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Errores mutuos

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Blurb

-"Te amo"- ¿Qué tan importante son esas palabras?

-"Siempre voy a amarte, eres el único".- ¿Acaso eso era cierto?

-"Nunca nos vamos a separar, porque eres lo que más me importa en este mundo".-Si decías que nunca nos separaríamos ¿por qué estamos así ahora?

-"Solo, no me dejes"- ¿Entonces por qué eres tú el que me está dejando?-

.

.

Segunda temporada de "Armed Forces" es necesario haber leído la primera temporada para entender esta.

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Capitulo 1
Pocas veces en la vida podemos ver un cabello tan abundante y brillante. Minying lo había visto en una sola persona, en un doctor que recuerda con nostalgia cada día. Podríamos sumarle algo más, por supuesto, Minying podría enumerar con los dedos de una sola mano las sonrisas cuadradas que ha contemplado en su vida. Lo recordaba, recordaba tanto que a veces solía aparecer en sus sueños y el ex soldado podría considerarse afortunado al ver el rostro de Jason en sus sueños pero no era así; eso le recordaba que no pudo despedirse de aquel gran ser humano que tanto le ayudó, se ganó su corazón tan sólo con sus buenos actos y, que no merecía el final que tuvo. Y ahora mismo uno de los escenarios de su sueño costaba con un parque desolado pero el día era realmente perfecto para salir a la calle y disfrutarlo. Quién había aparecido en sus sueños estaba sentado en una de aquellas bancas negras observando sus manos, jugaba con sus dedos y la mirada yace baja. Y Minying como siempre lo veía desde una distancia prudente queriendo acercarse pero no lo hacía, nunca había contacto ni comunicación… sólo una visión borrosa en diferentes escenarios. Quería poder hacer algo, escuchar su voz, que le dijera algo de una vez por todas. Nada tenía que ser así y… Si tan sólo él… . . . --Amor. Minying despierta, cariño.--…--Héctor dio unos golpecitos suaves en el hombro de su esposo para despertarlo, debían desayunar antes de dirigirse a la marina costera.— --¿Mhm?.--…--El menor abrió lentamente su ojo derecho mirando a su esposo por el rabillo del ojo.—…--¿Qué pasa? Tengo sueño.--…--Se tapó la cara con una almohada.-- --Bebé, ya son mas de las seis.--…--Sus largos y delgados dedos hicieron círculos en el hombro descubierto del ahora peli rosa.— --¡¿Qué?!--…--Minying lanza la almohada lejos. Seguido abre sus ojos exaltado y a causa de ello fue a parar al suelo ya que estaba en la orilla de la cama.— --Jajajaja.--…--Kim se carcajeo sonoramente al ver a Minying completamente desnudo en el suelo, la sabana le cubría solo hasta los muslos.--…--Te caíste tan chistoso, debiste ver tu cara.-- --Cállate.--…--Gruñe clavándole una mirada llena de furia, o a menos eso el quería creer ya que en realidad parecía un panda comiendo. Regordete y adorable.— Minying queriendo ser intimidante y Héctor que se reía en su cara por fallar en la misión. --Ay mi amor.--…--Se levantó. Estaba desnudo al igual que el menor. Minying se le quedó mirando atontadamente. No importa cuantos años pasaran, no importa las veces que lo vea desnudo ya que siempre sentiría babear por el, por su cuerpo tan bien trabajado, piel dorada que parecía quemar la suya pálida, su hombría bastante dotada y gruesa por la cual Minying rogaba muchas noches, en todo momento sin importar lo necesitado y sumiso que pueda verse. Ya no importaba, no sentía ninguna vergüenza con su esposo.-- Héctor no podía estar menos orgulloso de su esposo; su fobia cada vez parecía estar desecha por completo pero igual seguirá ahí. Héctor era testigo del esfuerzo que hace su esposo por superarla cada día y los resultados eran notables, pues ya el sonido de los disparos no le afectaban tanto… pero aún así seguía sin tolerar las granadas y los disparos de los tanques. Caminó hasta donde estaba su pequeño Minying notando como este evitaba mirarlo a la cara y el sonrojo en sus mejillas. Adorable, simplemente adorable. --Ven acá.--…--Se agachó un poco, pasó su brazo derecho por debajo de sus rodillas y su brazo izquierdo por su espalda para cargar a Minying en forma de princesa.--…--No te preocupes, debemos estar a las ocho treinta, tenemos tiempo.--…--Minying no se quejó cuando el mayor lo cargó. Le molestaba que Kim lo cargara con tanta facilidad como si fuera una simple pluma, pero del resto, le encantaba estar en estas condiciones que a su parecer eran bonitas, íntima y lo hacían sentir querido. Totalmente mimado.