La hija secreta del abogado

4. Los dos sentían lo mismo

Edward miró hacía donde veía Erin, estaba inmóvil.

—¿Qué le ves al hijo de los Barkley?

Estaba celoso.

Al ver la mirada de furia de Edward, Steven tuvo que contener todas sus fuerzas para no ir hasta allá, “’¿es su novio?” se preguntó, de pronto un hueco en el estómago y una opresión en el pecho apareció. Era como si deseará que ella sólo tuviera ojos para él, “pero que tonterías” si el no era nadie para ella. Ni si quiera se hablaban. ¿Es que se estaba volviendo loco?

Al sentirse acechada por la mirada de Steven y a la vez por las insinuaciones de Edward, Erin caminó lo más rápido que pudo hacía el jardín, había estado antes en ese salón de fiesta sabía que había un espacio con robles y arces al final del terreno. Pensó que nadie la había visto, respiró profundo pensando en cómo se podría zafar de Edward sin que su madre se molestará, él era un chico muy molesto, lo único que tenía a su favor es que era el hijo del senador.

No había pasado ni un minuto cuando Edward apareció frente a ella. Erin lo miró temerosa.

—Erin, ¿Por qué te fuiste? —preguntó el joven curioso.

—Edward solo quiero disfrutar de la fiesta en paz, vale, por favor no me persigas —Erin dio un paso con la intención de regresar al interior de la fiesta pero Edward indignado la sujeto del brazo.

—Soy el hijo del senador Gate —la aprisionó entre su cuerpo y uno de los robles, Erin estaba asustada por esa reacción —ninguna chica por muy hermosa me va a rechazar, menos tú, Erin Clark, tú padre es un abogado que sólo tuvo suerte en sus inversiones, no es la gran cosa, así que pórtate bien y si me gusta serás mi novia.

—¡Suéltame! —gritó al quererse zafar de los brazos del chico cuando intentó besarla al mismo tiempo sintió como su vestido se rasgó al estar en contacto con la corteza rugosa del árbol.

—¡Suéltala! ¿no la escuchaste?

En ese momento Steven empujó a Edward con tanta fuerza que el joven fue a dar hasta el suelo, rápidamente se puso de pie mirándolo con furia —¿Tú porque te metes?

—¿Es tu novio? —preguntó Steven a Erin, ella negó de inmediato, no supo por qué pero sintió enormes ganas de abrazarlo y no soltarlo. Steven se alejó de ella para tomar de la camisa de Edward con fuerza, su mirada era amenazante, al mismo tiempo Erin miraba hacía todos lados tenía mucho miedo de que alguien dentro de la fiesta se diera cuenta de lo que estaba pasando.

—Escúchame bien, Edward Gate, si vuelves a acércate a ella, te las verás conmigo, te partiré toda la cara y desearás no haber nacido, ¿entendiste?

Pero el joven pareció no captar la amenaza —le diré a mi padre, no te conviene meterte con mi familia.

Steven sonrió con sorna —le diré yo a tu padre, que tiene un hijo que le gusta acosar a jovencitas obligándolas a besarlo, ¿Qué crees que diga? ¿le creerá más a su hijo o al abogado que lo asesora?

Edward tuvo que tragarse sus palabras, no le convenía hacer enojar a su padre, ya bastante enojado estaba con las últimas notas que había obtenido en la universidad, por ello es que le había dicho que se calmará y se consiguiera una novia que le ayudará a tener presencia en las reuniones de sociedad. Edward chasqueó la lengua furioso, le dedicó una mirada llena de saña a la pobre Erin que trataba de unir los pedazos rotos de tela de su vestido. Luego caminó de nuevo hacía el interior del salón.

Al ver el rostro preocupado de Erin, Steven se acercó a ella —¿estas bien?

Asintió.

—Me he roto el vestido, no sé que le diré a mis padres —chilló.

Steven miró la piel blanca de sus piernas, sintió como su respiración se entrecortó al ver la rasgadura en forma de línea en medio de su vestido tuvo que pasar saliva antes de quitarse el sacó y ponérselo a ella.

—Ven conmigo.

Quería tomar su mano… quería abrazarla, pero no podía, él estaba comprometido y se lo repetía mentalmente mientras ambos caminaban hacia la salida del salón por el área del jardín, uno a lado del otro.

—Steven, ¿A dónde vas? —escuchó la voz repentina de su madre quien estaba en la puerta recibiendo a los últimos invitados que llegaban.

Él caminó hasta donde estaba su madre —mamá, la señorita Clark ha sufrido una caída y se le desgarró el vestido, me he ofrecido a llevarla a su casa.

Su madre miró a Erin enseguida, llevaba puesto el sacó de su hijo y eso no le gusto —¿Qué no puede llevarla alguien más?

Steven suspiró —sólo estoy siendo amable mamá, Elizabeth esta adentro, si pregunta por mí, vuelvo enseguida, sólo la llevaré a su casa y regreso.

Camila Barkley hizo una mueca —ve pero regresas enseguida, antes de que Harrison comience a echar en falta tu ausencia.

—Si madre.

—No tienes que llevarme, ya suficiente has hecho con ayudarme a zafarme de Edward, mi hermano me puede llevar a casa —Steven negó, su intención no era solo ponerla a salvo si no tener un momento a solas con ella.

