3. Ella sabía que no era correcto

1866 Words
Pasaron algunos días, Erin había seguido con su vida normal. Estaba de vacaciones y pronto regresaría a la universidad. Ese día se había puesto de acuerdo con sus amigas para salir de compras e ir a tomar café con panecillos en la zona exclusiva del Union Square, el chofer de sus padres la habían dejado en el punto acordado y de regreso una de sus amigas la llevaría hasta su casa. Fue una tarde divertida, el tiempo se les había pasado tan rápido poniéndose al tanto de lo que habían hecho, de con qué chicos estaban saliendo y que habían comprado durante las vacaciones. Erin sintió de pronto vergüenza cuando sus amigas le preguntaron si estaba saliendo con alguien. —No, yo no… ya saben que papá es un hombre muy especial, si salgo con un hombre deberá ser a fuerza abogado y de una familia intachable. Sus amigas rieron. —Qué aburrido debe ser que tu papá ni siquiera te deje salir con chicos Erin, ya somos adultas, estamos en la universidad y nunca asistes a las fiestas a las que vamos. Erin se encogió de brazos, salieron del local para ir a ver alguna de las tiendas de moda. —Pues yo si salgo con alguien, se llama Ashton, es hijo de un empresario de tecnología, espero nuestro romance dure mucho porque sus padres tienen la cartera forrada de millones —exclamó Tiffany. Ella era una de sus mejores amigas, la conocía desde el colegio, era una rubia delgada, pero muy coqueta y tenaz, su sueño era encontrar un millonario con el cual casarse, asistir a yoga por las mañanas, tomar el té de mediodía y almorzar en alguno de los restaurantes más famosos de la ciudad, quería una vida de magnate sin tener que trabajarla. Erin sonrió mirándola. —¿Erin Clark? En ese momento, escuchó una voz que llamó su atención de inmediato, su respiración se cortó y en cuestión de unos segundos aquel hombre que la había dejado sin habla días anteriores apareció frente a ella. La joven se ruborizó al instante al verlo. —Steven… —musitó. Sus amigas la miraron atónitas, puesto que el hombre frente a ellas vestía de manera elegante, muy joven y apuesto. —Te vi desde el otro lado de la calle, buen día señoritas —saludó a sus amigas quien no dejaban de verlo con curiosidad, Tiffany se preguntó si Erin habría mentido con eso de que no salía con alguien, tal vez era porque este hombre era mayor que ellas y eso le apenaba. —Buen día. Steven omitió su nombre para no tener problemas después. —¿Están de compras? —preguntó tratando de hacer plática, puesto que se sentía nervioso, no se imaginó encontrarse a Erin al salir a comer, todos los días caminaba sobre esa calle debido a que su despacho se encontraba muy cerca de ahí. —Sí, pero primero hemos pasado a tomar el té —contestaron sus amigas. Erin estaba en silencio, pero tenía sus ojos fijos en los de él. Steven sintió como esos ojos azulados le penetraban el alma, era la misma sensación de estrecharla en sus brazos que había tenido antes, tenía que hacer algo con eso o terminaría volviéndose loco. —Qué casualidad también acabo de venir de comer —dijo esbozando una sonrisa nerviosa al ver que Erin no decía nada, lo miraba como si estuviera asustada. —¿Por qué no nos acompañas y nos dices tu nombre? —preguntó Tiffany de manera insinuante. —¡Nooo! —soltó sorpresivamente Erin —usted debe tener mucho trabajo por delante, no lo distraeremos. Steven sintió como su corazón se achicó, ¿acaso ella lo veía como alguien muy mayor? Pero si solo se llevaban unos tres o cuatro años de diferencia. Consultó su reloj y dijo —tengo un rato libre —hasta el mismo se sorprendió al decir eso, mordió su labio, ¡que es lo que estaba pasando con él! Ni siquiera con Elizabeth había salido con ella y sus amigas a pesar de que alguna vez insistió en que la acompañara. Pero había algo dentro de él que deseaba estar con ella, aunque fuera un instante. —Lo siento chicas tengo que irme… Tiffany arqueó una ceja —¿Qué? Pero si yo te llevaré a casa. —Me iré en taxi, nos vemos —Erin se despidió rápidamente de ellas con un beso en la mejilla, dejando a Steven confundido con su reacción, se dio la media vuelta y comenzó a caminar calle abajo. Era tan intenso lo que sentía por él, estaba confundida, nunca había sentido de esa manera por un hombre, ni siquiera por alguno de los compañeros de la universidad y eso que pretendientes no le faltaban, puesto que era una chica amable, bonita e inteligente. Steven caminó detrás de ella, dejando a las amigas de lado. —¡Erin! —tomó su mano para que ella volteara a verlo —¿Por qué huyes? Erin abrió los ojos a unos enormes al instante. —Es que… yo apenas te conozco —se animó a decir. Steven sonrió al verla tan tierna. —Eso podemos arreglarlo, tampoco es como si fuera un desconocido, eres la hija de uno de los amigos de mi padre, conozco a toda tu familia, incluso a tu hermano, había escuchado hablar de ti antes, pero no te recordaba. —También había escuchado hablar de ti, tampoco te había visto antes, creo. —Te invito a tomar un café si gustas. —Acabo de comer, gracias. Steven no sabía que hacer para tener, aunque sea