Prefacio

1391 Words
— Kiya, Kiya, despierta. Una mujer movía a su hija en la cama, la joven chica abrió los ojos con dificultad y al ver a su madre encendió la luz. — ¿Qué sucede, mamá? Es muy tarde. — Necesito que vayas a buscar a tu padre, tú misma lo has dicho, es muy tarde y él aún no viene. Debe estar en el bar de siempre. — Pero mamá, ¿Otra vez? Creo que la última ocasión te fui muy clara al decirte que ya no iba a volver a salir de madrugada. — Hija, sabes bien que yo no puedo manejar debido a los nervios. Si pudiera hacerlo no te estaría pidiendo esto, además tu hermanita no se puede quedar sola. — Muy bien — ella bostezó y se puso un chal — iré por papá, pero por favor que sea la última vez. Kiya fue a lavar su rostro y dejó en evidencia unas enormes ojeras, ella arregló su cabello y después se fue. Ella caminó en medio de hombres borrachos, todos silbaban al verla y sus ojos solo veían a su progenitor que se encontraba profundamente dormido. — Papá — ella lo movió y él despertó — vamos a casa, ya es tarde. — Hija — él acarició la mejilla de Kiya y sonrió — mi preciosa nena, nuevamente vienes por el borracho de tu padre. Kiya lo tomó del brazo e hizo que se apoyará en sus hombros, ella caminó con dificultad al carro y lo subió al asiento de copiloto. Mientras manejaba sentía como los párpados comenzaban a cerrarse, sacudió su cabeza e incluso tomó una bebida energética que siempre tenía en el carro. Mientras tanto, algo cerca se encontraba un grupo de hombres jóvenes, ellos hacían una fogata al lado de sus novias. — Iré por una frazada, cariño — uno de ellos acarició los brazos de su novia — estás helada, espera un momento que no tardó. — Gracias Bastián, ve con cuidado. Bastián caminó hasta el estacionamiento, en el momento que iba de regreso miró que un carro venía en su dirección y lo siguiente fue que salió volando por los aires. — ¿Qué sucede? — el padre de Kiya se despertó asustado por el impacto contra un árbol — cariño, ¿Estás bien? Kiya estaba inconsciente, ella se había quedado dormida al volante. Cuando su padre salió del carro miró a un joven inconsciente en media carretera y llevó sus manos a su cabeza. — No, no puedo permitir esto. El hombre tomó a Kiya y la puso en el asiento de copiloto, abrochó su cinturón con cuidado y después de que él limpiará el volante puso sus manos en él, se hizo el inconsciente y los demás que se encontraban con Bastián fueron al vehículo. — Apesta a licor — uno de ellos tapó su nariz — ¡Hay que llamar a la policía y a una ambulancia! La ambulancia llegó y también la policía, los amigos de Bastián llamaron a los familiares mientras él era trasladado al hospital central. Kiya por su parte fue llevada a otro hospital debido a que no contaba con tanto dinero para ser atendida en el central. — Paciente femenina, con traumatismo a nivel craneal, sin aparentes fracturas — la paramédico hablaba mientras caminaba — accidente automovilístico y se encontraba en el asiento de copiloto. La madre de Kiya fue notificada del accidente, en el momento que ella supo que su esposo estaba detenido fue directo a la comisaría y cargaba a una pequeña niña. — Cariño — ella se precipitó a la celda — ¿Qué ha sucedido? — Iba manejando y atropelle a alguien, no sé cómo se encuentra el muchacho. Por favor ve a ver como se encuentra nuestra hija. — Kiya puede esperar, tú me necesitas más en estos momentos — sus ojos mostraban una evidente desesperación — ¿Por qué venías manejando tú? Justo por eso fue que mandé a esta chiquilla idiota. — ¡No te refieras a nuestra hija de esa forma, Juliana! Manejaba yo porque ella se miraba demasiado cansada, la pobre todas las noches me va a buscar, es