Capítulo 16

2053 Words

La ventisca suave, propia de un atardecer cambiante e inestable sobre la periferia de Washington me da de lleno en el rostro cuando tras la mirada impresionada, totalmente sorprendida de mis colegas laborales cruzo el umbral de la bendita cafetería para (si dios así lo quiere) no regresar nunca jamás. Siendo cien por ciento honesta., la plenitud que me embarga al salir del recinto es inmensa. Una sensación de bienestar, de jolgorio al no callarme. Al decir luego de dos años lo que pienso, lo que muchas veces me he tenido que tragar presa del temor, del terror al que dirán, a las represalias, miedo a dejar la cobardía de una buena vez. —¡Qué bien! —Me digo al escuchar la diminuta campana sonando en alusión de nuevo cliente o éste caso, de la empleada que renunció por voluntad propia. E

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