un momento de conversación con ella. Pero luego entendió la razón, “Elizabeth” él estaba comprometido, y que a ella la vieran con él, no era algo bueno para su familia. —Está bien, siento haberte asustado, solo intentaba ser amable, saluda a tus padres de mi parte. Erin miró como Steven se marchó, se sintió la mujer más desdichada del planeta, ahora él la odiaría por ser tan descortés, solo estaba siendo amable y en su cabeza ya se estaba armando toda una novela de romance dramático, pero pensó, ¿qué tenía que hacer una chica como ella tomando café con un joven comprometido como él?, ni siquiera eran amigos, si alguien los viera, aunque fuera un café de cortesía tendría que explicárselo a sus padres. Las cosas estaban mejor así. Dos semanas después la señora Clark le notificó a su hija que se prepara por que asistirían a la boda del hijo mayor de los Barkley, Spencer, se casaba con la hija del actual senador del Estado. Entonces Erin comprendió lo poderosos que era esa familia. Pensó en la suya, su padre era un hombre muy rico, sin embargo, Xavier aún no tenía una pareja su padre le presionaba mucho con que conociera a alguien de su altura, haría lo mismo con ella tarde o temprano, la mayoría de esas bodas eran a conveniencia de las familias. Se preguntó si la boda de Steven también era parte de una alianza para afianzar el poder de esas dos familias, pero sacudió su cabeza rápidamente al darse cuenta que si asistía a la boda tendría que verlo de nuevo, moriría de la vergüenza por la manera en la que se había comportado con él la última vez que lo vio. Para la ocasión eligió un vestido de tirantes delgados color azul zafiro y escote en V que le llegaba hasta las rodillas, pero acentuaba su figura de manera linda, llevó su cabello lacio y dorado recogido con una diadema de piedras preciosas que su madre le prestó de su colección y unos zapatos plateados que había comprado en una de las boutiques más exclusivas de la ciudad. El lugar elegido para la boda era un salón de lujo cercano a la zona de jardines y bosques de San Francisco, el Mavericks Garden. Apenas bajaron del auto los ojos de Erin buscaron mirando a todos lados a aquel joven que últimamente le robaba los pensamientos. Sólo deseaba verlo, aunque no pudiera hablar con él pues no era correcto. Erin y su hermano Xavier caminaron hacia el interior, su madre tomó su mano y le dijo —Erin, te presentaré a alguien, es el hijo menor del senador Gate su madre me ha comentado que él asiste en el mismo grado que tú, puedes ser buena con él cariño, al parecer tiene un interés especial por ti. —Pero mamá, él no me gusta —replicó Erin. —Sólo se buena cariño, trátalo y ya veremos, su padre es el senador, ¡Por Dios Erin!, mira aquí vienen haz una sonrisa. A unos metros de distancia una mujer con vestido rojo, maquillaje y peinado producido que lucia joyas con rubies y diamantes se acercó hasta donde ellas, junto a ella venía un joven que Erin conocía muy bien pues ese chico era Edward, su compañero de clases que ya había intentado salir con ella, de hecho lo habían hecho pero él era demasiado intenso para la inocencia de Erin. Erin pasó saliva cuando vio la sonrisa lasciva de Edward. —Rachel que gusto me da verte —dijo la señora Clark saludando de beso a la mujer. Edward no dejaba de ver a Erin la miraba de una manera tan descarada que sintió nauseas la estaba desnudando con la mirada. —Hailey, aquí tengo a mi hijo como te lo prometí, él esta encantado con tu hija y ya veo porque, es hermosa. —Saluda Erin… —la alentó su madre. —Buenas noches, señora Gate, un placer verla esta noche —dijo Erin de manera educada —buenas noches, Edward, ¿Qué tal tus vacaciones? —Están bien, pero estarían mejor si pudieras acompañarme un momento a charlar, ¿Qué te parece? Erin miró a su madre, estaba encantada con él, era un joven alto, apuesto cabello castaño claro y ojos verdes, el sueño de toda madre —vayan… vayan, nosotras estaremos ocupadas charlando con los demás invitados. Edward tomó de la mano a Erin ambos caminaron hacía el lugar donde se ofrecían los bocadillos y bebidas. —¿Quieres algo de beber? —preguntó amablemente el chico. Erin negó. —Edward, salí una vez contigo por cortesía, pero entre nosotros no hay nada, sé que te gusta salir con las chicas solo para añadir un nombre a tu colección de mujeres con las que te acuestas, ¿Qué quieres de mí? —Mi padre ha dicho que es hora de que vaya teniendo una novia oficial, se me ha ocurrido que puedes ser tú, nuestros padres se conocen, eres muy hermosa, tienes un trasero redondo y apetitoso, seriamos la pareja perfecta, ¿no crees? Erin abrió la boca indignada, estaba a punto de soltar una grosería cuando sintió que una mirada gélida la observaba a la distancia. Giró su rostro para verlo, ahí estaba Steven mirándola de manera fija a los ojos, llevaba un smoking elegante, sostenía una copa en las manos. Era tan apuesto como lo había conocido, estaba perfectamente afeitado, un peinado de lado. Parecía como si quisiera decirle algo con la mirada.
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