una buena niña. — Por favor no discutas conmigo, veré que hacer para sacarte de aquí. No puedes estar en la prisión por algo que fue un accidente. Juliana llamó a un abogado, ella al saber el costó de sus honorarios se quedó helada; pidió prestado por todos lados y logró pagarle con algo de dificultad. — ¿Qué me pasó? — Kiya estaba despertando — ¿Dónde me encuentro? ¡¿Y mi papá?! — Tranquila niña — una enfermera la recostó en la cama — has tenido un accidente, no sé nada de tu papá, ¿Tienes a alguien a quién llamar? — Si, a mi mamá. Los repiques largos sonaban, sin embargo nunca atendieron la llamada. Kiya miró a la enfermera con un poco de vergüenza y le devolvió el celular que amablemente le había prestado. — Quizás no atiende porque es un número desconocido, ¿En dónde se encuentra mi celular? — Probablemente la policía lo tiene, ellos están haciendo las investigaciones por el accidente en el que estuviste involucrada. Tu papá fue muy imprudente al manejar en estado de ebriedad y en estos momentos se encuentra enfrentando cargos muy serios por el muchacho que atropelló. — ¡¿Qué ha dicho?! Kiya perdió el conocimiento y la enfermera se sorprendió. Ella luego de unos minutos regresó en sí e intentó hablar con la policía, pero nadie quiso llamarla ya que aseguraban que debía descansar. — Kiya, te daré de alta — el doctor entró con su expediente y algunos exámenes — todo se encuentra bien, puedes ir a tu casa, ¿No vas a llamar a alguien? — Mi mamá no se encuentra disponible, creo que me tendré que regresar sola. Kiya salió del hospital y fue en dirección a su casa, ella se sorprendió cuando miró que todos los muebles junto con otras cosas ya no se encontraban. — Mamá, ¿Qué fue lo que sucedió? — le preguntó a la mujer cuando la miró salir de su cuarto — ¿En dónde se encuentran nuestras cosas? ¡Paf! La bofetada aterrizó directo al rostro de Kiya y ella sintió como su rostro estaba inflamado debido al impacto. — ¿Por qué me golpeas, mamá? — ella sostuvo su mejilla mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas — no entiendo, ni siquiera te has molestado en ir a verme al hospital. — ¡Por tu culpa, tu padre, mi esposo se encuentra en prisión! Te dije claramente que lo fueras a traer ya que salió a beber y me doy cuenta que decidiste dejarlo al volante mientras estaba borracho, eres tú la que debe estar presa y no un hombre bueno como lo es Ricardo. — Mamá, por favor deja de hacer estas cosas. Siempre he tratado de complacerte en todo para ver si puedo obtener una muestra de cariño de tu parte, sin embargo, solamente sabes maltratarme; te dije que… — ¡Me dijiste qué! — ella la sostuvo del cabello — pero ahora vas a saber lo que es bueno. La madre de Kiya la arrastró del cabello y la llevó a un árbol que estaba en la parte trasera de la casa, ahí la ató de las manos y empezó a darle con el cordón de la plancha. — ¡Mamá, no! — ella dobló sus piernas ante el golpe — me estás haciendo daño, ¿Por qué haces esto? — ¡¿Eres idiota o te haces?! Lo hago para que no me respondas y para que sepas que tu padre está en prisión por tu culpa. Kiya recibió tantos golpes que terminó por quedar inconsciente en el árbol de su patio, Juliana por su parte la dejó ahí, con la blusa destrozada y la sangre colgando de la piel que se había separado de la espalda. — Doctor — una mujer caminó en dirección al médico — ¿Cómo se encuentra mi hijo? Dígame por favor de que no está muerto. — Bastián se encuentra vivo de milagro, tiene diversas fracturas y son muy serias. Lamento decirle esto señora Rivadeneira, pero su hijo va a quedar tetrapléjico en caso de que logré sobrevivir…
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