--…--Ahora solo debemos desayunar y nos vamos ¿si?— Minying hizo un puchero y asintió tres veces. Entonces fue cuando Héctor propinó un casto beso en la frente contraria antes de empezar a caminar hacia el baño con el propósito de darse una ducha con su adorable esposo. --Tengo sueño.--…--Se queja haciendo su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados como si ese pequeño y diminuto momento fuese a disipar el cansancio que su cuerpo aún siente.— ¿y si mejor se alista el año que viene? De verdad que lo está considerando. --Estarías con energía si no te hubieras quedado hasta tan tarde jugando videojuegos.— --Y estaría con más energía de no ser porque te entrometiste en mis piernas. Calenturiento.— Llegaron al baño. ---Anoche no parecidas molesto en lo absoluto, es más, ni te acordabas que tenías que estar despierto tan temprano.--…--Muerde con coquetería el lóbulo de la oreja ajena.--…--Solo rogabas por mi pene.— Joder, Minying lo recordó. -¡Yaaaa!-…-Más avergonzado no puede estar.— He indignado consigo mismo porque Héctor tiene toda la maldita razón. --Bien, mejor vamos a bañarnos que luego yo hago de entrometido y a ti se te olvida que tienes compromisos.— --Al fin piensas con la cabeza de arriba y no con la de abajo.— La mirada que Héctor le dio fue bastante socarrona. --A ti te importa que la cabeza de abajo entre en tu trasero, no que piense.— Minying bufo, Héctor no tenía remedio. Luego de alistarse ambos bajaron, debido a que no querían retrasarse más, solo comieron cereal con leche y jugo de naranja, un desayuno preparado exclusivamente por el teniente coronel Kim Minying. Hablemos sobre esto ¿Ok? Y es que gracias a los logros alcanzados por Minying aún por su condición… fue reconocido con el pasar de estos años. Reconocido por otros coroneles de su país y especialmente por el gobierno. La condición en la que había entrado a las fuerzas armadas hace cinco años fue para averiguar sobre los tratos dados allí sin importar su fobia, obedeció las ordenes dadas por sus jefes sin importarle su propio bienestar y eso era digno de admirar. Siguió en las fuerzas armadas luego de que Héctor y el se casaran, cosa que sorprendió a todos de hecho. El año pasado Minying fue ascendido al cargo de “Teniente coronel”. Este cargo no se le otorga a nadie fácilmente y menos en tan pocos años pero ¡Dios! Minying superó todos los limites. Conocía todas las armas, era ágil en armas blancas, las katanas las manejaba a la perfección y pueda que no fuese el mejor piloteando pero era lo suficientemente bueno como para enseñar a cien hombres él solo. Héctor y el trabajaban juntos en la misma base y a pesar de que todos sabían que eran esposos, ellos se trataban como simples compañeros mientras estaban en la base frente a los soldados. De veces se toqueteaban, besaban y se lanzaban miradas coquetas mientras nadie los veía. Ambos eran felices con su vida llena de ajetreos, entrenamientos y misiones pero nunca podía faltar el amor entre ambos. Mucho menos deseo. Se suponía que con el pasar de los años las parejas dejaban de sentir aquel deseo que caracterizaba el principio del matrimonio pero en el caso de Minying y Héctor era lo contrario; la tensión s****l entre ellos era como el vino, mientras mas tiempo pasaba mas bueno se ponía. Habían pasado cinco años desde que contrajeron matrimonio, siete años desde que se conocieron en aquella base sustentada por el mayor y sacada adelante por el mismo. Minying aún recuerda con bastante claridad su lugar en aquel juicio, las palabras que él y Héctor dijeron y como este prácticamente se echó la culpa con "Así fui entrenado y si no hay disciplina no hay nada". Minying de recordarlo sonríe y aún sigue en desacuerdo con varias cosas que Héctor hace hasta el sol de hoy en la base con la excusa de que tienen que ser entrenados de esa forma. Pero bueno, es normal tener desacuerdos cuando ambos ven las cosas diferentes en el mismo terreno. Ambos salieron de su casa para montarse en su camioneta. Héctor era quien manejaba y Minying no se quejaba, de todas formas, no era amante de manejar. El peli rosa guardó su maleta en los asientos traseros y se subió al asiento del copiloto mientras el castaño encendía el auto y se acercaba a su esposo para darle un beso en su mejilla sacándole una sonrisa. El mayor echó el carro a andar. Este año sería el primero de cinco en los cuales el teniente coronel Kim Minying no estaría en la base militar ¿razón? pues quería entrar en la marina como siempre lo deseó y a pesar de que al principio