Ambos subieron al coche. Durante el trayecto, Erin permaneció en silencio, mientras su pecho sentía una opresión, evitaba mirar a Steven quien si la veía de vez en vez cuando el semáforo tocaba en alto. Lo que menos quería era asustarla de nuevo por ello es que intento romper la dura barrera imaginaria que ella estaba poniendo entre los dos —quiero disculparme contigo, Erin.

La joven lo miró enseguida.

—¿Por qué?

—Por haberme comportado como un tonto el otro día cuando estabas con tus amigas, lo siento no quise asustarte.

—Discúlpame tú a mí, es que yo… —“me he enamorado de ti” quiso decir, pero sus labios se sellaron por un instante —me puse nerviosa…

—¿Por qué? —los ojos de Steven se posaron el los de ella, pero tuvo que desviar la mirada cuando estuvieron frente a la mansión de los Clark.

Erin le dio las gracias por llevarla y salió enseguida del auto, ni si quiera espero a que Steven bajará.

—¡Espera! —la detuvo. Ella se giró, mordía su labio, no quería decir algo que estuviera fuera de lugar, él era un hombre prohibido para ella. Steven se acercó despacio hasta quedar frente a ella. No podía dejar de ver sus labios, ambos ansiaban eso pero de diferente manera —Erin, dime si tú también sientes esto, puedes pensar que estoy loco pero si no te lo digo siento que en verdad voy a enloquecer.

—Steven no… —dijo sintiendo como sus ojos se humedecían —no, por favor, estas comprometido.

Entonces el se dio cuenta que ella sabia de lo que estaba hablando.

—Erin… lo sé, y me maldigo por eso, apenas mi padre se convierta en juez terminaré mi compromiso, tarde descubrí que he sido una moneda de cambio para mis padres, un matrimonio así jamás funcionara.

Ella frunció el ceño. Sintió tanta pena al ver su rostro descompuesto de esa manera que no pude evitar abrazarlo, él la recibió en sus brazos, estrechándola por primera vez, sintiendo el aroma floral de su fragancia, aspirando de su cabello, intentando guardar en su memoria ese momento para siempre.

—Lo siento… —ella se limitó a decir, no era raro que en familias de “sociedad” existieran ese tipo de compromisos, incluso su padre alguna vez le había insinuado a ella y a su hermano que debían encontrar a alguien que estuviera al mismo nivel o por encima del de su familia para casarse. Para personas como ellos los hijos eran sólo una inversión.

Ahora había nacido una nueva interrogante en su cabeza, ¿Qué sentía en realidad ella por él? ¿De verdad era amor? O sólo se había prendado de su belleza y porte.

Steven miró a Erin haciendo estremecer hasta el último poro de su piel, era inevitable no ignorar esa atracción que ambos sentían él uno por el otro.

—Puede parecer algo descabellado lo que te pediré, pero si sientes esto que también estoy descubriendo, espera unas semanas, entonces te buscaré cuando sea libre, me plantaré frente a tu padre y le pediré su permiso para cortejarte como debe ser, dime Erin, ¿lo sientes?

Erin estaba sin habla, sus labios y sus piernas temblaban de emoción por lo que estaba escuchando, detallo cada línea en el rostro de Steven, pero cuando este paso saliva mirando sus labios, ella nuevamente se sintió húmeda, como esa vez que tuvo que ir corriendo al baño. Entonces, olvidándose de todo alrededor, permitiéndose ser egoísta por una vez estampó de pronto sus labios a los de él.

Steven sonrió sorprendido de esa reacción, saboreo los labios de la joven rubia entremezclando su aliento con ligero sabor a champan y el de ella a menta, el beso fue tierno al principio, pero luego se intensifico al atraer su cuerpo hacía él tomándola de la cintura, ella rodeo su cuello con las manos. Steven la aprisionó entre su cuerpo y el auto.

—Nunca había sentido esto por alguien más… —le dijo sin dejar de besarla —déjame conocerte Erin, te prometo que no es mentira ni juego.

—Yo… —pero en eso las luces cegadoras de un auto hicieron que los dos se separaran de manera violenta, Erin llevó una mano al rostro tratando de ver quien era, su mirada fue a dar a Steven —es Xavier —dijo con temor.

Del auto bajó su hermano, se veía preocupado.

—Erin, nuestros padres estaban buscándote como locos, hasta que la señora Barkley dijo que Steven te había traído a casa por que sufriste una caída.

Erin miró con miedo a Steven, no le gustaba mentirle a su hermano, pero no había de otra.

—Lo siento, debí avisarles, Steven fue amable al traerme.

Xavier lo miró —Steven, gracias por traer a mi hermana, me quedaré con ella en casa —hizo un movimiento para quitarle el saco a su hermana, pero la mano de Steven lo detuvo.

—Déjaselo, luego me lo devuelven, quería asegurarme de que estuviera a salvo.

—¿Son amigos? —preguntó Xavier con curiosidad.

La mirada de Erin pasaba de la de su hermano a la de él como si se tratará de una gatita asustada.

—No exactamente, nos hemos topado un par de veces ¿verdad Erin?

La muchacha asintió.

—Sí.

—Gracias de todos modos, yo me encargaré.

—Nos vemos Steven —dijo Erin antes de subir al auto de Xavier, pero sin dejar de mirarlo.

Steven vio como atravesó el portón de la mansión. Cuando regresó a su auto, una sonrisa se dibujo en su rostro, estaba emocionado, eso no lo llegó a sentir cuando conoció a Elizabeth, pero ahora que haría para que las cosas no se complicarán, lo que menos quería era traer problemas a la vida de aquella jovencita ojiazul que le había robado el corazón.