lecciones o guías allí —dijo Mary. —Yo tampoco —dijo María. — ¿Qué importa? De seguro debe trabajar de forma informal e intermitente, teniendo en cuenta casi nunca tiene mucho dinero —dijo Anna. —No creo que sea… —dijo Mary, antes de dejar de hablar, ya que vio a Donald, parado justo en la entrada del cine a donde iban a ir. Donald, no estaba solo, junto a él estaba… un hombre, su cabello, era de color n***o, su piel era blanca, y era aproximadamente de la misma altura de Donald, de un metro setentaicinco quizás, ese hombre estaba vestido con ropas que parecían ser algo caras, y cuando Mary los vio, ambos estaban hablando. — ¿Quién es ese? —murmuro Mary, mientras veía a Donald, con ese hombre. Que ella sabía, Donald, era un inmigrante reciente en España, y no conocía que tuviera más amigos, aparte del grupo de Mary, y quizás Miguel, su novio, por eso le dio curiosidad, saber quién era ese hombre con el cual hablaba, y quien ella no conocía. Cuando Mary, murmuro estas palabras, María y Anna, giraron sus vistas, en la misma dirección que la de Mary, y lograron ver lo mismo que ella, y las dos también se preguntaron quién era ese hombre de cabello n***o que hablaba con Donald. — ¿Quién será ese tipo? —pregunto Anna. —No lo sé —dijo María. —Pues vamos a ver —dijo Anna, mientras caminaba hacia Donald, junto con Mary y María. El grupo de Mary, camino a paso rápido hacia Donald, y cuando estuvieron lo suficientemente cerca, las tres fueron vistas por Donald, y su “amigo” quien se giró para verlas. —Por fin llegaron —dijo Donald, mientras miraba al grupo de Mary. — ¿Así es como nos saludas? —dijo Anna, mientras miraba a Donald. —Hola como están, me alegro de que hayan llegado… ¿Mejor? —dijo Donald, con algo de sarcasmo. —Tú… me estas imitando —dijo Anna, mientras miraba a Donald. —Donald, ¿Quién es tú amigo? ¿No nos vas a presentar? —pregunto Mary. —Él es mi detec… mi agente… si mi agente —dijo Donald, quien pareció atragantarse cuando trato de hablar al principio. — ¿Tú agente? —dijo Mary, mientras miraba a Donald. —Sí, ¿No ves que soy alguien muy famoso y rico? Obviamente necesito un agente —dijo Donald. —Si claro, eres tan famoso y rico que de seguro tienes para pagar tú entrada al cine ¿Verdad? —pregunto Anna. —Pues… la verdad es que… —murmuro Donald, sin responder a la pregunta de Anna. —Bien, dinos ¿Qué paso esta vez? —pregunto María, mientras miraba a Donald. Siempre que Donald, se ponía de esa forma, significaba que no tenía dinero, y que iba a inventar alguna excusa para hacer que sintieran lastima por él y de esa manera hacer que pagaran algunas de sus cuentas. —Pues, no lo creerán, mi perro se comió mi billetera y… todavía estoy esperando que me la devuelta —dijo Donald. — ¿En serio? —pregunto Anna, mientras miraba a Donald. — ¿No podías inventar una excusa mejor y menos… asquerosa? —dijo María. —Fue lo primero que pensé —dijo Donald. —Tienes una mente algo retorcida ¿Lo sabías? —dijo Mary. —Si, a veces me lo dicen. —Como sea, responde otra vez, ¿Quién es tú amigo? Esta vez en serio —dijo Mary. —Soy el amigo de Donald, Richard, nos conocimos en nuestro país natal, y también acabo de inmigrar a aquí a España, le pedí a Donald, que me recibiera —dijo el hombre de cabello n***o, quien se llamó así mismo Richard. — ¿También eres del país de Donald? —murmuro Mary, sorprendida de escuchar las palabras del hombre. —Si, así es —dijo Richard. —Dios, ¿No podías decir eso y ya, en vez de inventarte esa estupidez del agente? —pregunto María, mientras miraba a Donald. —Solo estaba bromeando —dijo Donald. —A veces, parece que no sabes cuándo bromear y cuando no —dijo María. — ¿Y él que hace aquí? —pregunto Anna, mientras miraba a Richard. —Lo invite a venir al cine con nosotros —dijo Donald. —Espero que no esperes que nosotras, paguemos su entrada también, si no te voy a golpear —dijo Anna. —Tranquilas, yo pagare lo mío —dijo Richard. —Gracias, ¿Vez Donald, eso es un hombre con dignidad? —dijo Anna. — ¿Estás diciendo que yo no tengo dignidad? —pregunto Donald, mientras miraba a Anna —Pues si la tienes, no la has demostrado hasta ahora —dijo Anna. —Bien, bien, vamos a entrar de una vez, no sigamos perdiendo el tiempo aquí —dijo Mary. —Bien, vamos —dijo María, quien casi de inmediato, empezó a caminar para entrar al cine. —Ustedes adelántense, tenemos que hacer una llamada antes de ir —dijo Donald. — ¿Una llamada? ¿A quién? —pregunto Mary. —Tengo un amigo en este lugar, y dijo que llamaría para hablar con ambos, estoy tratando de conseguir un lugar fijo para quedarme y Donald y él, me están ayudando —dijo Richard. —Entiendo, entonces nos vemos adentro —dijo Mary, antes de caminar junto con Anna, para entrar juntas al cine. Después de que Mary, y sus amigas entraron, las tres compraron las entradas para la película que habían decidido ver, la cual era una película futurista que se llamaba simplemente, cuatro mil ochocientos después de Cristo, era una película estrenada muy recientemente, hace solo unos pocos días atrás, y la habían seleccionado por la sugerencia de Donald y Anna. Mary, y sus amigas, compraron sus entradas, y entraron en la sala de cine, apartando los asientos de Donald, y Richard, los cuales aún no llegaban, aunque no tardaron mucho ya que solo diez minutos aproximadamente desde que se separaron, los dos llegaron cargando refrigerios de distintos tipos mientras hablaban de algo. Después de que ambos llegaran, buscaron a Mary y sus amigas con la mirada, y después de encontrarlas, fueron hacia ellas, y se sentaron en los asientos que les habían reservado
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