no lo hizo, ya tenia un puesto seguro en las fuerzas armadas y ahora podía empezar su servicio en la marina. No seria por mucho tiempo, solo seis meses y podía regresar a su vida normal. Héctor siempre supo lo importante que esto era para Minying por lo cual lo apoyó sin dudar. Llegaron al puerto, bajaron del auto. Kim agarró la mano del menor para entrelazarla con la suya dándole confianza, Minying estaba nervioso, lo sabía. El castaño estaba triste pero no lo demostraría. Era la primera vez en cinco años que se separaban por tanto tiempo. No demostraría lo triste que se sentía para no preocupar a Minying porque lo que debía hacer era darle ánimos, no preocupaciones. Hoy también debía ir a la nueva base y hablamos de nueva ya que esta está en las montañas donde la temperatura es justo muy debajo de los cinco grados. El gobierno necesitaba soldados mas fuertes así que Héctor propuso trabajar en la base de las montañas nevadas, justo como a él lo entrenaron cuando apenas era un soldado. Todo lo que Minying sabía se lo enseñó Héctor y el mayor estaba mas que satisfecho con los resultados y supo que su esposo no tendría problemas en la marina. --Prométeme que estarás bien.--…--Kim dejó la maleta en el suelo. Las escaleras del gran barco yacen a tan solo unos tres metros de ellos.— Minying sonrió . --Lo prometo, ¿y tu estarás bien?--…--Pregunta Minying acariciando la mejilla de su esposo.— --Sabes que si, mi amor.--…--Agarró las pequeñas manos de Minying y propinó un beso sonoro en el dorso de cada una.—…--Quien tiene que preguntar eso debería ser yo.— ---Oh vamos, no seas arrogante. Me sé cuidar muy bien.--…--Minying preguntaba si estaría bien en alimentación, en si no incendiaria la cocina, en si lavaría adecuadamente su ropa, en si podría mantener la casa en orden.--…--No dures mucho tiempo cerca de la estufa y recuerda que no debes usar la aspiradora para quitar las hojas de la piscina. Coronel tonto.— ---Shhh.--…--No fue su culpa, se suponía que el aparato ese succionaba las basurillas. Héctor culpaba su pereza de ese día y colocar la aspiradora en la piscina para sacar las hojas que cayeron desde la casa del vecino. Héctor estaba pensando seriamente en meterse en esa casa y cortar dicho árbol.- Pero Minying no se lo permitiría. Aunque Minying no iba a estar aquí durante una buena temporada ¿No tendría que enterarse, verdad? Alguien se acercaba, Minying le conocía, oh, por supuesto que conocía a Park Chim-mae; el capitán de la marina costera y claro… gran amigo de Héctor. Unas dos veces Park fue a su casa para visitarlos o simplemente iba para darles alguna noticia puesto que la marina y las fuerzas armadas comparten labores y deberes. Pero eso no quería decir que Minying recibiría un trato especial por conocerle… la ley era para todos como el entrenamiento, con la comida, con las reglas, el aislamiento, y los tan amados castigos a los que Minying no quería conocer porque supone que los castigos impuestos en la marina son diferentes a la base de las mierdas armadas militares. Chim-mae no era severo como lo es Héctor, pero es estricto lo que hacía que todos le guardaran un enorme respeto. Ambos se separaron un poco pero sin soltar sus manos. --Hola, Amigo.--…--Habló Park hacia su amigo, el cual le devolvió el saludo con un: “Hola Chae”. Dejó de mirar a Kim para enfocar su atención en Minying.--…--Hola, Minying.--…--Saluda y este devolvió el saludo justo como lo había hecho su esposo.--…--El barco zarpará dentro de unos cinco minutos, tienen tiempo para despedirse.--…--Sonrió comprensivo de la situación antes de despedirse con la mano para subir al barco dejando a la pareja en privacidad. Sabía que necesitaban su espacio para despedirse.— --Amor, te voy a extrañar mucho.--…--Admitió Héctor acunando el rostro de su esposo en sus manos.— --Y yo mas, Hec.--…--Solo Minying podía decirle de esa forma, no se lo permitía a nadie mas y de todas formas le gustaba así. A Minying era al único que se le oía bien.--…--Debo irme mi amor o el barco va a dejarme.