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1205 Words
2. “Pasado” La deja de maquillar y con la ayuda de sus manos la voltea para que la mire —¿Te golpeaba?— pregunta asustada. —No, no —dice varias veces para que no se confunda con lo que quería decir. —¿Entonces porque huyes?— pregunta mirándola fijamente. Se mira al espejo y regresa a esa mujer que tenía a su lado —Es una historia muy larga y no quiero aburrirte — sostiene. —No lo haces, cuéntame. Aún tenemos tiempo para conversar — le insistió. Isa miraba como esa muchacha le relataba toda su historia, venía de una ciudad pequeña dónde todos se conocían y sus padres eran muy estrictos. Hacía un año que terminó el colegio, con tan solo 18 años y ya se encontraba comprometida, escapándose de su propio hogar. Desesperada por comenzar de nuevo, no tenía suerte pero cayó en el sitio donde nadie le gustaría pisar para iniciar una nueva vida. Levanta su mano frenándola —¿Y ahora Sebastián sabe tu edad?— pregunta cruzándose de brazo. —Hace dos días cumplí 19 años, no hay problema y quiero que pocos sepan de mí — asegura. Siguió contándole. Un día aparecieron varios ramos en su casa y cuando quiso darse cuenta un hombre aparece frente a sus ojos, si lo conocía por ser nombrado en la ciudad por muchas personas y hablar cosas de su día a día. Se sentía avergonzada contando todo pero era algo que necesitaba hacer hacía tanto tiempo, respiró hondo y continúo su historia. Un hombre joven, alto, pelo castaño y ojos bien oscuro, apareció en la puerta de la casa de sus padres y le ofreció otro ramo de flores. Asustada, lo tomó entre sus manos y sonrió. Con su voz entrecortada cuenta como su padre parecía feliz de ese gesto y la empujó a los brazos de ese extraño —Los dejaré para que se conozcan — dice marchándose. Traga saliva y sigue contando desde el inicio pero está vez mirando hacia abajo, jugando con sus dedos y algo nerviosa. Sabía que era su primer vez contando su propia historia a una completa desconocida que le daba un poco de seguridad también, asíque continúo....  Después que se fue su padre, lo observó a ese hombre y veía esa mirada penetrante quemándole su rostro, le extiende la mano para que se tome y ella solamente avanza a su lado caminando por las calles de esa mañana. Lo escucha hablar, contando que no era de esa ciudad, que solo hacía negocios, su padre era uno de sus empleados de confianza y que buscaba alguien con quién compartir un futuro. Pero ahí se detiene y la mira a su nueva compañera —Creía que me daría trabajo para ayudar a mis padre y poder tomar mis propias decisiones, soy una chica de pueblo que tenía sueños pero no fue así— dice con los ojos brillosos. Se agacha y apoya sus manos en la rodilla de ella —¿Qué sucedió, cariño?— pregunta algo sorprendida por la historia. —Desde ese día, empecé a verlo seguido y siempre aparecía con un regalo. Le caía bien a todos en mí casa, en el barrio y nunca venía solo, aparecía con personas cuidándolo — sostiene. Continúa contando una parte más para que alguien pueda ayudarla, no quería ser tratada de forma especial sino que quería vivir tranquila como se merecía. Sus lágrimas avanzaron por su rostro, rápidamente las seco para seguir. A la semana de haberlo visto al ese hombre en su casa, ya se quedaba a comer. Lo tomó como un compañero pero sin olvidarse que era el jefe de su padre, aquel sujeto que le pagaba por su trabajo que ella intentaba no saber demasiado. Recuerda que se acomodo sentándose en esa mesa en una cena del cumpleaños de su padre, ve esa sonrisa en el rostro de su madre y la mirada apagada de su único hermano. En su mano siente el calor de otra piel, baja su mirada y ve que es la mano de un hombre, eleva su mirada nuevamente y se encuentra con él conversando como si nada mientras tomaba su mano sin su permiso. Se quedó paralizada pero peor aún cuando pudo distinguir de que venía la conversación en ese instante —Si nos comprometimos, gracias Albert por presentarme a tu hija y hablarme cosas excelente de ella. No fallaste en nada, es una mujer espléndida — dice sonriendo. Su madre aplaude, se la notaba feliz con la noticia —Hacen una hermosa pareja — dice emocionada. La mirada de ella fue directa a su hermano que apretaba los puños, de una forma tan expresiva pedía auxilio pero nadie podía hace nada. Tampoco sabía muy bien a qué se venía ese trato del compromiso tan rápido —¿Papá?— lo nombra para que haga algo. Su padre se levanta de la mesa, la rodea y cuando llega a ellos, extiende su mano hacia ese desconocido —Espero que la hagas feliz como se merece — le ordena. Al escuchar eso, todo su mundo se le vino abajo. Aquel sujeto que era su padre, ya no la miraba a los ojos y se abrazaba con su jefe cuando anuncio su compromiso sin el consentimiento de ella. Todos festejando y ella muda sin poder reaccionar. Desde ese día, en esa cena todo su mundo de colores se tornó n***o. Ya no era más la niña de los ojos de papá y mamá, ahora debía asumir la responsabilidad de satisfacer al jefe de su padre para poder seguir viviendo. Volvio al presente cuando Isa la movió para que la mirará —¿Y tu hermano no hizo nada?— pregunta mirándola. Eleva sus hombros —¿Qué podía hacer?— pregunta secándose las lágrimas. —No lo sé, sacarte de ahí y hablar bien con tus padres — le dice buscándole la vuelta a todo. Sonríe —Mi padre era el jefe de la familia, todo lo que decía se hacía. Mí madre, siempre a su lado. Y ese sujeto que tomó mí mano, era el tipo más cruel del mundo y no tenía más nada que hacer en sitio donde nadie decía la verdad y todos aceptaban lo que venga — se queja. —¿Y qué pasó después?— pregunta. Siguió la historia pero está vez cambio su gesto de tristeza a bronca... Después de ese día, al siguiente aparecieron dos camionetas frente a su puerta y bajaron desde camas hasta muebles. Todos los vecinos los miraban, ella apoyada en su ventana mirando como su padre saludaba a su jefe y hablaban mientras sonreían. Suspira, toca su pecho y se siente tan sola, ya los amigos de su propio colegio no estaban más porque siguieron sus estudios y ella no. Necesitaba ayudar a sus padres para continuar con su propia vida. Escucha que su puerta es abierta, ve a su madre con una enorme sonrisa —Prepara tus maletas — ordena. Temblando se voltea —¿Por qué?— pregunta. —Te irás con Andrew Repp— sostiene. Ahí fue donde conoció el nombre de ese hombre, por primera vez, Andrew Repp.
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