Prólogo
Prólogo
Hay un dicho que dice que las cosas más grandes y mejores vienen en paquetes pequeños; eso era cierto. Mirar el título de médico en mi mano de la Escuela de Medicina de Harvard parecía surrealista. Sin embargo, a pesar de ser la doctora más joven en graduarse, me sentía vacía. Eso no tenía nada que ver con el sacrificio, el diploma, que reflejaba el esfuerzo desgarrador que tenía en mi mano. Tenía que ver con el hecho de que la persona por la que hice esto, a quien quería hacer sentir orgullosa, se había ido: mi increíble papá.
Dicen que lo ido pero no olvidado era completamente cierto, y el título siempre me recordaría a él. Quería ser doctora porque él tenía un corazón débil desde su nacimiento. Siempre estuvo bajo atención médica crucial.
Recuerdo cuando era pequeña y le prometí:
—Papi, algún día te operaré y haré que todos los males desaparezcan.
Pero, ¿dónde estás ahora, papi?
Así que finalmente puedo cumplir mi promesa, pero me dejaste.
¿Por qué, papi, por qué?
Me compuse antes de derrumbarme frente a toda la clase de graduación.
¡Respira, Aurora!
¡Tú puedes!
Recuerda lo que prometiste, que nunca dejarías que una lágrima triste corriera por el rostro de su princesa.
Ya había planeado escaparme después de que terminara la ceremonia. Pero, al ser la mejor alumna y estar en la lista de honor del Decano, se esperaba que diera un discurso. Aunque no quería subir a ese escenario y dar ese discurso, solo ver a tantos familiares felices alrededor pero sin ninguno de los míos me resultaba desgarrador.
Sin embargo, sabía lo mucho que le gustaba el discurso que escribí cuando se lo mostré, y se lo iba a dedicar a él.
Después de todo, él había sudado y derramado sangre para criarme como la mujer increíble que soy cuando mi mamá nos abandonó, diciendo que encontró a su alma gemela. Una tontería.
Ella y su nuevo esposo, Shawn Hendrick, un tipo musculoso y fuerte que medía al menos casi dos metros, era bastante guapo, y eso significaba mucho viniendo de mí cuando tenía cinco años. Quería llevarme con ellos, pero mi papá luchó con uñas y dientes para quedarse conmigo.
Siempre decía que yo era su estrella en la oscuridad.
Que yo era su fuente de magia.
Mi madre tuvo que rendirse y aceptó visitas ocasionales. Al principio, la resentí porque su partida había tenido un impacto significativo en mi papá.
Pero a lo largo de los años, superé esa animosidad. Finalmente, papá la perdonó y dijo que lo veía venir y siempre la amaría porque ella me dio a mí.
Que ella era mi madre y realmente me amaba.
Aunque anhelo tener una relación con ella ahora, siento que estamos distanciadas. No ella, sino yo.
A pesar de mi relación complicada con mi mamá, los padres de ella, Nana y Papa, siempre han sido cercanos a mi corazón. Incluso mi medio hermano Malakai. Aunque era seis años menor, se parecía más a mi hermano mayor, con una altura imponente y rasgos que imitaban más a Shawn que a mi mamá. Pero nos llevábamos genial cuando él nos visitaba.
Lo que no haría ahora mismo por ella, mi padrastro y mi hermano, Malakai, nana y papa, estuvieran aquí entre la multitud animándome.
A pesar de mi relación complicada con mi mamá, los padres de ella, nana y papa, siempre han sido cercanos a mi corazón. Incluso mi medio hermano Malakai. Aunque era seis años menor, me parecía más a mi hermano mayor, con una altura imponente y rasgos que imitaban más a Shawn que a mi mamá. Pero nos llevábamos genial cuando él nos visitaba.
¡Ojalá!
Suspiré y subí al podio cuando me llamaron.
Se escuchaban los aplausos y los gritos de ánimo para mí en toda la multitud. Así que no diría que era súper popular. Aun así, era bastante sociable, y ser récord en algo también ayudaba en la sociabilidad, ya que todos me conocían.