— El mayor asiente dejando un beso en los labios de su novio, labios que no besaría por seis meses. Tan solo recordarlo sus ánimos caían a lo mas bajo. Se alejó y Minying agarró su maleta en su mano para irse alejando a medida que soltaba la mano de su esposo lentamente, los dedos de ambas manos seguían rozando hasta que la distancia hizo que el contacto terminara. Héctor se regaña internamente por desear que haya alguna mala pasada en la embarcación y que ese barco no salga hoy, le encantaría tener a Minying una noche más. Pensaba que debió hundirse con más fuerza en su esposo la noche anterior, que debió mantenerse despierto toda la noche para besar cada rincón de aquel cuerpo que conocía a la perfección. Estaba siendo un dramático ¡Lo sabía! Pero no eran simples días que Minying estaría fuera… eran meses y cuando esa realidad golpeaba a Héctor él solo suspiraba con resignación. El peli rosa subió las escaleras subiendo a bordo. No pasaron ni diez segundos cuando una campana sonó haciéndolo saber que el barco zarparía. Se dio la vuelta para agitar su mano en dirección al castaño con una sonrisa que curvaban adorablemente sus labios. El barco se echó al mar, alejándose cada vez mas y Kim sintió una opresión terrible en su pecho. Minying agarró su maleta para buscar la habitación que le tocaría, estaba feliz por poder cumplir uno de sus sueños, pero también muy triste por dejar a su esposo por tanto tiempo. Bueno, no era tanto tiempo que digamos… solo seis meses. Pero en seis meses pueden pasar muchas cosas. (…) Héctor ese mismo día ya estaba de regreso a la base. Se integrarían nuevos soldados hoy por lo cual debía conocerlos y ponerlos en el panel para agregar sus logros y faltas. Duró cinco años donde Minying estaba con él en cada entrenamiento, como un soldado y luego como compañero cuando fue ascendido a teniente coronel. Era raro no verlo a ahí. --Muy bien como ya sabrán: mi nombre es Kim Héctor, coronel de esta base y encargado de entrenarlos hasta morir si es posible.--…--Hacía un frio terrible pero eso no le impedía hablar con fluidez. Al pasar tantos años ya estaba mas que acostumbrado pero igual seguía teniendo carne y hueso. Sus labios estaban un poco resecos a causa del frio.— Al final estaba un chico de cabello n***o azabache, de baja estatura y el uniforme le quedaba un tanto grande. Miraba como el coronel agarraba su carpeta para empezar a nombrarlos y a medida que los decía, los nombrados se ponían frente a el firmes con su mano derecha recta en la punta de su frente y luego de eso se adentraban a la base. El soldado no podía dejar de mirarlo, siempre había visto al coronel Kim en fotos por el periódico o por internet gracias a las buenas noticias o a los dramáticos escándalos de los cuales era protagonista. Aquel hombre que solo dejaba a la vista su virilidad, posesividad y fuerza descomunal hizo que el pelinegro se sonrojara al imaginar como seria aquel cuerpo sin todo aquel uniforme. --Soldado número…--…--Héctor miró a la lista.--…--Noventa y seis.--…--Busca con la mirada al soldado que se debía acercar gracias al llamado.— El pelinegro miró el número marcado en su muñeca con marcador que le colocaron dentro de la base mientras hacían fila. Salió de la fila para caminar lo mas rápido que podía hacia el coronel y hacer la misma pose que sus compañeros repitieron una y otra vez anteriormente. Temía que sus temblorosas piernas le fallen, lo cual es extraño porque no es un hombre torpe. --Su nombre, soldado.--…--Habló el mayor mirando al mas bajo y este no le aguantó la mirada ni dos segundos.— Los rumores de completo miedo le hacen bastante juicio el Coronel Héctor. Jaemin solía burlarse diciendo que un hombre no podría intimidarlo tanto como para no dejarle la mirada, pero al parecer se había equivocado con el Coronel mas respetado del país. Y el más temido --L-lim Jaemin--…--Arrastró su nombre mientras lo pronunciaba, él no era así pero ahora mismo estaba nervioso porque podía sentir la mirada del coronel encima suyo haciéndolo sentir diminuto.— --Muy bien.--…--Habló el mayor sin prestarle mucha atención a Jaemin.--…--Puede retirarse, soldado.--…--Héctor siguió con la atención puesta en su cuadernillo.-- --Si, señor.--…--Con esto ultimo Jaemin se alejó pero girando su cabeza de vez en cuando para lograr ver al coronel. Era como una escultura bendecida por las más mágicas manos ¿Cómo era posible? Si en revistas era hermoso en persona robaba el aliento con su magnífica presencia, con ese cuerpo fornido, la mirada de desprecio que le dio no debió parecerle tan excitante.-- Y entonces tuvo la necesidad de acercarse al coronel a como de lugar, fue como un instinto animal que lo hizo sentir con ganas de tocarle, tenerle cerca, deleitarse con su presencia. Nunca había sentido el anhelo de frotar su rostro en algún cuello, de posar sus labios en una piel y rogar en silencio que aquel hombre lo mirara un poco más. Quería la cercanía y un poco más. Tanto, que se hizo obsesivo.

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