Aceptando el hecho de que mi educación no ha fallado, giro sobre los talones y encomiendo el andar, a través del sendero que me llevará a la entrada principal. -¡Hey! -Le oigo chistar cuándo ya unos cuantos pasos me separan del espectacular deportivo blanco. Ladeo la cabeza en su dirección y observo que aún mantiene la sonrisa intacta. -De nada Charlotte. -Dice matizando la voz suya para nada desagradable, con el ruido del motor pidiendo a gritos acelerar despavorido. Asiento sigilosa y le doy la espalda. > Pienso. > Dónde me sonríe con autenticidad, y no con lujuria. Dónde un mote queda resonándome en la cabeza. Inhalo profundo mientras toco suavemente el roble cobrizo aguardando el visto bueno para ingresar. Suspiro tan hondo como los pulmones permiten, e intento recompon