Tan pronto como tomé mi lugar y miré a la multitud, ¡no podía creer lo que veían mis ojos!
Tuve que hacer una doble toma en realidad.
¿Era mi mamá, Malakai, Shawn con Nana y Papa?
¡Dios santo!
Estaban allí, los cinco. Sonriéndome y saludándome desde el otro extremo.
No pude evitar que la humedad llenara mis ojos.
Era perfecto, si tan solo papá estuviera aquí también.
Respiré hondo, me soné la nariz y comencé mi discurso.
—¡Buenos días! Doy la bienvenida a todos los padres, profesores, personal, distinguidos invitados y a la Escuela de Medicina de Harvard del 2022. Me gustaría comenzar con una pregunta: ¿Un 65 constituye mediocridad, mientras que un 100 perfección? Si bien nuestro sistema educativo puede haber inculcado esta noción en nuestras mentes, recuerden que después de hoy puede que no haya boletines, USMLEs o rotaciones clínicas para medir nuestro éxito. Porque la vida es algo que experimentamos, no completamos, ya no estamos limitados por un "plan de estudios básico" o una rutina diaria. En cambio, al despedirnos del asilo de nuestros años de escuela de medicina, solo nos gobiernan nuestro instinto y nuestro juicio. Sin informes de progreso y exámenes estandarizados, ¿cómo podemos medir si somos exitosos? Algunos pueden percibir la riqueza como un indicador de logro, pero ¿debemos equiparar la pobreza con el fracaso? Otros pueden ver su posición como evidencia de su éxito; tal evaluación es fácil pero superficial. Por último, puede ser tentador medir nuestro éxito por el conocimiento que hemos adquirido a través de nuestra educación; como graduados hoy, todos hemos tenido éxito. Sin embargo, nuestra tarea ahora es aplicar lo que hemos aprendido.El filósofo Ralph Waldo Emerson definió el éxito de la siguiente manera: "Reír a menudo y mucho, ganar el respeto de personas inteligentes y el cariño de los niños, recibir el aprecio de críticos honestos y sufrir la traición de falsos amigos, apreciar la belleza, encontrar lo mejor en los demás, dejar el mundo un poco mejor, ya sea con un niño sano, un huerto o una condición social redimida; saber que al menos una vida ha respirado más fácilmente porque tú has vivido. ¡Eso es haber tenido éxito!"
El éxito es un término relativo; lo podemos aplicar para medir la calidad del cambio que generamos, las vidas que transformamos y las relaciones que construimos. Con títulos como doctor o presidente, es lo que hacemos con nuestra influencia lo que dota de valor a nuestros títulos. Con lo que hemos aprendido, el conocimiento nos prepara para enfrentar los desafíos de nuestra generación, nos equipa para combatir la desigualdad en la salud, la riqueza y las oportunidades, y nos guía en nuestras futuras empresas. Con dedicación y ambición, podemos vencer la ignorancia y lograr lo extraordinario.
La medida precisa del éxito puede no ser evidente a primera vista. Sin embargo, los regalos que hemos recibido de la Escuela de Medicina de Harvard y esta comunidad nos han proporcionado los primeros pasos hacia su eventual descubrimiento. Con esto en mente, te desafío a que definas tu propio éxito y te ajustes a tus propias medidas con pasión y compromiso. Entonces, si te consideras exitoso, otros seguirán tu ejemplo.
Así que aquí estoy una última vez en el escenario de esta prestigiosa institución, no como Aurora Black, sino como la Dra. Aurora Black, para agradecer a la facultad, a los médicos, a los amigos y especialmente, a mi padre, que gracias a ustedes, somos lo que somos.
Entonces, promoción de 2022, ¡buena suerte y felicitaciones a todos ustedes!
Tan pronto como terminé mi discurso, vi a toda la multitud ponerse de pie para aplaudir y la promoción graduada lanzó sus birretes en celebración de los cuatro años de éxito que pasamos juntos.
